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10ene16


Chiflan a Canedo en el acto de campaña por el SI presidido por Linera


La campaña por el SÍ no arranca. La del NO tampoco. Quienes deberían activarlas parecen presas del pánico y de la incertidumbre. El referéndum constitucional del próximo 21 de febrero en el que se somete a votación la posibilidad de modificar parcialmente la carta magna para permitir una nueva reelección de la actual dupla presidencial para el periodo 2020-2025 se ha convertido en algo así como una pesadilla, un mal sueño que no está permitiendo disfrutar como se debe la temporada estival, como quien se deja el viernes tarea sin hacer y no deja de pensar en ello hasta el lunes.

Lo grave, aseguran en círculos disidentes, es que ni el propio Evo Morales parece haberse dado cuenta de cuanto se juega en el sprint final al que una vez más los suyos lo han empujado. Su equipo de campaña, entre los que se cuentan algunos de los ilustres que propiciaron el ridículo de las subnacionales, no tiene más plan que dejar pasar el tiempo entre bravuconadas y orgías mediáticas y tan pronto termine el Carnaval cultivar la imagen del líder, como siempre, acaparando pantallas por doquier y agitando los fantasmas de siempre. "O Evo o nada" a pesar de que la receta ya ha dado resultados evidentes en los paraísos paralelos de Venezuela y Argentina.

Al otro lado, la oposición quiere y no sabe cómo articular una campaña por el NO más o menos limpia que no permita justamente despertar los "fantasmas del neoliberalismo" que apenas asustan pero que cobran otro cariz entre los Tutos, Samueles y compañía. Una campaña más pedagógica y democrática sin apelar a los "dictadores" o "golpes de Estado" que no casan cuando justamente se está convocando a las urnas.

Los recientes terremotos políticos en Venezuela y Argentina, por muy avisados que hayan venido, han causado sus efectos de terror en unos y de euforia desmedida en otros. Unido a la ausencia de sondeos serios, el referéndum está más que abierto y los detalles pueden acabar decidiendo la única elección verdaderamente impredecible en la última década según coinciden los estrategas de uno y otro lado.

Como también coinciden en que el único que de verdad está exponiendo algo es el presidente, ni siquiera el Movimiento Al Socialismo (MAS), tocado de muerte gracias a los manejos del lado oscuro del poder, ni tampoco el vicepresidente, que ha amarrado su destino al de Evo Morales sin que nadie lo someta siquiera a una mínima votación en las bases.

Convencidos de que sea cual sea el resultado los actuales mandatarios agotarán la legislatura (¿de verdad nadie contempla una renuncia en caso de estrepitoso fracaso?), ni siquiera los líderes de la oposición están dispuestos a sufrir un desgaste hasta que el panorama no sea más claro. Ni que decir de los líderes regionales electos que han dejado de lado muchas de las banderas en favor del pragmatismo de la gestión o de los poderes económicos, sometidos hasta la saciedad.

¿Quién eligió al Vice?

El Movimiento Al Socialismo (MAS) ha quedado tocado de muerte con el escándalo del Fondo Indígena y las decenas de millones de dólares desviados según unos a cuentas particulares, según otros a actos de partido y todavía en investigación en la fiscalía.

El MAS es mala palabra y ha provocado una primera hecatombe. No hay masas a quien convocar, ahora que todos son sospechosos de desfalco. Hasta el logo de la campaña se ha tornado a un color verde - Demócratas olvidando whipalas y los tradicionales azul, blanco y negro.

En Tarija, entre otros ejemplos, el movimiento indígena campesino que sin ser mayoritario tras la división con Luis Alfaro y otros todavía arrastraba a un poderoso aparato acaudillado por la bartolina Julia Ramos, hoy guardada en la cárcel de Miraflores de La Paz por el tema Fondioc, ha quedado totalmente desconectado.

El MAS se ha entregado a los ricos y poderosos que pudieron ocupar los puestos de salida en las elecciones nacionales o subnacionales, como admitió Sergio Gallardo, que eludió su candidatura a la alcaldía por no tener recursos suficientes. En cualquier caso, la sustitución de fuerzas no ha dado resultados.

El miércoles, la multitud congregada en el parque Temático de la capital tarijeña dedicó una sonora silbatina al vicepresidente Álvaro García Linera cuando aparecía con la "estrella" del neomasismo chapaco, Pablo Canedo, quien parece no haber perdido su atractivo entre los poderosos del Gobierno de La Paz pese al catastrófico resultado electoral de mayo.

Si el paso de los vehículos de apoyo del Dakar por Tarija formaba parte del cronograma de actos de campaña en tierras delicadas, el resultado fue bochornoso. Los tarijeños salieron a las calles, si, a saludar y brindar una agradable bienvenida a la multicolor caravana del Dakar, como se le da a cualquier extranjero y visitante que se acerca al hermoso valle por los habitantes de este lugar del mundo. Que nadie se confunda, todos sabían lo que había. Lo de la silbatina fue otra cosa.

