Información
Equipo Nizkor
        Tienda | Donaciones online
Derechos | Equipo Nizkor       

24mar16


La peripecia de los mellizos Reggiardo, hijos de desaparecidos argentinos


Matías Reggiardo Tolosa estudió Administración de empresas. Hoy trabaja en el Banco Provincia de la ciudad de Rosario, a unos 300 kilómetros de Buenos Aires. Logró formar una familia, -"escapaba a la idea", reconoce-. Tiene un hijo, "Benjamín, de dos años y ocho meses" y una mujer que le "ayudó mucho" a romper el cordón umbilical que mantuvo, hasta hace cuatro años, con Beatriz Castillo y el ex sub comisario, condenado a cadena perpetua, Samuel Miara. Ambos fueron sus "apropiadores" y los de Gonzalo, su hermano mellizo.

Hijos de Juan Enrique Reggiardo y María Rosa Tolosa, detenidos desaparecidos durante la última dictadura argentina (1976-83) su caso fue diferente al de otros nietos localizados por las abuelas de Plaza de Mayo. "Fuimos los únicos mellizos recuperados" recuerda. También fueron los únicos en protagonizar, "siendo unos adolescentes", una maratón en los medios de comunicación para reclamar que querían vivir con esos padres que creían suyos. Varias veces portada de los periódicos en los años 80 y 90, los mellizos desfilaron por los platós de la televisión y su historia se volcó en el libro "Nacidos en la sombra". Al cumplirse 40 años del golpe de Estado que abrió la etapa más negra de Argentina, Matías reflexiona, "el tiempo juega en nuestra contra. Las abuelas son mayores, se están yendo y nosotros, los nietos, tenemos 40 años o más... Hay una pregunta que nunca va a tener respuesta. ¿Cuántas de esas cuatrocientas embarazadas desaparecidas dieron a luz?"

Difícil tener la certeza de que esa fue la cifra exacta de mujeres secuestradas en estado de gestación por el régimen militar o embarazas por sus represores durante el confinamiento, Matías tampoco sabe con precisión "el día que nací. En nuestro DNI pone 16 de mayo de 1977 pero calculamos, por el libro de partos de la cárcel de Olmos donde estuvo presa mi madre que somos del 27 de abril", reflexiona. "Quizás -observa- algún nieto haya muerto, en un accidente de automóvil o por cualquier otra circunstancia sin saber quién era". La dictadura Argentina dejó esa herencia eterna en una sociedad confusa y contradictoria frente al horror del pasado. "¿Sabes que a Miara le acusaron de ser uno de los secuestradores de Mauricio Macri?", comenta con media sonrisa. "Si lo fue no sé qué hizo con el dinero porque nunca, ni en Paraguay vimos nada", se responde.

A Paraguay se fueron los que entonces eran todos Miara, "el sub comisario descubrió que las Abuelas de Plaza de Mayo les habían localizado", advierte. Matías y Gonzalo eran unos niños de 10 años "cuando el juez Pons nos intentó secuestrar", recuerda. "Aquel día fue clave en mi vida. No lo olvidaré jamás. Volvíamos del colegio y vimos la casa rodeada de automóviles y gente armada. No nos permitieron acercarnos. Intenté correr para abrazar a Beatriz (no se refiere de otro modo a ella) y me lo impidieron". El hombre que lo hacía, Pons, le dijo "no, esa mujer no es tu madre". De este modo, los mellizos Miara empezaron a descubrir que su familia y su vida no eran la que hasta ese minuto creían. Pero la historia no había hecho más que empezar. "Samuel reaccionó, había sido escolta de Perón. Le acompañó en un viaje a Asunción y conoció a Alfredo Stroessner (el dictador). Mantuvo lazos con él y logró que la policía paraguaya interviniera. Apelaron a la soberanía del país y expulsaron al juez Pons".

La secuencia que siguió incluyó una petición de extradición que se logró tras el derrocamiento de Stroessner, un viaje en "avión de regreso a Buenos Aires rodeados de un enjambre de periodistas que no paraban de hacernos fotos", su "entrega a una familia sustituta mientras los Miara estaban procesados", su "devolución" a los Miara "porque los análisis de ADN no coincidieron con los de la familia que nos reclamaba"… De nuevo una mudanza, ahora sí, de Buenos Aires a la casa de Eduardo Riggiardo Tolosa en La Plata, porque los análisis genéticos habían probado que "era nuestro tío". Después las escapadas "para conectar y visitar clandestinamente a los Miara que estaban detenidos y los enfrentamientos con Eduardo" que se desesperaba y no sabía "cómo negociar con unos adolescentes" que, terminaron viviendo con otra familia sustituta hasta que se hicieron mayores de edad. "A nosotros, -recuerda- por la fuerza, de la noche a la mañana, nos prohibieron ver a cualquier persona de nuestro pasado, compañeros de clase, vecinos, gente del barrio. Como si nuestra vida anterior no hubiera existido".

"Nadie tenía el manual para estas cosas", comenta Matías en busca de justificaciones para un proceder que convirtió su vida y la de Gonzalo en una carambola repetida y siniestra de hogares. "Nosotros no fuimos maltratados. Sí, obviamente les queríamos" (a los Miara), reconoce mientras trata de explicar lo difícil que fue superarlo todo. "Si eran peligrosos, como lo son otros padres, que establecieran visitas supervisadas", insiste para reivindicar lo que que ellos querían en aquel momento.

"No me resistí a hacerme los análisis de ADN ni Miara nos pidió que lo hiciéramos. ¿Qué pasa con los que no quieren saber si son nietos de desaparecidos? La ciencia ha resuelto el problema, basta con un pelo.Ya no hacen falta análisis de sangre. Es una invasión, si, pero es admisible frente a un derecho superior. Se cometió un delito y hay que saber la verdad", reflexiona.

"Con 28 ó 29 años volví a vivir con Beatriz y me quedé con ella hasta el 2009". Un año más tarde, "me casé pero la seguí visitando hasta el 2012. Mi mujer me ayudó a ver la realidad". Matías, una vez que asumió "la dimensión del delito porque no tomaba conciencia hasta que se me hizo el click" y llegó a la conclusión de que "Miara es un psicópata", dejó de visitarlos. "No fui más a la cárcel de Devoto" donde cumple cadena perpetua el ex subcomisario y todavía le cuesta trabaja aceptar que "Beatriz nunca dejó de apoyarle" .

Hoy, no siente "nada por los Miara. Es un capítulo cerrado de mi vida". Está convencido de que "si no me hubieran apropiado ellos lo habría hecho otra familia". Cuando se le menciona si existe el perdón interviene, "si eso significa que no vayan a juicio, no, no hay perdón pero", aclara en alusión directa a los Miara, "no vivo lleno de odio ni pendiente de ellos. Son tóxicos"

[Fuente: Por Carmen de Carlos, ABC, Madrid, 24mar16]

Tienda Donaciones Radio Nizkor

DDHH en Argentina
small logoThis document has been published on 29Mar16 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.