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Baja

Paz, bienestar social, reforma agraria y soberanía nacional
Comité Permanente por la defensa de los Derechos Humanos.
IX Foro Nacional por los Derechos Humanos
Celebrado en Bogotá los días 8, 9 y 10 de junio de 2000

La Reforma Agraria en las agendas para la búsqueda de soluciones al conflicto armado

Darío Fajardo Montaña
Profesor de la Universidad Nacional
Consultor IICA



Introducción

Al pasar revista a los procesos de paz iniciados en Colombia desde la época de la "violencia clásica" de los años cincuenta hasta hoy encontramos como una constante, el señalamiento al llamado problema agrario como una de las causas más importantes del conflicto y, consecuentemente a la propuesta de una Reforma Agraria como solución para la misma. Dentro de esta constante se inscribe el proceso iniciado con el gobierno del Presidente Andrés Pastrana, durante el cual se han producido acercamientos con la organización guerrillera Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC, tendientes a l establecimiento de conversaciones para hallar una salida negociada para el conflicto armado.

El origen campesino de las FARC, su base social predominante y las reconocidas raíces agrarias del conflicto se han incorporado como uno de los puntos centrales de su programa, el cual fue acogido en una primera instancia dentro de la Agenda de negociación establecida con el gobierno nacional. Este punto, como se verá mas adelante, plantea la distribución diferenciada del latifundio y, en consecuencia, de las acciones redistributivas; consideración que encuentra consenso con algunos sectores gremiales y políticos. No obstante, existen todavía grandes distancias en la concepción de "Reforma Agraria" que tienen los distintos sectores; de otro lado, los diagnósticos tienen diferencias pero también coincidencias , por lo cual conviene encontrar otras vías de acercamiento, orientadas hacia encontrar las coincidencias y las diferencias, inicialmente en los objetivos y posteriormente en los instrumentos.

Estas notas apuntan entonces a explorar esa nueva forma de aproximación a la identificación de objetivos, los diagnósticos y las intervenciones que se desprendan de una y otro.


Las interpretaciones de la Reforma Agraria

Al finalizar la década de 1950 ocurrió una curiosa convergencia entre algunas iniciativas del Departamento de Estado de los Estados Unidos, que habría de plasmarse en la política para el campo de la Alianza para el Progreso y sectores reformistas del Partido Liberal colombiano, en torno a la necesidad de adelantar una Reforma Agraria en el país. Para los estrategas del Departamento de Estado, esta iniciativa podría neutralizar tendencias revolucionarias que eventualmente se proyectaran desde la Cuba fidelista sobre una Colombia envuelta en la peor guerra civil de su historia; para los liberales reformistas, una Reforma Agraria podría también superar la violencia y, junto con ello resolver problemas de pobreza y necesidades alimentarias.

Las propuestas de Reforma Agraria y los debates suscitados, incluso con sectores más radicales del liberalismo, se concretaron en la Ley 135 de 1961. Entonces, como ahora, quienes mayor oposición plantearon contra una política de esta naturaleza fueron los representantes de los intereses terratenientes. En la actualidad, estos intereses continúan combinando la liquidación física y la represión contra quienes apoyan procesos de redistribución de tierras, con argumentos conceptuales de mayor elaboración, como son los referidos a la disminución de la participación de la tierra en los costos del proceso productivo, el impacto de la apertura económica en el sector agropecuario, los efectos de la violencia en las decisiones sobre inversión en la agricultura, etc.

Hernán Toro Agudelo, tal vez el más lúcido proponente de la que sería Ley 135 de 1961, sustentado en las limitadas estadísticas de entonces, asignó a la aplicación de una política en este sentido la solución a las problemáticas de la generación de empleo, el abastecimiento alimentario y la superación de la violencia. En su concepto y en el de quienes finalmente aprobaron la Ley, estas tareas se cumplirían mediante la aplicación de lo que desde entonces se denominó una "Reforma Agraria integral", dentro de la cual acompañarían a las medidas destinadas a la democratización del acceso a la tierra la asistencia técnica calificada, para lo cual se dispuso la creación del ICA , la dotación de créditos e infraestructuras y la capacitación cooperativa.

