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16jul06


Hay más de tres millones de armas sin registrar.


En la Argentina existen más de tres millones de armas ilegales sobre las que el Estado no tiene ningún tipo de control.

Según las últimas encuestas oficiales, el 12 por ciento de la población declaró que tenía un arma de fuego. Esto significa que en el país hay más de cuatro millones de armas. Pero en los padrones del Registro Nacional de Armas (Renar), organismo encargado de supervisar y fiscalizar todas las armas y los explosivos en poder del público, figuran 1.200.000 armas a nombre de 635.000 usuarios.

Tan serio resulta el problema del mercado negro de armas que la Procuración General de la Nación creó hace un año la Unidad Fiscal de Investigaciones- Renar, destinada a combatir la ilegalidad. Dicho organismo habilitó la línea 0800-666-4378 para recibir denuncias.

A pesar de la sucesión de episodios violentos ocurridos con armas de fuego en los últimos meses, como el caso del agresor serial que conmocionó a los vecinos de Belgrano o el homicidio de Pablo Piccioli, ocurrido en un peaje de la Panamericana, en el Congreso no se sancionó ninguno de los diez proyectos sobre el control de armas.

Además, el Poder Ejecutivo Nacional tampoco envió al Parlamento el anunciado plan de desarme civil. Fuentes oficiales consultadas por La Nación indicaron que la iniciativa no fue acordada por los titulares de los ministerios que deben intervenir en la aplicación de esa norma.

Mientras los proyectos para el control de armas siguen demorados, ayer se produjo una nueva muerte. En Córdoba, un muchacho, de 26 años falleció de un balazo en la cabeza que se disparó con un revólver calibre 38 cuando jugaba a la ruleta rusa. En tanto, en el partido de Merlo, en Gran Buenos Aires, una niña de tres años resultó herida cuando su prima, de ochos años, le disparó con una pistola calibre 22 que pertenecía a su padre.

Esta serie de episodios violentos confirma la estadística oficial que indica que en casi la mitad de los homicidios dolosos que ocurrieron en la Argentina la víctima y el asesino se conocían o los asesinatos fueron el resultado de discusiones que finalizaron cuando uno de los protagonistas disparó un arma.

Hace casi un año, en Hurlingham un remisero asesinó a su vecino y a la madre, molesto porque el perro lo había mordido. La policía determinó que el agresor cometió el doble crimen con una pistola calibre 45 que había sido robada de un juzgado federal de San Nicolás en 1977. Dicha arma había sido secuestrada a raíz de una causa judicial en la que se investigaba el homicidio de un policía.

Tanto esa arma como todas las secuestradas por la Justicia deben destruirse una vez que dejaron de ser utilizadas como pruebas en la investigación de un delito. Pero el proceso, según explicaron fuentes judiciales y policiales, es lento.

La encuesta de victimización realizada en octubre último por la Universidad Nacional de Tres de Febrero concluyó que el 11 por ciento de los entrevistados tenía un arma de fuego en su casa, un resultado similar al del estudio realizado por el Ministerio de Justicia de la Nación. Esto significa que casi uno de cada ocho argentinos tiene un arma de fuego. Mucho menos que en los Estados Unidos, donde, según la ATF, existen entre 238 y 276 millones de armas, lo que equivale casi a un arma por habitante.

En Brasil

Comparada con Brasil, la situación de la Argentina con las armas ilegales aparecería un poco más aliviada. En el país vecino, según estimaciones oficiales existen 17.300.000 armas de fuego. De ellas, 1.700.000 armas están en poder del Estado, mientras que el resto figura en manos de civiles. Hay 6.800.000 armas en los registros oficiales, 4.700.000 armas en el mercado informal y se estima que por lo menos 4.000.000 de armas están en poder de la delincuencia.

Sobre las armas ilegales en la Argentina, las fuentes oficiales consultadas sostuvieron que la mayoría estaría en poder de usuarios que no las declararon por cuestiones económicas y por el sólo hecho de no querer hacer los trámites. "Muchas de esas armas ilegales están en poder de particulares, en sus casas o en polígonos de tiro que, cuando son asaltados, ese armamento pasa a engrosar el arsenal de las bandas de delincuentes. Los ladrones las cambian por droga. Por ejemplo, en el caso de las armas 9 mm o de menor calibre el proveedor es el mismo que vende paco o cocaína", explicó un veterano investigador policial.

En la actualidad las grandes bandas que se dedican a cometer robo del tipo piratas del asfalto compran fusiles FAL o M16 a 4000 pesos. El mercado negro argentino incluye lanzamisiles, como los que los integrantes de una banda que asaltaba bancos compraron a un comerciante que vivía en un country de la zona norte del conurbano.

[Fuente: Por Gustavo Carabajal de la Redacción de La Nación, Bs As, 16jul06]

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