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05dic22


Bolivia, la coca y el narcotráfico


La reciente presentación del Monitoreo de Cultivos de la coca 2021, de la Oficina de Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés) tiene aspectos particulares que ameritan necesarias y urgentes reflexiones. 

No puede pasar desapercibido el retraso de más de tres meses en la entrega del documento, y las razones quedaron expuestas en el acto oficial: el informe de la Unodc afirma que en Bolivia existen 30.500 hectáreas de coca y según el ministro de Gobierno, Eduardo Del Castillo, la cifra solo alcanza a 29.200 hectáreas; es decir, hay 1.300 hectáreas de diferencia. 

Por primera vez, en 19 años de trabajo conjunto, la cooperación internacional presenta un estudio realizado con imágenes satelitales de los años 2020 y 2021; imágenes y/o fotografías obtenidas con drones; información georreferenciada de las misiones de campo y datos proporcionados por instituciones del Estado boliviano, versus un trabajo cumplido por funcionarios dependientes del ministerio de Gobierno de Bolivia cuya fecha, detalles técnicos y alcances no han sido precisados. 

El informe de la Unodc afirma que la metodología de trabajo es la misma que se utiliza hace 19 años en Bolivia. Similares Sistemas de Monitoreo se emplean en Colombia y Perú, productores de coca; Afganistan, Mynamar y México, productores de amapola, y Nigeria, productor de cannabis. Frente a ello, el ministro de Gobierno afirma que urge "trabajar de manera conjunta en una metodología donde reflejemos la realidad boliviana" (sic). Algo así como buscar el sastre que haga el traje a medida del cliente. 

En ese contexto, es pertinente precisar que el informe de la Unodc indica que el Trópico de Cochabamba, que incluye a las provincias Ichilo y Moxos de Santa Cruz y Beni, respectivamente, es la región con mayor incremento de cultivos: 12% en 2020 y 6% en 2021. Y para todos es conocido que en esa zona está asentada la base del MAS.

Frente a la narrativa del ministro Del Castillo, el representante de la Unodc, Troels Vester fue contundente al afirmar que el incremento de cultivos de coca ha ido en aumento sostenido desde 2019 y que ésa es una "mala noticia" asociada, además, al incremento de la demanda de droga en el contexto internacional.

Otro aspecto a destacar es la existencia de cultivos de coca en 6 de las 22 áreas protegidas que existen en Bolivia. El monitoreo de la gestión 2021 refleja un decremento del 4%. Sin embargo, es necesario recordar que en 2014 el INRA otorgó títulos de propiedad individual a 74 sindicatos de colonos que se dedican a la producción de coca en el famoso Polígono 7 del Parque Nacional Isiboro Sécure, medida que cambia la esencia de los resultados. Y no se puede pasar por alto el hallazgo de laboratorios de droga y pistas clandestinas en los santuarios naturales que a todos nos hacen temer por un nuevo caso Huanchaca. 

En enero de 2022 cayó Maximiliano Dávila, el exjefe antidrogas de Bolivia que se convirtió en cómplice y protector de narcotraficantes. En junio la sociedad fue sacudida por el asesinato de tres policías a manos de Misael Nallar y sus secuaces, con una confusa acción policial; además de constantes ajustes de cuentas que se viven sobre todo en Santa Cruz. 

Esas son las urgencias que deberían preocupar a nuestras autoridades más que una metodología especial para medir cocales sin afectar intereses políticos sectarios. Bolivia necesita una política de Estado, seria y efectiva para frenar el avance del narcotráfico, cuyas señales son claras, indiscutibles y muy peligrosas.

[Fuente: El Deber, Opinión, Santa Cruz de la Sierra, 05dic22]

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