Como lo habría de señalar la primera evaluación de la Reforma Agraria adelantada por una comisión que encabezó el dirigente conservador Cornelio Reyes a principios de los años 70, el propósito integrista fue dejado de lado y a pesar de los avances incorporados en la legislación de la reforma, encaminados a hacerla más efectiva en lo atinente a la afectación de tierras, como fue la Ley 1ª de 1968, la correlación de fuerzas políticas y no la propia Ley 135 de 1961, impidió tanto la redistribución de tierras como la reestructuración productiva del campo, induciendo, además la reversión de las orientaciones que se dieron en la década anterior.

Esta observación afronta las críticas que se vienen formulando tanto a la Ley 135/61 como al propio concepto de Reforma Agraria por parte de críticos interesados en preservar la intangibilidad de la estructura de la propiedad rural, en las cuales se afirma que una y otra fueron incapaces de lograr los efectos propuestos porque solamente se limitaron a la redistribución de las tierras, generando problemas aún mayores que los preexistentes, expresados en la creación de una capa de campesinos con tierras sin capacidades para ponerlas a producir.

Ante estas críticas es necesario recordar los planteamientos que hicieran pensadores como Antonio García, a partir de experiencias como las de Bolivia , México, Perú, a partir de las cuales se construyó el concepto de las "Reformas Agrarias estructurales" y, de otra parte, el texto mismo de la Ley 135/61 con sus alcances multi sectoriales.

De igual manera a como había ocurrido en los años cuarenta, cuando se desmontó la capacidad de la Ley 200 de 1936 para ordenar la propiedad agraria, en los setenta, a partir del gobierno del Presidente Misael Pastrana, se eliminaron las posibilidades legales de reorganizar las estructuras productivas del campo: se optó por impulsar la capacidad de absorción de la mano de obra rural "excedente" por los mercados urbanos de la construcción y reorientar parte de esta misma población hacia los bordes de la frontera mediante los programas de colonización.

Fue precisamente en esa década de 1970 cuando se disparó el proceso de ampliación de las fronteras agrarias con colonizaciones espontáneas y dirigidas, así como también de afianzamiento en estas mismas fronteras de los primeros brotes de cultivos ilícitos y de presencia consolidada de la guerrilla campesina.

Para los pequeños productores agrarios restantes se diseñó y aplicó el conjunto de políticas, estrategias e instrumentos contemplados dentro del "Desarrollo Rural Integrado", a través de los cuales se pretendía optimizar sus capacidades para producir los bienes salario que requeriría la dinamización económica liderada en los medios urbanos por el sector de la construcción, pero sin afectar, en absoluto las estructuras de propiedad agraria.

Las múltiples evaluaciones realizadas en torno a la Reforma Agraria, los proyectos DRI y la propia realidad muestran los alcances de todas estas políticas e instrumentos, todos los cuales se fueron descartando sin alcanzar pleno desarrollo, sin haber recibido ninguno de ellos recursos adecuados, sin protección política ni técnica frente la capacidad corruptora del clientelismo omnipresente en la asignación y manejo de los recursos públicos.

Luego del abrupto abandono de los propósitos e instrumentos dispuestos para ejecutar la Reforma Agraria a comienzos de los años setenta, lo cual mantuvo inmodificados los principales factores generadores de los conflictos armados, la propia dinámica de la confrontación ha conducido al estado colombiano a reconsiderar sus compromisos con la racionalización del reparto agrario y la democratización del acceso a los demás medios productivos de la agricultura. Hoy, sin embargo, las condiciones para su realización y las expectativas creadas en torno a ella la hacen más compleja, si bien el país cuenta con un mayor caudal de experiencias y criterios para replantear sus alcances y limitaciones.


Algunas consideraciones sobre el contexto actual .

Los gremios, el sector académico, algunos medios políticos incluyendo la insurgencia, expresan hoy algunas convergencias al señalar problemas del campo y sus efectos sobre el conjunto de la economía y la sociedad nacional: el uso inadecuado de los suelos, el desajuste de las instituciones, los vacíos en la formación técnica de los recursos humanos del campo, las incoherencias de las políticas económicas generales con los propósitos de desarrollo de la agricultura, las insuficiencias en la dotación de infraestructuras viales y portuarias para la ampliación de los mercados regionales y externos, etc.

