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03ago16


Carta de Bartolina Sisa a Nemesia Achacollo


Te escribo desde las profundidades de la historia donde mi nombre ha sobrevivido al racismo, la explotación y la muerte. Te escribo para que me lo devuelvas y te exijo que jamás vuelvas a usarlo para disfrazar tus mentiras, tus privilegios y tus pequeñas ventajas.

En la cárcel, donde estuve presa más de un año, antes de que ordenaran mi muerte, tuve mucho tiempo para pensar y he llegado a la conclusión de que peor que nuestros enemigos han sido los traidores que nos han delatado. Los que han usado el cerco y la rebelión para obtener ventajas. Si retrocederíamos en el tiempo tú serías una de esas, una de esas indias delatoras. Una de esas que, aprovechando su condición de india, se hubiera escabullido entre nosotros para sacar ventaja propia. Por eso te exijo que no uses mi nombre; mi nombre no es oro ni plata, no es propiedades ni cargos, mi nombre es historia, rebelión y dignidad.

Yo he sido más fiera que Túpac Katari y he sufrido interrogatorios, persecución y cárcel, porque en tiempos en que las mujeres no éramos ni nombradas, yo comandaba el cerco en El Alto y todos, hasta los españoles, me temían y me respetaban.

Yo he manejado cargas de plata y joyas que sacábamos de los saqueos. Esas riquezas servían para sostener la rebelión, no para hacer fortuna. No éramos ladrones, éramos sublevados. Y había que cuidar entre nosotros el manejo de esa riqueza robada y administrarla muy bien. Yo misma me encargaba de eso y, por eso, en el cerco no nos faltaba nada, todo estaba bien distribuido, bien vigilado, para que nadie escriba nuestra historia como la historia de unos ladrones angurrientos de dinero.

Nuestra rebelión no hubiera trascendido los muros de la historia que escriben los intelectuales letrados si yo no hubiera cuidado con celo esas riquezas y si no las hubiera usado, a vista de todos, para sostener la rebelión. Por eso, hasta mis captores tuvieron que reconocer mi importancia en sus escritos y sorprenderse, en sus acusaciones, del papel que yo he jugado en el cerco.

No basta con ser india para ser digna. No basta con ser india para ser una luchadora. No basta con ser india para ser rebelde al poder opresor.

Tú has tenido poder sobre las tierras, poder sobre el dinero para un pueblo hambriento de comida y de dignidad. Y tú qué sabes lo que es el campo, y tú qué sabes lo que es sembrar una semilla y esperar un fruto que no sale.

Te has dedicado a atender a los patrones de la tierra de Santa Cruz. Tú no has hecho nada por tu pueblo, teniendo una oportunidad única. Has traicionado mi nombre en cada acto de gobierno y, ahora que te juzgan, te niegas a declarar, tienes miedo de la cárcel y quieres usar mi nombre para protegerte de tu propio destino.

Túpac Katari me hizo llamar para comandar el cerco a La Paz porque pensó que yo, una simple mujer, que había sido su mujer, no le iba a disputar su poder y que le obedecería en todo. Yo tomé mis propias decisiones y fui la comandanta del cerco, por eso mi nombre llegó a los oídos de los españoles, porque ahí la que mandaba era yo y, para debilitarnos y derrotarnos, me apresaron. No era una simple compañera, no era ni siquiera la pareja, porque Túpac Katari tenía mujeres por todas partes, por eso soy Bartolina Sisa, la india con nombre propio.

Tú vienes colgada del poder de Evo Morales, sin nombre propio en esta historia, más que para sacar ventaja personal. Tu papel en esta historia no está inspirado en el papel que yo jugué en el cerco. Me ofendes, me indignas y, entre indias, te digo que tú estas hundiendo a nuestro pueblo en la vergüenza. Los patrones de antes van a volver usando tu nombre como ejemplo de legitimidad de su mando, para eso has servido tú.

Yo no sé para qué quieres salvarte. Yo no me salve, preferí la muerte antes que la traición; preferí la cárcel antes que la traición. Yo he hecho lo que tú no eres capaz de hacer, aunque tu camino ha sido más fácil que el mío.

Te juzgo con mis ojos, que se han quedado flotando en el viento del altiplano, y que te han visto gobernar, y te condeno a la vergüenza y el miedo. Voy a venir en tus sueños a hablarte y verás con claridad mi descuartizada cabeza, con la sangre todavía caliente en tu ventana, diciéndote que tú no eres Bartolina. Te condeno a la pesadilla de ser tú misma, te condeno a la pesadilla de dejar de ser Bartolina, te condeno a la pesadilla de ser simplemente, únicamente, Nemesia Achacollo.

[Fuente: Por María Galindo, Página Siete, La Paz, 03ago16]

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