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23mar11


Dinosaurio: La causa que condenó a Luis Miret


El juez de la Cámara de Apelaciones de Mendoza fue destituido. Su vínculo con la dictadura y los relatos de los detenidos que lo involucraron.

Luis Miret está destituido, acusado de complicidad de torturas y secuestros. El Consejo de la Magistratura de la Nación lo halló culpable de haber omitido investigar y efectuar denuncia penal de las lesiones que presentaban los imputados en los expedientes que él instruía. Esos imputados permanecían todo el tiempo vendados, esposados y amordazados, salvo durante los interrogatorios donde eran torturados por personal policial. Entre las pruebas consideradas para acusar a Miret están las declaraciones de fuan Carlos Yanzón, quien relató que estando secuestrado, un día escuchó que venían abriendo celdas, "(se) abrió una de las celdas que estaba al lado mío, y Miret habló con Hugo René Tomini. Tomini acababa de ser torturado y estaba bastante mal y le dijo que cómo se sentía y, por supuesto, le dijo: 'Mal'; y el doctor Miret le dijo 'Bueno, hay que aguantar'. Escuché que decía eso. Y después me vio a mí. Me vio, yo en cierta manera lo vi y me di cuenta de que no era policía, que era un juez o algo así y tenía cierto alivio, porque nos venían amenazando constantemente que nos iban a matar. Lo vi al juez y al día siguiente o a lo dos días nos llevaron y era él, yo presté declaración ante él, en el juzgado". Era de esperar que con un antecedente como este, el juez de la Cámara Federal de Apelaciones de Mendoza fuese destituido. Era cuestión de sumar muchas otras actitudes similares y cotejarlas, con lo que está en los mismos expedientes. Surgiría de manera inevitable aquello de que Miret era "un milico más".

Otro de los testimonios tenidos en cuenta por el jury de enjuiciamiento fue el de María Angélica Hechím. Ella hizo un relato pormenorizado sobre la convulsionada época y las consecuencias de toparse con un juez como Miret. Contó que fue detenida en junio de 1975 y trasladada al D2, donde la encerraron en un calabozo durante diez días. Que la primera tarde fue interrogada con violencia durante algunas horas, ignorando el motivo de su detención, pues ella estaba sólo de visita en Mendoza para solucionar un problema con su pareja -el detenido Prudencio Oscar Mochi- Manifestó que "...en el momento de declarar ante el juez, en ese momento nos llevan a los tres que estábamos detenidos al juzgado. El primer día declara Rosa Benusi y sale en libertad. El segundo día declara Jaime Torrens y queda detenido; y yo pensaba que iba a salir en libertad. Es decir, no había ninguna razón para que yo estuviera allí, y cuando le conté al juez las circunstancias, sin que me asistiera ningún abogado, se puso de pie y me dijo que yo estaba detenida por sospecha de infracción a un número de leyes que no recuerdo. Y, entonces, le dije que cómo podía ser, que eso atentaba contra mi integridad física y mental. El juez me dijo que él era una persona que recibía amenazas de la izquierda y de la derecha. Me dijo que el juez anterior, Agüero, había sufrido que le volaran la casa. Yo lo insulté y le dije que por qué no se dedicaba a otra cosa. Y, bueno, me mandaron a la cárcel. A los dos meses de estar en la cárcel, me llevan al juzgado, no me acuerdo por qué asunto, y en el pasillo me cruzo con este señor que me pregunta si yo, todavía, estaba ahí adentro. No valía la pena contestarle. No le contesté. Entonces me dijo que él había estado sin dormir desde la noche en que me había tomado declaración. Tampoco le contesté. Esos fueron los dos encuentros que tuve con este señor... Estuve dos años presa, prácticamente sin causa; dos años de mi vida que perdí simplemente porque este señor no supo ejercer la función que le correspondía".

Los intentos de Miret por aferrarse a su cargo de camarista federal así como en su rol de profesor en la cátedra de Filosofía jurídica en la Facultad de Derecho de la UNCuyo, resultaron patéticos, como si no hubiese comprendido que el tiempo de los jueces procesistas está en extinción.