Muchos elementos de estos diagnósticos han sido recogidos en recientes esfuerzos analíticos como la Misión Rural y menos recientes pero no por ello menos válidos, como la Misión de Estudios del Sector Agropecuario que ya completa una década de realizada. Es necesario reconocer que varios de los problemas planteados en estos diagnósticos han de ser resueltos no únicamente para superar el conflicto armado, lo cual ya de por sí validaría el esfuerzo, sino también para ajustar los componentes rurales y agrarios a las dinámicas y perspectivas del conjunto de la economía y de la sociedad colombianas.

Hay que decir, por otra parte, que la exposición creciente a los mercados internacionales ha generado nuevos retos y aprendizajes que no se pueden soslayar. En efecto, la eliminación de barreras aduaneras para las importaciones de alimentos y materias primas han hecho manifiestas diferencias en los costos de producción nacionales versus las de otras economías, derivadas de los elevados niveles de las rentas del suelo, las tasas de interés, las estructuras salariales y precios de los componentes tecnológicos.

El desarrollo de varios cultivos, en especial transitorios, debe mas al aislamiento, segmentación y protección de los mercados que a las condiciones agroecológicas de nuestras zonas de producción. En efecto, la localización tropical de Colombia no favorece el desarrollo de plantas originadas en las zonas templadas del planeta y las ventajas climáticas de la localización ecuatorial para la biodiversidad, son, al mismo tiempo, desventajas para los cultivos traídos de Europa.

La "competitividad" de la producción agropecuaria colombiana también resulta afectada por los subsidios asignados por otros piases a determinados productos agropecuarios considerados como estratégicos. Como resultado de este juego de condiciones algunos cultivos, principalmente los transitorios, muestran tendencias regresivas en área cultivada , volúmenes producidos y comercializados y participación en el producto agropecuario, en tanto que otros, de ciclo largo evidencian un fortalecimiento. La incidencia de las políticas económicas internas y externas, así como factores ambientales se convierten entonces en condicionantes de una reestructuración de la agricultura colombiana en términos de localización geográfica de los cultivos, tipos de empresas y mercados hacia los cuales se oriente esta producción.

Adicionalmente hay que señalar que el propio conflicto armado comienza a afectar las posibilidades de ajuste del sector agrario, generando además nuevas circunstancias para la sociedad colombiana como son las que se derivan de la rápida internacionalización de un proceso en el cual el campo y lo que ocurra con él van a ser particularmente relevantes. Hay que decir que la desestabilización de nuestro frágil ordenamiento fronterizo por efectos de la guerra pone sobre la mesa la urgente necesidad de atender de manera eficaz los requerimientos agrarios de una solución política a la guerra.

Dicho de otra manera: no es solamente por la guerra que Colombia debe atender los desajustes de su ruralía pero la necesidad de atender las exigencias que hoy nos plantea la viabilidad de la nación como consecuencia del conflicto, son una oportunidad única para asumir los problemas del campo.

Las mismas circunstancias que nos reúnen hoy, la discusión sobre la Reforma Agraria y la paz, nos pueden servir para plantear un nuevo camino a partir de una vieja pregunta: Reforma Agraria para qué ? Porque nos hemos enfrascado en una discusión tal vez mal planteada en torno al instrumento, a lo que se ha presentado como Reforma Agraria, cuando las ideas en torno a lo que ella sea o no sea, contenga o no contenga, varíen notoriamente según quien las formule.

Tal vez amerita considerar primero qué esperan del campo los distintos sectores sociales, políticos y económicos del país involucrados en su devenir y a qué consensos puede llegarse: cuál se espera que sea su participación en la configuración del país, desde el punto de vista de la composición y correlación de sus sectores económicos ? Cuales deben ser sus responsabilidades en la seguridad alimentaria y en la producción de materias primas ? Qué función cumplen y han de cumplir estos componentes en el manejo y protección de los recursos naturales ? Cómo se articulan los componentes rurales y agrarios en las consolidaciones regionales ? Qué función pueden cumplir estos componentes rurales y agrarios en el afianzamiento de las fronteras ?

Estas preguntas, de por sí plantean instrumentos diferentes, diseñados y aplicados según sean las tareas que se espera cumplir y también los contextos geográficos y socioeconómicos en donde sea necesario recurrir a ellos.

