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DERECHOS


27nov03


Las víctimas.


Una de las cosas que llamaron la atención al antropólogo cultural R. Girard, siguiendo a M. Weber, al estudiar los sacrificios, la violencia y lo religioso, es “el cambio de perspectiva (que ocurre en los escritores bíblicos) que consiste en ubicarse de parte de las víctimas, proclamando su inocencia y la culpabilidad de sus asesinos” y añade que “en este punto los Evangelios llevan a cumplimiento la obra del Antiguo Testamento”. Es cierto, y el mismo Girard lo señala en la misma obra, que el cristianismo fue abandonando esta lectura para recaer en una lectura “sacrificial”.

Una de las cosas que llamaron la atención al excelente biblista español R. Aguirre, especialmente en su diálogo con la antropología cultural, es que “la cruz” empieza a “desaparecer” del lenguaje bíblico “cuando la situación social de la comunidad cambia, la cruz va entrando en contradicción con sus intereses sociales, y su predicación disminuye, se hace genérica y llega a desaparecer (...) hasta el s.IV (...) A partir de este momento (Constantino) la cruz reaparecerá convertida en un símbolo triunfal”. El gran teólogo alemán E. Käsemann (padre de Elizabeth) afirma que si “la expresión teología de la cruz, si se usa de forma no polémica, pierde su sentido original”. Cuando la cruz se silenció por el escándalo que significaba a fin de “predicar” en el mundo romano, se podían argumentar razones pastorales. Cuando la cruz se silenció para no molestar al imperio se debe argumentar complicidad.

Tanto las víctimas, como la cruz nos llevan a un tema central: la violencia. Y en ambos casos, descubrimos de qué lado está Dios. Otro biblista, el italiano G. Barbaglio, en su libro Dios ¿violento? afirma:

“me parece necesario salir de una vez por todas de la ambivalencia expresada en el famoso teorema: Dios es bueno pero también justo, subrayando por “justo” su reacción simétrica y mimética que consiste en retribuir al bueno con el bien y al malo con el mal, pero terminando entonces por convivir con un Dios siempre violento en su obrar de juez justo. Sería ciertamente una violencia legal, pero violencia al fin y al cabo; y esa violencia, presente en Dios, resultará teológicamente justificada también en el mundo humano, según el principio de la correspondencia entre el cielo y la tierra, que está en la base de todo sentimiento y experiencia religiosa. En otras palabras, a un Dios violento corresponderá un mundo violento, y viceversa. Por eso, la perspectiva teológica del problema del problema de la violencia y de la no-violencia interesa no sólo a los creyentes, sino a toda persona animada del ideal pacifista y no-violento”.

Me permito esta introducción, quizá algo extensa para presentar el punto de partida de esta reflexión: un Dios que no es mostrado del lado de las víctimas, y peor si es mostrado del lado de los victimarios, no es el Dios de la Biblia, y se asemeja más al Jano bifronte, o a cualquier otra divinidad sangrienta.

Lamentablemente en la historia de la Iglesia muchas veces (especialmente en la vuelta a la mentalidad sacrificial) la Iglesia quedó del lado de los victimarios, causando víctimas. El ejemplo más evidente -señalado a su vez por Girard- es la actitud hacia el pueblo judío; aunque también podría hablarse de los musulmanes en tiempos de Isabel “la Católica”, o de los pueblos originarios en tiempos de la “Conquista”. Que la cruz esté asociada a la espada revela claramente el Dios que se predicaba.

Pues bien: las noticias de hoy nos muestran un arzobispo siendo garante de un banquero, con un millón de pesos, a fin de que se le conceda la libertad. Y mirando otros momentos del mismo personaje y este entorno quisiera preguntarme:

  • 1. En los años de la Triple A, recién ordenado sacerdote, Aguer echó a un importante grupo de jóvenes de la parroquia Inmaculada Concepción, de Belgrano. La acusación fue sencilla: “comunistas”. Personalmente fui víctima de ese momento, y con otro amigo fuimos echados anticipadamente: nuestro pecado fue leer los documentos de Medellín en las reuniones del grupo de jóvenes, y hacer una dinámica de grupos con diapositivas facilitadas por sacerdotes del CIAS.

  • 2. Un año más tarde, junto con el P. Gustavo Podestá, en la misma Parroquia se brindaron una serie de conferencias con el título: “El Hombre nuevo. De san Pablo a Mao Tzé Tung”. Ese mismo año yo estaba en el seminario, y Aguer le preguntó a un superior: “qué hace ese ahí adentro” (“Ese, era yo).

  • 3. Tiempo después fue nombrado rector del seminario de San Miguel por los obispos Bózzoli y luego Silva. Curas amigos me han atestiguado que vieron frazadas que decían Escuela de Mecánica de la Armada.

  • 4. Ya desde tiempos de seminarista, en los que se afirma que entraba a los cuartos de sus compañeros para revisar su correspondencia y realizar las denuncias que una afiebrada mente podría imaginar, fue responsable de que todo el curso viera demorada la ordenación presbiteral, especialmente por sus denuncias contra dos compañeros.

  • 5. Ya en dictadura, Pablo Gazzarri desaparece el mismo día que deja el clero diocesano para ingresar en los Hermanitos del Evangelio (¿justo el mismo día? ¿no hubo un “arreglo” con el Cardenal para que ningún sacerdote fuera tocado?). Un sacerdote, viejo compañero afirmó saber que la denuncia contra Pablo fue presentada por Aguer. Otro sacerdote, por motivos que no puede revelar, afirma estar absolutamente convencido de ese dato.

  • 6. Por otra parte, no sólo Aguer se negó a toda autocrítica de las Fuerzas Armadas, y habló contra ellas, sino que además habló de “venganza” cuando se anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

Ahora, con este nuevo acto, nuevamente Aguer queda del lado de los victimarios, nuevamente es cómplice de los que causan víctimas. Muchos ahorristas fueron víctimas de maniobras fraudulentas por el Banco que los Trusso encabezaron. Y hoy, un arzobispo les da su aval. Poderoso aval, por cierto.

Claro que en esto no es Aguer el único responsable:

  • 7. El Cardenal Quarraccino, no sólo manifestó claramente “relaciones carnales” con la década infame del Menemismo, no sólo alentó decenas de grupos integristas como Fasta, los legionarios de Cristo, en un comienzo las Miles Christi (ahora “bendecidas” por Aguer), e incluso ordenó obispo a Aguer sino que además, propuso a Trusso como embajador en el Vaticano, y su hijo asesor económico de la Sede de Pedro.

  • 8. Cuando Trusso estuvo prófugo, afirman medios periodísticos, estuvo alojado en Miramar, en casa de mons. Sandri, la mano derecha de el Card. Sodano, que es quien hoy lleva las riendas del Vaticano (y sin la “garantía de asistencia del Espíritu Santo” que los católicos reconocemos al Papa).

  • 9. El ex-Embajador Caselli (ahora nombrado “gentil-hombre” del Su Santidad, sic), Quarraccinista, Ruckaufista, Sodanista, Aguerista y Ogñenovichista no parece ajeno a muchos de los pasos y movimientos acá señalados. Incluso no parece ajeno a algunos recientes cambios episcopales incluyendo el nombramiento del nuevo nuncio.

Algo está podrido en mi reino, podría decir Jesús, aunque no esté en Dinamarca, y precisamente hay mucho en juego. Lo que está en juego es nada menos que “ser o no ser” la Iglesia de Jesús. Así de simple, la Iglesia del lado de las víctimas, la del crucificado.

Eduardo de la Serna
Quilmes, 22 de noviembre 2003

DH en Argentina

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