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14ago16


Achacollo, la costurera que llegó a ministra, va a la cárcel


El 22 de enero de 2010, Nemesia Achacollo atendió su celular y escuchó la voz de Evo Morales que le ordenaba viajar a La Paz y presentarse en Palacio a las siete de la mañana del día siguiente para jurar como ministra. Obedeció sin siquiera preguntar qué cartera ocuparía. El 23 de enero se formó en el hall de Palacio Quemado junto a otras 20 personas.

Levantó el puño izquierdo y con gesto solemne juró por los mártires de la revolución que cumpliría sus funciones de ministra de Desarrollo Rural y Tierras. Achacollo era orgánica, una militante disciplinada, una soldado de polleras que obedecía las órdenes, pero hoy no son los mártires de la revolución ni la patria las que han venido a pedirle cuentas de lo que hizo. Hoy la Fiscalía la tiene presa en el penal de Miraflores y la acusa de incumplimiento de deberes, de no haber parado la sangría de millones de bolivianos desviados del Fondo Indígena. La mujer que ascendió de costurera a ministra, ahora duerme en una celda estrecha, fría e incómoda.

La niña yapacanisense

El 18 de julio de 1967, Manuel Achacollo y Paulina Tola tuvieron a su sexta hija, la segunda que sobreviviría al parto y a la primera infancia. Le pusieron Nemesia, como las flores pequeñas que crecen en el campo.

Vivían en el kilómetro 23 de la Faja Norte de Yapacaní, donde no había médico, ni hospital ni postas, solo parteras. De ese tiempo, Nemesia recuerda el pahuichi junto al río, los árboles frutales y a su madre todo el tiempo enferma. Cree que fue por eso que su padre comenzó a mudarlos de un lugar a otro, a escaparle a la pobreza. Primero fue a Minero, donde había trabajo en la zafra. Después fue a Ñuflo de Chávez, por el lado de Concepción, donde compró una parcelita. Después fue a Berlín, un núcleo de San Julián, donde tenían 500 hectáreas para toda la familia al borde del Río Grande.

Allí Nemesia fue a la escuela lo necesario para aprender a leer y escribir. Lo dejó en cuarto básico, pero sabía lo suficiente como para ayudar a su padre a hacer las actas del sindicato de la zona. Después aprendió corte y confección y su padre le compró tela suficiente como para que solo se dedicara a eso mientras acompañaba a su madre en su casa. A los 21, Nemesia se juntó con Adalberto Mendoza, un chofer con el que tiene cuatro hijos y dejó de acompañar a su padre a las reuniones para dedicarse a cuidar la casa, los niños y a su máquina de coser. Esa iba a ser su vida, pero algo pasó.

"El río se desbordó, se llevó el alambre, el pozo de agua, los cultivos: todo. Así que mi papá juntó $us 3.000 y compró dos parcelas en Choré", contó sentada en la galería de su casa en diciembre.

En el pueblo de San Luis nadie la conocía como costurera, así que Nemesia comenzó a ganarse la vida vendiendo refrescos y empanadas en las reuniones del sindicato. Como estaba allí, la eligieron presidenta del Comité de Agua. Como San Luis tuvo agua, la postularon para concejala suplente de Santa Rosa. Como invitó a Evo Morales a dar una charla en San Luis, se hizo masista cuando nadie quería ser masista en Santa Cruz.

"Teníamos una oficinita de cuatro por cuatro cerca de la exterminal. Como a mí me gusta madrugar, convocaba reuniones a las siete de la mañana. No sé cómo le hacía, pero desde su comunidad se venía y estaba allí a las siete. Era disciplinada y sacrificada. Me duele verla así. A veces pienso que por desconocimiento de gestión le hayan tomado el pelo", reflexiona 'Chato' Peredo, también fundador del MAS.

En 2005, cuando el MAS, los indígenas y los campesinos tomaron el poder, Nemesia Achacollo ya había escalado hasta la secretaría ejecutiva de la Confederación de Mujeres Campesinas Bartolina Sisa. Eso fue suficiente para que Morales le asegurara una banca en Diputados.

Las polleras y los 'oligarcas'

Hacía un año que Evo Morales quería un ministro cruceño para la cartera de Desarrollo Rural y Tierras, pero era una papa caliente. Se lo había ofrecido a otra mujer, pero lo rechazó porque no tenía estructura para administrar Bs 60 millones y temía terminar presa. Tampoco era un trabajo fácil: debía mantener contento a los campesinos siempre sedientos de tierras, títulos agrarios y proyectos asistencialistas y a los empresarios, derrotados tres años antes, obligados a pedir cupos para exportar y quejándose de continuas invasiones de tierra.

