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14ago21


Carta abierta a Evo Morales


Debo primero recordarle que usted –incurriendo en la más grave violación y el peor delito cometido contra la democracia boliviana y el Estado de Derecho desde que el país los recuperó a finales de 1982–, optó por desconocer el resultado del referendo del 21 de febrero de 2016. Ese referendo le prohibió –a usted señor Morales, hay que remarcarlo–, postular electoralmente por cuarta vez consecutiva para hacerse de la presidencia de Bolivia. No parece usted darse cuenta de la gravedad de su delito. Peor, no parece que a usted le importe en nada la gravedad de su delito.

Quizá es necesario explicarle las cosas. Desconocer los resultados de una votación y desechar la voluntad expresada en las urnas por parte de la ciudadanía de un país es directamente atentar contra el pilar básico mínimo de una democracia –el voto–, pero es además, y por ello las sociedades se hunden en la tragedia, una abierta incitación a la violencia como modo de resolución de los conflictos políticos en una sociedad. Al desconocer usted los resultados del referendo del 21F puso en marcha una dinámica de desorden institucional y tensión en el país que ya nos ha costado muchas muertes, heridos y damnificados. Al desconocer usted los resultados del 21F le dijo a Bolivia que las cosas a continuación pasarían, de ser necesario, a definirse desde su partido, el MAS, por la vía de la violencia y la fuerza.

Desde octubre de 1982, cuando Bolivia recuperó la vigencia de la democracia y del Estado de Derecho, ningún gobernante del país había optado por desconocer –hasta que usted lo hizo tras el 21F de 2016–, los resultados de una votación nacional. Quebró usted, con su decisión de ignorar y desconocer la voluntad soberana del 21F, tres décadas y cuatro años de institucionalidad democrática ininterrumpida y de consolidación del voto como forma pacífica de resolver los conflictos en una Bolivia que con esfuerzo logró en ese período ir superando lenta y penosamente el desbarajuste institucional que las dictaduras militares habían provocado en Bolivia en las casi dos largas décadas, desde 1964 hasta 1982, de ese ciclo. Gracias a usted volvió el desbarajuste institucional de nuestra aún débil democracia y la violencia y el encono han vuelto a ponerse a flor de la piel de nuestro país.

Es violencia, rabia y creciente odio lo que usted ha sembrado y sigue sembrando en Bolivia desde su partido, un MAS que usted ha convertido en un instrumento ya peligroso. No entiendo cómo es que no le da vergüenza que miles de sus seguidores hayan tomado las calles de las ciudades de El Alto y de La Paz –durante la convulsionada crisis de Estado de octubre/noviembre de 2019 que tanto sufrimiento y dolor provocó por culpa suya y de su ambición prorroguista tan insensata–, coreando la estreme¡cdora consigna de “¡Ahora sí, guerra civil!”. ¿No se da cuenta usted que esa consiga de su partido ya asemeja al MAS al fascismo de la Alemania, Italia y España en la Europa de parte del siglo XX? Gritar con implacabilidad “¡Ahora sí, guerra civil!” es similar al grito de “¡Viva la muerte!” del falangismo español de 1930 hasta fines de 1970. ¿No le estremece a usted que su partido empiece a recorrer caminos de violencia paralelos al de un falangismo que desangró a España con una cruenta y estremecedora guerra civil que liquidó la República en ese país y entronizó la continuidad y perpetuación de su monarquía?

Al desconocer el 21F y buscar luego prorrogarse como presidente perpetuo de Bolivia a través de la ficción de la “reelección indefinida” como “derecho humano” con la que relanzó su candidatura en 2019, usted buscó instaurar una monarquía, la suya, arrasando definitivamente la República de Bolivia y convirtiendo al Estado Plurinacional en una abierta plataforma institucional de su perpetuación prorroguista y dictatorial como presidente del país por tiempo indefinido. ¿No le avergüenza promover y liderar un proyecto político que –con las consignas del etnonacional socialismo del siglo XXI que el MAS enarbola como base de un Estado Plurinacional antirrepublicano envilecido–, cada vez se asemeja más, aunque usted no lo sepa y ni siquiera sospeche, al del nacional socialismo de la Alemania de la primera mitad del siglo XX?

Hay que decírselo claramente, pero con la mayor paz en el corazón: usted y la cúpula de mando mayor de su partido están hoy nuevamente atizando virulentos odios raciales y un clima renovado de confrontación política violenta en escenarios de peligrosísimo riesgo. Al afirmar, con todo cinismo, como lo ha hecho usted este 13 de agosto último, que la Opinión Consultiva de la CIDH –que finalmente legisla de modo ya inapelable a nivel jurídico internacional que la “reelección indefinida” no es un derecho humano– “es un ataque del golpista Almagro y sus cómplices de la derecha”, y al insistir que la reelección indefinida es un derecho suyo, usted echa palabras incendiarias en un país cuya situación empieza ya nuevamente a ser proclive a una nueva convulsión política por la inclemente sed de represión que ya es estructural en su partido. ¿Cómo es posible que grupos de choque del MAS opten por golpear y romper cabezas de marchistas haciendo una demostración pacífica como la del CONADE en La Paz hace algunos días? ¿“Ahora sí, guerra civil”? ¿“Viva la muerte”? ¿No le avergüenza estar otra vez empujando a Bolivia hacia un derrotero de dolor y luto? ¿Para qué? ¿Para volver a ser presidente? Debe usted apaciguarse. Busque un cambio espiritual. Es posible. No olvide que la vida es un don maravilloso y sagrado.

[Fuente: Por Ricardo Calla Ortega, Opinión, Página Siete, La Paz, 14ago21]

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