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DERECHOS


19jul08


Cuando María Música Sepúlveda recordó algunas verdades a sus mayores


Fortín Mapocho, desea pasar un mensaje a las autoridades de gobierno, pues el resto de la ciudadanía, explotada, vejada y humillada diariamente, entiende perfectamente el mensaje implícito en el acto de María Música Sepúlveda. Mensaje que sólo la Sra. Presidenta y el conjunto de su gobierno, y no olvidemos al 5% de privilegiados de este país, parece ignorar.

Cuando el gobierno recurre a la violencia callejera no puede esperar otra reacción que la defensa ciudadana. Defensa que es legítima. La misma defensa que aquellos que hoy gobiernan, bien arrellanados en sus oficinas, manifestaron – o enviaron a otros a manifestar – durante los vergonzosos días de la dictadura, cuando se atropellaba impunemente los derechos humanos. Los mismos derechos humanos que hoy se atropellan cuando se niega el derecho constitucional a estudiantes y profesores de expresar su opinión.

La ministra, Sra. Mónica Jiménez, destaca su voluntad de diálogo, pero al mismo tiempo envía una ley al Congreso sin discutir una línea con los principales afectados. Equivocadamente ella, y su gobierno entiende que los afectados son sólo los estudiantes y profesores. Olvida a los padres y apoderados a aquellos que asumen su responsabilidad, 24 horas sobre 24, de enviar a sus hijos al colegio y velar por su educación. Un ser que entenderá después de una vida de estudios que su esfuerzo se traducirá en vocación de servicio a la sociedad, la misma que le entregó los medios para formarse.

Sin entender nada de nada, la ministra y su gobierno siguen impulsando una ley que la ciudadanía ha rechazado. Ni la ministra ni su gobierno han entendido que esta lucha es por la educación pública y gratuita. El rechazo de estudiantes, profesores y padres y apoderados, es decir una buena parte de la ciudadanía, encabezan el rechazo a convertir la educación en un negocio de sostenedores: "a tanto por cabeza de alumno".

Es el fraude neoliberal trasladado a la educación. Es decir, el Estado, con la plata de todos los chilenos, financia a particulares para que se hagan cargo de la educación de nuestros hijos. Mientras más "cabezas de estudiantes" existan, más aumenta la compensación para los sostenedores.

Más claramente todavía, la contrapartida de nuestros dineros como padres y apoderados, es la utilidad de nuestros sostenedores.

Pregunta: ¿por qué el Estado de Chile renuncia a su responsabilidad? Por qué el Estado de Chile renuncia a tener un Ministerio de Educación. En las actuales condiciones, si el Ministerio de Educación desapareciera, simplemente no se notaría. Pues no cumple ninguna función. Esta y otras preguntas no tienen respuesta, pues el sistema neoliberal hoy vigente en Chile, entrega el destino de nuestros hijos a empresarios.

Es el resultado a que nos conduce el sistema que hoy la Sra. Presidenta, la ministra de educación, el resto de su gabinete y con el entusiasta apoyo del 5% de privilegiados propone a la ciudadanía.

Equivocadamente el gobierno atribuye el paro de los colegios y las marchas a estudiantes irresponsables. Digo equivocadamente porque desde la época del "mochilazo" [2001], la conciencia ciudadana ha despertado y madurado.

En 2006, los padres y apoderados de los alumnos asistieron permanentemente a sus hijos que ocuparon los establecimientos; fueron los mismos que proporcionaron los celulares con que los alumnos se comunicaron; los mismos que junto a sus hijos repararon los destrozos que dejaron los irresponsables de siempre.

El gobierno miró pero no vio, porque en 2008 se repitió el mismo escenario. El gobierno reiteró sus acusaciones y no hizo nada por enmendar rumbos. Creyó que bastaba sacar la fuerza pública para reprimir y hacer entender que con la porfía no se lograba nada.

Se podrá decir que los privilegiados envían sus hijos a colegios privados y que es su opción y su bolsillo el que se pone. De acuerdo. Sin embargo, nadie podrá negar que la educación a dos velocidades y en dos planos, existe porque se desarrolla dentro de un sistema que consagra las grandes diferencias sociales como parte del mecanismo de reproducción social. Es decir, es difícil que el destino de los educandos pueda ser alterado cuando desde la partida todos los dados están cargados.

La jarra de agua de María Música Sepúlveda es un mensaje a las responsabilidades de la clase política que hoy gobierna. No creo que aprendan de este episodio. Hay demasiados intereses comprometidos. Ceder en este momento, entender diría yo, significa cambiar radicalmente el sistema. Y eso requiere algo más que un jarro de agua.

[Fuente: Por Héctor Vega, Director de Fortín Mapocho, Piensa Chile, Santiago de Chile, 16jul08]


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