Tenían poca fe de que una mujer de polleras pudiera entender y dominar a dos sectores. "No conocían a Nemesia", dice un hombre que trabajó con ella y ahora no quiere ver su nombre en los medios. Mientras mezcla el café, explica que la gestión como diputada de Achacollo pasó desapercibida en la ciudad, pero no en el campo. "Iba a todos los ampliados nacionales, departamentales y locales que la invitaban. Cuando fue ministra sabía con quién negociaba".

A los que no conocía era a los empresarios privados de Santa Cruz, pero Fernando Vincenti, la cabeza de turco del gasolinazo, sí los conocía y le propuso tender puentes. En las primeras reuniones, se dio cuenta de que los supuestos oligarcas eran productores como los campesinos de su sindicato, que tenían demandas parecidas pero a otra escala.

"Su gran ventaja es que conocía la región, que era agricultora, gente de campo, y tuvo una buena gestión", dice Fernando Menacho, expresidente de Fegasacruz.

Si se mantuvo cinco años y ocho meses como ministra, en parte fue porque logró acercar a los empresarios privados cruceños a Evo Morales. "Ella fue una bisagra muy importante. Es una persona que entendía las cosas con una rapidez asombrosa y no fue una ministra que sesgó en el tema de si el productor era grande, mediano o pequeño, tanto es así que conseguimos con ella ampliar el cupo de diésel, regularización de maquinarias, regularización de los desmontes ilegales, la ley de avasallamiento, que el Gobierno obligue al sistema financiero a darnos el 30% de su cartera a los productores", dice Julio Roda, presidente de la CAO.

El Fondo es la cuestión

Cuando trató de canalizar las demanda de los sectores indígenas y campesinos a través del Fondo Indígena, se topó con un pared. "Le decían que ella no tenía nada que hacer con ese dinero, que era suyo", cuenta el hombre de bigote ralo que mezclaba el café.

En 2010, Rafael Quispe, diputado de UD, era mallku de la Conamaq y participó de algunas reuniones del Fondo Indígena. "Nemesia Achacollo no tenía firmeza en sus decisiones. Los del directorio le exigían que los proyectos se aprueben sin mucho trámite porque era un derecho adquirido de las luchas sociales", cuenta el ahora principal acusador de Achacollo. Asegura que la exministra comenzó a aceptar esas exigencias, que se limitaba a recordarle a los directores (que eran los ejecutivos de los indígenas de tierras altas y bajas, de los campesinos, colonizadores y mujeres campesinas) que debían apoyar al Gobierno.

Quispe acusa que ahí se desvió dinero hacia la política en forma de proyectos de fortalecimiento institucional. "Eran recursos para organizar ampliados campesinos que terminaban apoyando al MAS".

Si hoy Achacollo está presa, no es por las obras fantasma o los 200 proyectos que no se concluyeron, sino porque, según el fiscal, entregó en un año electoral (2014) Bs 600.000 a cada organización nacional y Bs 300.000 a las organizaciones regionales para que supuestamente fiscalicen los proyectos del Fondioc. En total se erogaron Bs 2,9 millones que Quispe sospecha que fueron a la campaña de la segunda reelección de Morales. El hombre del café lo duda. "Le pongo un ejemplo: en las últimas elecciones subnacionales entre el 'Flaco' Borda y Reymi Ferreira tenían menos de $us 1 millón para hacer campaña. Eso es Bs 7 millones. Solo a las cuentas de Melva Hurtado (Cidob) se depositaron Bs 22 millones. Alcanzaba para tres campañas. La plata fue a otra parte".

Antes de ser acusada, Achacollo sonaba para ser candidata a vicepresidenta en un futuro no muy lejano. Era una de las cuatro personas que había acumulado poder político en Santa Cruz, pero cayó en desgracia. "Alguien le dio un empujoncito y terminó en la cárcel", dice su excolaborador y añade: "Si se pone a pensar quién se benefició con que ella esté presa, encontrará quién ha ganado más poder en el MAS de Santa Cruz". Para ese momento, Achacollo aguardaba en las celdas judiciales de La Paz su traslado a Palmasola. El hombre del café creía que su exjefa había hablado con alguien, que había pactado pasar un tiempo presa, porque no había indicios de corrupción en su contra, sino de incumplimiento de deberes.

Los cálculos volaron por el aire el miércoles. Achacollo fue llevada a Miraflores, el penal femenino más duro de La Paz. Allí está presa Gabriela Zapata, la expareja de Evo del escándalo CAMC. A ella también le apuntan los masistas cuando buscan responsables de la derrota del 21F

[Fuente: Por Pablo Ortiz, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 14ago16]

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