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05oct12


Las armas, los armados y las amenazas


"Piquetero de mierda, qué carajo tenés que estar diciendo que viste una escopeta... ni tu madre te va a reconocer", fue la amenaza que dijo haber recibido César Andino, un testigo que declaró ayer en la causa por el asesinato del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra. Fue el lunes pasado cuando volvía a su casa y dos personas lo llamaron por su apellido para intimidarlo. "Retornaba de Capital de hacer un trámite, cuando bajo del colectivo 148 y, cuando pasé al lado de dos personas, me gritan 'Andino', me doy vuelta y me dicen 'bajá la vista, qué tenés que andar hablando vos'", relató ante el Tribunal Oral en lo Criminal 21. A dos horas de iniciada la audiencia, la abogada del PO, Claudia Ferrero, pidió a los jueces información referida al testigo Enrique Alfonso Severo, quienes respondieron que la familia había denunciado su desaparición, que el Poder Ejecutivo no se había comunicado con ellos y que los únicos datos que manejaban eran los que difundía la prensa.

Cacho Andino -61 años, militante del Movimiento Teresa Rodríguez y gremialista de Smata durante una década y media- había participado de la movilización de apoyo a los trabajadores ferroviarios tercerizados junto a Ferreyra el 20 de octubre de 2010, y dijo que ese día vio a una persona que llevaba un arma y a otra que cargaba un elemento con mango, "como si fuese una escopeta". El dato sobre una escopeta en el ataque donde fue asesinado Ferreyra ya había aparecido en la instrucción, pero cobró importancia en febrero, cuando uno de los heridos, Nelson Aguirre, fue operado para extraerle el proyectil que había recibido en Avellaneda y se determinó que pertenecía a una posta de ese tipo de arma. La amenaza a Andino se produjo luego de haber dado una entrevista en la que instala en la escena del crimen a un tercer tirador que aún no figura entre los acusados. Andino dijo que ese hombre tenía aspecto de "patovica", pelo corto, vestido con ropa de trabajo, y apoyaba el arma larga cruzada en el pecho, que tenía "un mango como de rifle de aire comprimido". Junto con sus compañeros del MTR fue uno de los primeros en ver a la patota de la Unión Ferroviaria descender de las vías.

Sobre el amedrentamiento que vivió el lunes, el testigo dijo que no vio los rostros de esas personas y agregó que luego de amenazarlo se subieron a una moto roja y se fueron. "Me quedé mal, me fui a mi casa y al comedor (del MTR) y pregunté si habían andando preguntando por mí. Me dijeron que no, pero que una moto roja había pasado dando vueltas", señaló. Y precisó que hizo la denuncia en la fiscalía de Florencio Varela, donde decidieron ponerle una custodia de Gendarmería.

Fuentes judiciales calificaron esta amenaza, al igual que la desaparición de Severo durante casi 24 horas, como "un mensaje mafioso" para los testigos que empiezan a desfilar en esta etapa del juicio, "que apuntan a revelar los negocios de la Unión Ferroviaria y la Ugofe, y en ese sentido Severo podía dar indicios de los negocios que siguen funcionando".

Leonardo Francín, empleado de los talleres de Remedios de Escalada, también declaró ayer. "Ese día, a las 7.30, llegaron los delegados del sector y empezaron a reclutar gente para llevarlos a Avellaneda. Les decían que era un acto de presencia, pero los más viejos sabíamos que iban a reprimir tercerizados que tenían previsto un corte de vías para reclamar ser oficializados, como venían haciendo desde hacía siete meses. A mí no me vinieron a ver, yo sabía que no era un picnic, no era ir a River y cobrar", aseguró. Y acusó del reclutamiento a Pablo Díaz.

La jornada del juicio había comenzado con el rechazo a la recusación que las defensas plantearon contra el nuevo fiscal, Mariano Domínguez, quien se incorporó así al proceso en respaldo de la fiscal Luz Jalbert, por decisión de la Procuración. Y luego declaró Osvaldo Vázquez, también militante del MTR, que participó de la movilización de los tercerizados y, al igual que otros testigos, vio a un hombre disparar hacia los manifestantes y los militantes de grupos de izquierda que los acompañaban, quienes ya estaban desconcentrando porque habían desistido del corte de vías. Vázquez describió que la lluvia de piedras que precedió al ataque con balas fue repelida por los habitantes de una villa de emergencia cercana, que arrojaron los proyectiles a los patoteros porque les estaban rompiendo sus casillas de chapa. Tras escuchar al primer testigo del día, los jueces se reunieron con un enviado de la fiscalía que investiga la desaparición de Severo, quien les aportó detalles de la denuncia.

Además de Andino, Vázquez y Francín, también declaró Juan Ramón Molina, otro empleado de los talleres de Remedios de Escalada, que describió cómo "enloqueció" el acusado Cristian Favale y admitió que estuvo en el hecho "atemorizado porque lo habían amenazado con despedirlo" si se negaba a ir.

[Fuente: Por Adriana Mayer, Pag12, Bs As, 05oct12]

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