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25mar07


El delito era pensar.


Mercedes Prádano vive en Hilario Ascasubi. Su marido, Juan Carlos Prádano, profesor universitario, fue secuestrado en nuestra ciudad en marzo de 1976, tres días antes del golpe del 24 de marzo de 1976.

Esta mañana, en Frente a Cano, la mujer relató que “su esposo había ido con sus alumnos al Parque Independencia. él estaba estudiando el comportamiento de los halcones. Cuando estaba volviendo a casa acá en Hilario Ascasubi tuvo un problema con el auto y se quedó en la vivienda de mi mamá, en Darwin 623”.

Prádano indicó que su madre tenía una pensión y uno de los jóvenes estudiantes que estaba alojado allí era buscado por la Policía de la Unidad Regional desde hacía un año, por un oficial de apellido López.

“Habían pasado tres días y como mi esposo no aparecía empecé a buscarlo.

Encontré, en una agenda de mi madre el número de la Unidad Regional y cuando pregunté por López, me dijeron que era de inteligencia". "Luego, agregó la mujer, me entrevisté con gente del Ejército y me preguntaron: ¿Pero cómo, ustedes no vivían ahí?”.

De inmediato sostuvo que “arrasaron con todo. Ser profesor o estudiante universitario en ese momento era mala palabra. Se llevaron (por los militares) gente pensante, inteligente y buena. Pensar era un delito”.

Admitió que “para mí los militares eran gente que venía a salvar a un pueblo, que eran perfectos, hasta tal punto que pensé que me iban a devolver a mi marido”.

En tal sentido, Mercedes Prádano dijo que un año después de la desaparición de su esposo, el general René Azpitarte “me citó a su casa del barrio Palihue. En esa entrevista, a la que asistí con mis cinco hijos, me manifestó que Juan no tenía vinculación con ningún delito y que iba a hacer todo lo posible para que lo liberaran.

Me fui con tanta esperanza y tan contenta de ese lugar que compré masas de confitería y un reloj para regalárselo a mi marido. Luego me llegó un anónimo diciendo que mi esposo no tendría que haber sido detenido, que me pedían perdón, pero que su cuerpo había sido hallado en La Pampa. Es obvio que cuando Azpitarte dialogó conmigo ya sabía de la suerte de mi marido”.

Comentó después que “tuve que viajar a General Acha para reconocer el cuerpo. Cuando llegué mi miraron como la esposa de un delincuente. Sé que lo mataron el mismo día que lo secuestraron”.

En otro tramo de su relato, la mujer admitió que “me preocupa cómo tomó este tema (por el proceso militar) la ciudad de Bahía Blanca. El año pasado asistí a los actos del 24 de marzo y al otro día La Nueva Provincia no sacó una sola nota al respecto”.

Prádano sostuvo que tras su experiencia “aprendí a escuchar todas las campanas porque no todos los secuestrados eran guerrilleros”.

Por último hizo mención a la desaparición del testigo del juicio contra Etchecolatz, el albañil Jorge Julio López. “Es necesario que todo el mundo sepa la verdad de lo que pasó. Es probable que el hombre ya esté hecho polvo, pero es importante que se sepa quienes lo mataron”, concluyó.

[Fuente: "Frente a Cano" de Radio Universal, Bahía Blanca, Arg, 25mar07]

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