Militarismo y drogas
Narcotráfico y Política

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Narcotráfico y Política
Militarismo y mafia en Bolivia


Presentación[*]


La presente publicación pretende únicamente analizar los nexos que existen entre el narcotráfico y la política en el caso específico de Bolivia.

Los problemas que emergen del narcotráfico y de la drogadicción son sumamente complejos. Tienen relación con el tipo de sociedad de consumo imperante en los países industrializados, así como con la economía. Sólo en Estados Unidos el tráfico de drogas alcanza anualmente un volumen de transacciones económicas que superan los 50.000 millones de dólares. Tienen relación también con la salud de los adictos a su consumo, implicaciones policiales con respecto al tráfico ilegal, a la violencia, al crimen que, con demasiada frecuencia, forman el cortejo sangriento que acompaña al comercio y al uso de las drogas.

El presente trabajo no pretende abarcar todos esos aspectos. Se limita a analizar la relación entre narcotráfico y poder político en uno de los países en los que la producción de la pasta básica de cocaína y la fabulosa cantidad de dinero que ella ha generado, han influido de un modo tan determinante como negativo.

La producción, la elaboración y el tráfico de cocaína en Bolivia, en términos de política nacional e internacional, le han sido totalmente adversos. El 60% de la cocaína que ingresa a los Estados Unidos es de origen boliviano, aunque sean colombianos los que mayormente intervengan en la etapa final de la «cristalización» de la cocaína y en la internación ilegal a ese país, en connivencia con los grupos mafiosos que operan mayormente en Florida.

El desafío al cual se ha querido responder es el de descubrir y cuantificar la interrelación entre narcotráfico y política en Bolivia. Precisando más el objetivo podríamos decir que se ha buscado ver la mutua relación entre los narcotraficantes y su poder político real. En una especie de interrelación de fuerzas corruptas, aparecen los narcotraficantes haciéndose con el poder y los poderosos, haciéndose narcotraficantes. Los autores llegan a una conclusión que no puede menos de llamar la atención a nivel internacional: la mafia boliviana, superalimentada económicamente por los «cocadólares» no solamente tiene poder; es el poder mismo. Su desproporcionado e ilegítimo poder económico se ha convertido en un poder político absoluto y dictatorial.

El asalto al poder se lo hace a través de los golpes de estado. El golpismo en Bolivia (al menos en sus ediciones más recientes) surge, cada vez con más frecuencia y con menos viabilidad, empujado y manipulado por el narcotráfico. Unas veces para proteger a los narcotraficantes y otras para impedir que un gobierno constitucional investigue toda esa actividad ilegal.

El narcotráfico es la médula del fascismo boliviano, un fascismo, que, al no contar con el aparato partidario eficaz, se ha mimetizado con la cúpula militar y ha instrumentalizado toda su estructura en función de sus intereses.

De otro lado, los narcotraficantes bolivianos, por intermedio del todopoderoso coronel Luis Arce Gómez, han logrado formar una especie de «guardia pretoriana» que protege celosamente la producción y el comercio internacional de la droga: son los paramilitares. Ellos constituyen la razón del inmenso poder intimidatorio de Arce Gómez. El gobierno constitucional que pueda establecerse en Bolivia, por más apoyo popular que tenga, se verá peligrosamente amenazado por quienes se sienten más poderosos que el propio Estado.

El equipo constituido por Latin American Bureau no ha pretendido hacer un trabajo de investigación erudita. Casi toda la documentación que ha manejado ha salido ya a la luz pública. Los periódicos y las revistas de mayor prestigio internacional han publicado numerosos trabajos referentes al «boom» de la cocaína y a las implicaciones políticas que los «coca-dólares» han tenido con relación al golpismo en Bolivia. Es la prensa internacional quien, precisamente, se adelantó a denunciar al gobierno de García Meza como el gobierno de los narcotraficantes. Era necesario sistematizar tanta documentación dispersa, no sólo con el afán de ofrecer un resumen, sino, y sobre todo, para llegar a sacar algunas conclusiones importantes y prácticas.

La estructura del libro es sencilla. En una primera parte se analiza muy someramente el salto histórico que se da desde la coca hasta la cocaína. Desde la coca, como materia prima, ancestral y con gran significado telúrico para los pueblos aymaras y quechuas hasta la cocaína, la droga preferida por los artistas, por los ejecutivos y por las clases sociales más sofisticadas de los países industrializados.

En la segunda parte y entrando ya en el objetivo propio de la publicación, se analiza el cómo y el por qué la mafia se hace con el poder en Bolivia y el papel protagónico, que en esta actividad delictiva les cabe a los grandes «padrinos» y, particularmente, a un nutrido grupo de jefes militares. Pero esa mafia no hubiera podido llegar al poder sin la colaboración, no pocas veces criminal, de los grupos paramilitares, organizados y entrenados por connotados neonazis extranjeros.

El último capítulo se refiere concretamente a las implicaciones que, en todo el problema del narcotráfico y de la toxicomanía tiene Estados Unidos como víctima y como culpable.

El libro, aunque en algunos de sus capítulos parezca una historia novelada, es palpitante como la propia realidad que analiza. Sus datos estremecen y sus conclusiones suenan a denuncias. El mundo actual se enfrenta a uno de los problemas de más dificil solución: el problema de las drogas.


Nota de la edición digital.
Este libro fue publicado en el año 1982. La presente edición sólo se diferencia de aquella en el agrupamiento de los anexos en un capitulo aparte al final del libro.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights el 05jun01
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