En efecto, ante la diversidad regional del país, manifiesta no solamente en términos geográficos sino también productivos y sociales es necesario reiterar lo dicho por diversos analistas en otros momentos, de los cuales destaco al ex-Presidente Alfonso López Michelsen, quien en el entorno de las discusiones que llevarían a la Ley 30 de 1988, precursora de la hoy vigente y prácticamente inaplicable 160 de 1994, señalaba que lo que entonces se comprendía como Reforma Agraria, circunscrita a la redistribución de tierras, no era aplicable indiscriminadamente en el conjunto del país sino en determinadas regiones en donde se presentara la concentración de la propiedad territorial como problema dominante.

La diversidad regional de las estructuras productivas, constatada por la Misión de Estudios del año 1989 también ha sido señalada por la Misión Rural (1998) y es reconocida, de alguna manera en la Propuesta de las FARC al señalar "cada región tendrá su propio plan de desarrollo elaborado en conjunto con las organizaciones de la comunidad , liquidando el latifundio allí donde subsista, redistribuyendo tierra, definiendo una frontera agrícola que racionalice la colonización y proteja nuestras reservas del arrasamiento".

Resumiendo, diríamos que antes que centrarse en la discusión sobre los instrumentos, hay que afrontar la discusión sobre los propósitos y los objetivos y de ellos sí se desprendería la discusión sobre los instrumentos, sus características y los alcances de su aplicación.

Por otra parte, las experiencias deben servir de algo: en Colombia se inició un proceso de descentralización, cuyos logros aún están lejos de las expectativas planteadas pero que brindan utilidad. Una aplicación, aún experimental de la descentralización fue el proyecto piloto de reforma agraria por la vía del mercado de tierras adelantado con un préstamo del Banco Mundial. De esta experiencia se destaca cómo fue posible establecer planes municipales de reforma agraria, con alcances en el ordenamiento territorial ambiental, con la articulación de diferentes entidades y la incorporación de organizaciones de las comunidades. Con esta experiencia también se articulan las posibilidades que ofrece la Ley 388 de 1997, para el ordenamiento territorial de los municipios.

Pero de esta experiencia también se aprende que si el esfuerzo descentralizado no está articulado con una orientación de la política nacional, no cuenta con coherencia en la asignación de recursos no puede trascender lo discursivo. A su vez, los acuerdos y decisiones a los que se llegue en los niveles municipales deben contar con los equilibrios políticos requeridos para hacerlos efectivos.

De otra parte, el país también cuenta con una base de información no solamente sobre las estructuras de la producción sino también de la forma como actúan las estructuras regionales en términos de los desplazamientos de su población, de los referentes dentro de los cuales se desplaza su población (circuitos) los cuales deberán ser articulados con los análisis sobre la organización y dinámicas de la producción. Así mismo, estos análisis han de complementarse con los referentes de los mercados externos y los jalonamientos que ellos ejercen sobre la producción nacional.

La diferenciación regional de los potenciales productivos y de las estructuras de la propiedad y uso de la tierra hace necesario considerar dentro de la perspectiva del ordenamiento territorial los acuerdos y decisiones que permitan adecuar el destino y uso de los espacios con sus características y potencialidades. Bajo esta perspectiva será posible definir la concordancia de los usos del suelo, tipos y tamaños de explotaciones y asentamientos con la vocación ambiental y productiva de los suelos.

El Instituto Geográfico Agustín Codazzi ha realizado un valioso estudio de suelos (Bogotá, 1988), el cual proporciona una guía sobre la ubicación, proporciones, vocaciones y usos actuales de los suelos en Colombia, a partir de la cual puede iniciarse el ejercicio mandatorio de la localización de los cultivos que se considere responden a una estrategia de seguridad alimentaria. Junto con este ejercicio habría que definir los tipos de empresas (grandes y medianas empresas, unidades campesinas, etc.) mas adecuadas para el desarrollo de los distintos tipos de cultivos, dentro de una política de acuerdos, apoyos en asistencia técnica, créditos, cargas impositivas y expropiación vía administrativa por uso inapropiado de los suelos, beneficios tributarios, etc.


Ponencia presentanda en el IX Foro Nacional "Paz, bienestar social, reforma agraria y soberanía nacional". Bogotá, 8, 9 y 10 de junio de 2000.

Citar como: Fajardo Montaña, Darío La Reforma Agraria en las agendas para la búsqueda de soluciones al conflicto armado KO'AGA ROÑE'ETA se.xi (2000) - http://www.derechos.org/xi/3/fajardo.html

"Paz, bienestar social, reforma agraria y soberanía nacional"
Ko'aga Roñe'eta, Serie XI


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