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03jun19


Son bolivianos los que trafican con mujeres a Perú y Chile


A sus 21 años quería cambiar su estilo de vida. Quería dinero para pagar sus estudios. Ana, hace tres años, cayó en las redes de trata y tráfico de personas. Contactó a su proxeneta por redes sociales y este le prometió que iba a ser cocinera de un reconocido restaurante de Calama, en el norte de Chile. Agarró sus pocas pertenencias y recuerda el día de la despedida con su madre: ella no quería soltarle las manos. En medio del llanto se fue. Cruzó la frontera en bus y un compatriota la recibió en la ciudad chilena. Ese día, uno de noviembre de 2017, empezó lo que ella llama la peor desgracia de su vida.

Ni bien pisó suelo chileno ya no tenía en manos sus documentos. Los propios bolivianos que la llevaron, le pidieron su cédula con la excusa de hacer trámites. El recorrido desde la terminal de buses hasta donde viviría solo tomaba 15 minutos. Miraba la ciudad y no le sorprendía nada. Llegó a una vivienda discreta y la introdujeron a un cuarto.

Ahí llegó otro boliviano, al que le decían don Félix, quien fue el encargado de decir la verdad. Desde ese día era víctima de trata con fines de ser explotación sexual. Don Félix la amenazó: si se quejaba, iban a matar a sus padres, que vivían en Cochabamba. EL DEBER logró dialogar con cuatro víctimas de trata y tráfico de personas. Son mujeres y ahora están en un albergue en la ciudad de La Paz. María vivió algo similar a lo de Ana, pero ella fue reclutada para ir a la zona minera del Perú.

Quería cambiar su vida y dejó a su hijo a cargo de su hermana, luego de leer en el periódico un anuncio de trabajo en el país vecino. Sus tratantes, también bolivianos, la contactaron en El Alto y de ahí la llevaron hacia Juliaca. En esa ciudad estuvo tres días. No salía de una habitación y una señora peruana la atendía. De ahí cruzó 263 kilómetros. Llegó a Mazuko, una localidad minera en plena selva del Perú. María no sabía lo que pasaba.

El boliviano que la llevó con la excusa de que iba a ser cocinera empezó a tratarla mal y ya en esa ciudad le dijo su triste realidad. Iba a ser explotada sexualmente. El compatriota la dejó sin sus papeles y se despidió con una amenaza.

Si hablaba iba a matar a su hijo de solo dos años. "Yo ni sabía dónde estaba. Era un lugar caliente. Luego me enteré que era una ciudad minera, que era Mazuko. Estaba en un bar que tenía piezas. Ahí me obligaban a tener sexo con mineros, la mayoría eran borrachos. También me obligaban a tomar (alcohol). Estuve como cuatro meses. En el día también abría el bar. En ese pueblo no había reglas. Logré escapar una mañana y de inmediato me contacté con militares de esa zona", relata María.

Minería y trata

La jueza titular de la Corte Suprema de Justicia de Perú, Elvia Barrios Alvarado, señala que la trata y tráfico de personas se volvió en un negocio ilegal tan rentable como el narcotráfico o el contrabando. La magistrada coincide en que las redes operan sobre todo en regiones donde existe minería ilegal.

"Yo siempre hablo de la feminización de la trata. Muchas mujeres caen debido a la pobreza, desempleo, falta de oportunidades y migración; eso hace posible que los seres humanos sean víctimas de trata y de tráfico de personas, que sufren la violación de todos sus derechos fundamentales", detalla la jueza Barrios.

Según un informe de la brigada investigadora de trata de personas de la Policía de Investigaciones (pdi) de Chile, la mayoría de las redes en el norte de ese país -donde hay minas legales- son dominadas por ciudadanos bolivianos. El documento muestra los últimos tres arrestos a compatriotas que llevaban mujeres nacionales a esa nación con la excusa de trabajo serio.

Ana relata que "varias" bolivianas son explotadas sexualmente en las ciudades de Calama, Iquique, Arica y Antofagasta. Muy pocas llegan a Santiago por los controles del PDI. "Calama es una zona minera y hay mucho dinero. En esa ciudad hay muchos bolivianos. Los hombres se dedican a la minería y lamentablemente la mayoría de las mujeres caemos en esta desgracia", lamenta.

Explotación de origen boliviano

La víctima agarra su teléfono y muestra imágenes que guardó. Llora y tiene vergüenza. La fotografía es de un pedazo de papel periódico en el que se ofertaba los servicios sexuales de Ana. "boliviana joven, recién llegada. 150.000 pesos con trato de pololos (enamorados)", dice el anuncio. Ella era ofertada por el valor de 150 bolivianos.

La jefa de la División de Trata y Tráfico de personas de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc), capitana Gaby Coca, admite que Bolivia es un país de origen, destino y tránsito de este delito. Pone a Chile y Perú como las rutas más cotizadas para explotar sexualmente a bolivianas en esas naciones.

"Tenemos casos con Chile y Perú de explotación sexual. Con Argentina son casos de explotación laboral, con Brasil también. Bolivia es un país de origen, tránsito y destino. Salen personas de acá, llegan del exterior y algunos casos están de tránsito a otros países para fines de trata y tráfico", remarca coca.

La autoridad policial destaca que la necesidad económica es la principal razón por la que las personas caen en manos de las redes de trata y tráfico. Coca añade que ahora las herramientas de reclutamiento más utilizadas son las redes sociales.

Otras historias

Viviana es un caso alarmante. Ella tarda en revelar su tragedia. Al principio habla de todo menos de su calvario. Tiene 19 años y es de Santa Cruz. Hace un año fue rescatada de un prostíbulo en Iquique. Pero para llegar a esa ciudad pasó por un suplicio que no olvidará nunca. La mala relación con sus padres y la falta de recursos económicos la obligaron a migrar a La Paz. En esa ciudad conoció a su tratante. Al principio era un tipo amable, cariñoso y, sobre todo, cooperador.

"Me ayudaba, quería ingresar a la universidad y necesitaba dinero. De un día a otro cambió y empezó a golpearme. No pude escapar y luego me llevó a Chile. Ahí, junto a sus amigos, me prostituyó. Por suerte logré salir de ese mundo", relata Viviana.

La salida ilegal de adolescentes y jóvenes hacia chile se hace generalmente por las trancas de Oruro. Ahí no hay control efectivo y las mujeres logran pasar para ser explotadas, ya sea sexualmente o laboralmente.

En el caso del Perú la salida común es por Desaguadero. De ahí, las víctimas son trasladadas a puntos mineros, como La Rinconada, Mazuko o Puerto Maldonado. Juana pasó por todas esas zonas. Fue obligada a prostituirse por una red boliviana-peruana

[Fuente: Por Iván Paredes Tamayo, El Deber, Santa Cruz de la Sierra, 03jun19]

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