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08oct14


La segregación racial obliga a una miserable vida de los simba-guaraní en Salta


Tienen los terrenos, pero son pobres y no pueden edificar. Denuncian usurpaciones.

El próximo 10, Félix Romero caminará desde Colonia Santa Rosa, departamento de Orán, hasta la ciudad de Salta. Prometió lastimar su cuerpo cada cinco kilómetros y terminar con su vida en las puertas del Instituto Provincial de los Pueblos Indígenas de Salta si no tiene soluciones para su comunidad. ¿Pero cuáles son las necesidades que le quitan el sueño al cacique de la etnia simba-guaraní, que está determinado a tomar tan drástica decisión? Se podría decir que la desesperación de la máxima autoridad aborigen de la comunidad de unas 57 familias, Dios Ilumina Nuestro Camino, pasa por la posibilidad de perder el sueño de la casa propia.

Es que la comunidad cuenta con un terreno propio que les entregó la municipalidad local, pero hasta ahora solo una madre aborigen pudo edificar un precario hogar con la ayuda de sus vecinos. El resto estuvo acampando por días bajo carpas de nylon, mientras esperaban la llegada de 15 casas que prometió el IPPIS y de la que solo existe una. Para los aborígenes que visitó El Tribuno es imposible construir por sus propios medios una vivienda. La mayoría gana unos $21 diarios por sus trabajos en las fincas de verduras y hortalizas de la zona y tienen miedo de perder los terrenos que les asignaron en manos de otros vecinos necesitados, que ya están ocupando parte del loteo aunque no forman parte de la comunidad. "Hay gente que está usurpando nuestro territorio", graficó el cacique Romero.

"Algunos que viven cerca de los loteos no quieren que nos instalemos los aborígenes. Nosotros tenemos todo por escrito, con todas las constancias. Me molesta que teniendo compromiso por escrito con la gente del IPPIS, todavía no lleguen las 14 casas prefabricadas que prometieron", explicó Félix, de 44 años. Las casas del IPPIS en cuestión son de una absoluta precariedad. La única que está en pie fue construida con madera de poca calidad, que ya se encuentra doblada y afectada por las condiciones climáticas del lugar. "Todavía no hay luz, agua, ni caminos. De esa forma nadie se puede ir a vivir ahí, a la intemperie", opinó Félix. Carolina Salomón, de 24 años, es madre soltera de dos hijas pequeñas, de 5 y 4 años. Vive de la asignación Universal por Hijo. Está en el barrio hace más de seis meses. Es la única aborigen que pudo levantar una humilde casilla de madera. Solo una habitación está techada con chapas y otro espacio tiene por techo un pedazo de nylon. No tiene agua. Sus vecinos le prestan un pico unas horas por día. Con eso lava la ropa y abastece a su familia. Con una jarra tiene que regar una pequeña huerta, con la que espera poder contar pronto con una ayuda extra, para llevar la comida a la mesa. Acelga, arvejas, pimiento y tomates crecen lentamente en su terreno cercado de palos. "El viento me hace volar las chapas. Estamos esperando la casa del IPPIS, pero no sé cuando irán a llegar", declaró Carolina a El Tribuno.

Junto a la casa de Carolina está la única vivienda que levantó el IPPIS. Ahí debería estar viviendo el cacique Félix Romero, pero este decidió pasársela a su hija, que es madre soltera y estaba pagando $500 por el alquiler de una habitación de paredes de madera y piso de tierra. "Ella pagaba mucha plata por una pieza que se gotea cuando llueve. Es madre soltera con dos mellizas y tiene que trabajar todo el día, por eso le entregamos la casa, porque la necesita más que nosotros", dijo Ester, la mujer del cacique Félix Romero, que también es dirigente aborigen de las comunidades del departamento de Orán.

"Esta casa es de madera. Tiene dos habitaciones y una galería. Las casas no vienen con baño, según estamos viendo. Es mentira que el aborigen prefiere vivir sin baño. Mienten así porque no quieren gastar más plata en darle a la gente lo que le corresponde. Pedimos que nos den lo que nos corresponde. Ya vemos que el sol está rajando y doblando la madera. Faltan 14 casas que estamos esperando para la gente de la comunidad", agregó Ester que pidió a las autoridades que no dejen usurpar los terrenos que les fueron asignados.

"Quiero un compromiso"

"El aborigen de nuestra comunidad vive disperso y vive apretado con sus padres y abuelos, porque no tienen donde vivir. Lo que están ocupando nuestros terrenos no son miembros de las comunidades. La gente de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) quiere meter a los suyos, pero esas tierras ya tienen dueño. El municipio tiene que abrir las calles y traer servicios para que la gente se pueda venir", expresó Ester, mujer del cacique.

"Pedimos a las autoridades que no se olviden de nosotros. Saludo a la presidenta de la Nación y al Gobernador, pero le pido al presidente del IPPIS que se preocupe por nosotros. La presidenta de la Nación dice que manda ayuda a las comunidades, pero acá no llega. Esto no es para nosotros, sino para los futuros niños que vienen. Pedimos que vengan y vean", agregó por su parte el cacique, que estaría dispuesto a abandonar la determinación de quitarse la vida si consigue un compromiso por escrito. "Esto no es político. No es algo a favor del doctor Urtubey o del señor Romero. No tenemos nada que ver. Lo que pido es que vengan las autoridades y dejen un compromiso por escrito, porque a las palabras se las lleva el viento. Quiero un compromiso real para levantar a mi comunidad", explicó Félix.

[Fuente: Por Robustiano Pinedo, El Tribuno, Salta, 08oct14]

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