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02ago15


Potosí puso en primer plano un desafío crucial para Bolivia


Las primeras noticias del conflicto se conocieron a principios de mayo. El día 13, la dirigencia cívica llamó a un paro de actividades con el fin de exigir más atención del Estado. El paro fue de 24 horas.

Entonces, un desconocido dirigente para este lado del país, Jhonny Llally, declaraba ante los medios que "el pueblo en general determinó este paro movilizado porque otros departamentos están siendo atendidos mientras el pueblo potosino sigue siendo postergado".

Así, con las palabras de Llally, presidente del Comité Cívico Potosinista (Comcipo) -y quien se convertiría en punta de lanza del movimiento-, ese departamento ingresaba en el conflicto más largo de su historia. No obstante, en ese ínterin, pusieron en primer plano el problema de fondo que tiene el país y que debe superar: el extractivismo y la dependencia histórica de las materias primas.

Tras protestas y paros de actividades en Potosí, los movilizados decidieron partir rumbo a la sede de Gobierno. El 11 de julio llegaron a La Paz y protagonizaron una serie de movilizaciones, hasta que el 25 de julio lograron que el Gobierno negocie con ellos, con algunas de las condiciones que establecieron, como que el diálogo sea transmitido por el canal estatal.

Lo que dejó entrever

El 29 de julio, los movilizados se marcharon sin lograr concretar los proyectos "clave" que propugnaban en su pliego petitorio. Sin embargo, la mayor virtud de los potosinos fue poner en la palestra la principal dificultad que aqueja a Bolivia, desde su fundación, sostiene el analista Mirko Orgaz.

"El conflicto potosino ha tenido la virtud de clarificar el problema de fondo de la nación boliviana: salir del modelo dependiente y empobrecedor que soporta desde su fundación como república", afirma.

La raíz de su demanda tiene que ver con dos cuestiones fundamentales para el país, dicen los especialistas: 1) el descenso del precio internacional de las materias primas; y 2) el desafío -y la necesidad- de salir del "modelo extractivista".

Sobre el primer punto, el investigador Rodolfo Eróstegui -autor del libro El cerro nuestro de cada día- afirma que el reciente conflicto tuvo que ver con las "necesidades insatisfechas" del pueblo potosino, en cuestión de infraestructura y salud, principalmente.

No obstante, este especialista considera que la agudeza de la protesta está relacionada con la caída de los precios de los minerales y el afán de la población de ese departamento de garantizar fuentes de trabajo. Eróstegui considera que con el descenso de los precios de los minerales se multiplicará el desempleo y, además, se registrará un descenso en el movimiento económico que emergió a raíz de las altas cotizaciones.

"Me atrevo a decir que éste es un golpe a los trabajadores mineros más duro del que ocurrió con el 2006. En el 2006 eran 23.000 trabajadores. Ahora, estamos hablando de más de 100.000 trabajadores vinculados a la minería. Entonces, ellos saben que van a salir y no tienen dónde ir a trabajar", expresa.

Eróstegui considera que debido a ese factor los movilizados demandan la construcción de empresas para que el movimiento económico que se generó siga vigente.

"Lo más lógico que suele ocurrir es que toda esta gente que llega a un centro minero se va cuando caen los precios minerales", afirma, antes de sostener que cuando pasa aquello los precio de las viviendas y de diversos productos desciende. "No sólo es que haya desempleo. Todo empieza a caer, la actividad comercial comienza a declinar, incluso el precio de las viviendas baja", expresa.

Salir de ese modelo, garantizar fuentes de empleo e impulsar el desarrollo productivo (generación de energía vía hidroeléctricas o la fábrica de cemento, por ejemplo) son parte de los impulsos de las protestas potosinas, dicen los consultados.

"Ellos, lo que quieren es garantizarse fuentes de empleo. Pero este tipo de actividades debía haberse puesto en marcha hace mucho. Pero no, la reacción ha sido reciente", expresa Eróstegui.

Orgaz afirma que Potosí es el departamento "más extractivista del país" y que más allá de sus 26 demandas, en el fondo, la dirigencia de Comcipo busca "salir del pozo del modelo improductivo que lo ha llevado a depender invariablemente de los ciclos de demanda de materias primas, determinados por el sistema capitalista, y que lo ha dejado sin desarrollo".

El epicentro del conflicto

El problema es en Potosí, pero tuvo como epicentro a la ciudad de La Paz. Si bien hubo movilizaciones y paro de actividades en ese departamento, la llegada de la dirigencia potosina fue más efectiva en la urbe paceña.

"La Paz es sede de Gobierno y concentra el poder político y la capacidad económica del Estado. Como los mineros y cocaleros en su momento, los potosinos trasladaron el conflicto hasta la sede del poder político en busca de soluciones a sus demandas", explica Orgaz.

Por su parte, Eróstegui sostiene que la movilización de cualquier sector tiene más impacto si se efectúa en La Paz, que es el lugar donde se toman las determinaciones.

"La toma de decisiones es en La Paz, aquí se desarrolla todo. No desestabiliza ningún gobierno un bloqueo de Potosí, un paro en Potosí no desestabiliza, pero sí la presencia de miles de personas de Potosí en la ciudad de La Paz", comenta el experto.

Agrega que para probar esto es necesario comparar las protestas que se desplegaron en Potosí y las que se encararon en La Paz. "Ellos sí lograron atraer la atención aquí en La Paz, y eso es porque trasladaron el conflicto a la ciudad de La Paz", manifiesta.

La salida al problema

Orgaz considera que es "imprescindible continuar con el diálogo" para alcanzar soluciones a este tipo de conflictos, pero considera que las negociaciones que se encaren deben ser con "resultados".

"Un diálogo mirando nuestra historia. En lo concreto, Potosí necesita muchas cosas, entre otras, energía, que es igual a desarrollo para garantizar los emprendimientos industriales que exige: fábrica de cemento, parque industrial, industrialización del litio y los minerales que hoy se van como concentrados al mercado internacional", considera este comunicador.

El planteamiento de Rodolfo Eróstegui es que aún se pueden desarrollar actividades vinculadas a la minería, con la creación de puestos de empleo, en ámbitos que van desde la minería pasando por la artesanía y la creación de camélidos (tejidos e hilados).

"Hay que hacer un trabajo multidisciplinario con la gente, con la población, para poder vincularla a otro tipo de actividades que son tal vez menos rentables de lo que fueron en esos años la minería, pero sí les van a permitir vivir y tener una gran actividad y un gran atractivo", expresa.

Para cerrar, es bueno reflexionar en torno a la mirada más nacional que plantea Orgaz respecto del conflicto reciente: "Potosí y Bolivia necesitan salir de la dependencia que la sumió en la pobreza más oprobiosa, desplegando un modelo de desarrollo productivo, industrial y con soberanía tecnológica a la altura de los desafíos del siglo XXI".

[Fuente: Por Pablo Peralta Miranda, Página Siete, La Paz, 02ago15]

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