Ya lo expresaron tantísimos mensajes de aplauso a la sentencia que circularon por la red social. "Empezamos a poner las cosas en su lugar", dijeron los militantes del Partido de la Liberación (ex Vanguardia Comunista). En ese partido militó el "Chino" Luis Moriña, estudiante de medicina desaparecido en 1976. Venía de una familia humilde y trabajadora, muchos lo recuerdan con su sombrero de heladero recorriendo las calles y una foto del Mendozazo publicada en un periódico local de 1972 lo captó marchando al frente, con unos libros en la mano. Ni Miret ni Otilio Roque Romano -otro camarista acusado de la misma clase de complicidad- activaron la investigación sobre su paradero ni denunciaron a los militares responsables, contribuyendo finalmente a la desaparición del estudiante.

Los que fueron alumnos de Miret en la Facultad de Derecho no se privaron de expresar sus sentimientos:" ĄTanto tiempo esperando que el energúmeno se callara! Aparte de no saber de filosofía del Derecho, tenía la caradurez de escudarse antes de que alguien le preguntara 'a' sobre el Proceso. Este tipo también nos tiene que indemnizar a los alumnos el daño que nos produjo con sus clases megalomaníacas", dijo uno.

Otro de los egresados recordó los años que rigió el manual escrito por Miret como texto obligatorio para rendir Introducción al Derecho, materia de primer año: "No me olvido... no tenía opción de estudiar por otros libros... los puntos del programa estaban armados como el índice del manual, y recuerdo que cuando tocaba el tema de presunción de fallecimiento, él hacía alusión a 'la época de la guerra contra la subversión', o sea que para dar ejemplo del uso de esa institución seguía pensando en una guerra!!!... No tiene cara ahora, Ądebe ir a la cárcel!". "Hace unos años bajando por la calle Coronel Plaza -recordó otro- veo pasar un auto blanco y reconozco a su conductor, Miret, profesor de Introducción al Derecho en la facultad. Queda adelante y en forma distraída me llama la atención la patente AAA, quedé sorprendido, mis compañeros me habían contado que este tipo les tomaba declaración después de haber sido torturados. Y siendo juez y profesor de la facultad, se pavoneaba en su auto con esa patente que era como decir sigo siendo la bestia, pero me muevo como una mariposa entre ustedes. Celebro su destitución en memoria de nuestro compañero Rulo Funes, una de sus víctimas."

Opinión: El juez, la destitución y la historia

Por Maria Josefina Neirotti, Abogada, Integrante de la Comisión Estudiantil por 1os Derechos Humanos y la Ética (CEDHE)

Hoy nuestra Justicia se volvió más justa. Hoy nuestra Justicia dejó de guardar en su seno a un ser que supo denostar de la manera más execrable a la dignidad humana. Luis Miret dejó de "ser" y de "llamarse" juez, por decisión del Jury de Enjuiciamiento que lo sentó en el banquillo de acusados por los más horrendos crímenes que una persona puede cometer.

Hoy Miret dejó de "llamarse" juez, pero la decisió de dejar de "ser" juez la había tomado él mismo mucho antes: cuando decidió convertirse en un eslabón indispensable para la tortura, la violación, la vejación, la muerte. Luis Miret no impartió justicia, impartió impunidad. Lo hizo desde su cetro, el que creyó absoluto e inderrocable. Lo hizo desde la autocracia de sí mismo, con la que embaucó a generaciones bajo el eufemismo del "prestigio", un falso prestigio construido artificiosamente con la sangre de nuestros hermanos.

Cuánto olor putrefacto en el despacho de Miret... donde se ventiló y regodeó el genocidio, la miseria, la desgracia, durante años y años de oscuros tiempos impunes. Pero la historia nos hizo un guiño. La historia reivindicó a los negados, a los dolidos, a los olvidados por la judicatura de aquellos miserables como Miret, y les devolvió la verdadera justicia, la que les pertenece a los pueblos, la que dignifica, que nos da la razón y nos devolvió el sueño. No ha sido ni es en balde la lucha, la memoria, la proyección y construcción de un hombre nuevo, de una Nación nueva.

Hoy tenemos una sociedad más justa, de la que formamos parte todos, que construimos todos. Y es es la victoria de los que nunca descansaron y dejaron todo para que así sea. Y esa es nuestra victoria.

[Fuente: M.E.G., Veintitrés, Mendoza, Arg, 23mar11]

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