La presencia de Álvaro García Linera en campaña sigue siendo paradigmática. Los movimientos sociales pidieron el referéndum para lograr que Evo Morales se mantenga en el poder hasta el 2025. Nadie habló de duplas. Pero en la pregunta constitucional el actual vicepresidente apareció blindado con nombre y todo al lado del presidente en una maniobra, como tantas, digna de análisis.

El Fondioc ha convertido en malos a los propios que no han dudado en acusar a una "mano blanca" de todos sus males. Los propios lo tienen claramente identificado y acusan a Álvaro García Linera de haber restado votos propios y no haber atraído ninguno del otro lado. Más al contrario, el movimiento se ha visto sometido a una serie de presiones y espectáculos poco coherentes con el mensaje (como la maxicelebración de la carrera Dakar, mezcla de niños ricos y marcas transnacionales experimentando).

Con un si, la suerte está jugada. Con un no, el debate de la dupla se aplaza hasta 2019.

Los del SÍ y los del NO

Las cuentas cuestan cada vez más. Ni las elecciones de octubre de 2014, ni las subnacionales de 2015, ni mucho menos las de los referéndum autonómicos de septiembre quieren usarse como referencia.

En octubre de 2014 Evo Morales cantó una victoria atronadora que le dieron en primera instancia las encuestadoras privadas. Con esos datos y no los del TSE lo empujaron al balcón de plaza Murillo el mismo 12 de octubre. Después se supo que se conservaban los dos tercios luego de tumbar a los diputados del MSM que no llegaron al 3 por ciento y que se había ganado en ocho de los nueve departamentos del país, incluyendo los deseados Tarija y Santa Cruz.

Luego se supo que el porcentaje fue menor (61% por ciento) al anterior y que en sus feudos tradicionales de occidente había perdido márgenes muy elevados de apoyo. En cualquier caso el enorme margen respecto a su primer seguidor, al que dobló en votos y su avance en la Media Luna impidió la autocrítica y sacó lustre al resultado.

Las subnacionales fueron otra historia, se perdió donde se esperaba (Santa Cruz, Tarija) y donde no se esperaba: ¡El Alto! Forzando la máquina al límite se triunfó en Chuquisaca y en la segunda vuelta de Beni. Los resultados fueron en general muy malos, pero ya para entonces la maquinaria electoral y la "comunicación del Pocholo", como calificó el ex asesor Walter Chávez, al nuevo equipo que rodea al presidente Evo Morales, negó cualquier tipo de disidencia aplicando técnicas estalinistas de castigo y exilio.

De los referéndums autonómicos mejor ni hablar. Se perdieron todos. Sin excepción.

Hoy no hay estrategia clara de que departamentos y municipios son recuperables y cuales se perdieron para siempre. Es evidente que no todos los bolivianos pesan lo mismo en las urnas, pero también es evidente que no todas las victorias pueden festejarse de la misma manera.

La crisis, como la campaña

La campaña no acaba de arrancar, algo así como la crisis que se avecina. Miles de trabajadores a todos los niveles están quedando desempleados, tanto en el sector privado como en el público ante la expectativa no solo de la caída de ingresos ya presupuestada sino de la que viene. En todo el último trimestre de 2015 el barril de petróleo ha estado por debajo de los 45 dólares presupuestados por el Estado para 2016 por lo que el impacto será directo sobre los ingresos por ese concepto, que aun en este contexto siguen siendo los principales para gobernaciones y alcaldías.

Miles de trabajadores que ahora mismo se confunden con veraneantes o personas de vacaciones habituales en estas fechas, pero que pronto se convertirán en una carga social y en una amenaza para eso que el ministro de Economía Luis Arce Catacora considera el motor de la superdotada economía boliviana: "El consumo interno".

No se puede negar que en esta última década se ha fortalecido y mucho el ahorro interno (aunque luego el Gobierno lo haya utilizado para invertir en la gran banca transnacional), pero también es cierto que nunca se ha puesto a prueba, como lo que se avecina. Si bien los bancos han controlado los niveles de endeudamiento con celosa rigidez (salvo algunas excepciones), los gastos familiares también se han llevado al límite.

No parece que los bancos vayan a sufrir excesivamente, salvo alguno que ha abusado de engrosar su cartera a costa de funcionarios públicos que nunca lo son del todo y que suelen terminar en la calle al cambiar de bando la institución.

Que esta situación se iba a dar al final de la gestión de 2015 se conocía mucho antes de que se convocara el referéndum del 21 de febrero. De momento nadie tiene diseñado un plan de contingencia social como si lo hubo de contingencia política: Acelerar al máximo para ir a las ánforas antes de sentir los efectos de la crisis en las familias. Veremos cómo termina el asunto.

[Fuente: Por Miguel V. de Torres, La Mano del Moto, El País, Tarija, 10ene16]

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