Persona, Estado, Poder
Estudio evolutivo del efecto de la tortura y represión en la familia

Estudio evolutivo del efecto de la tortura y represión en la familia

I. Introducción

El presente trabajo es producto de la experiencia asistencial a las víctimas (directas y familiares) de la represión dictatorial. En las especiales circunstancias históricas de la sociedad chilena actual, y por la propia naturaleza del tema, nuestro empeño de sistematización no puede tener la ilusión de una metodología académica impecable ni de adoptar una neutralidad pretendidamente científica.

Conscientes de estar alineados en contra délos fenómenos que estudiamos y de estar incluidos en el universo traumático al cual ofrecemos asistencia, nos hemos esforzado por poner un mínimo de ordenamiento en los datos recogidos y extraer algunas conclusiones. Estos resultados podrán ser utilizados como orientación y como hipótesis para el trabajo asistencial y de rehabilitación que nos corresponde asumir, y tal vez sirvan para continuar elaborando cuestiones más profundas y generales acerca de los procesos familiares y guípales derivados de las experiencias represivas.

El objetivo general que tuvimos en vista al comenzar nuestro trabajo fue establecer las formas de evolución más típicas que han vivido las familias víctimas de la represión. Esta intención es eminentemente práctica puesto que estamos enfrentados a prestar asistencia médico - psicológica y social sin contar con ninguna formación ni información sistemática. La experiencia nos muestra, asimismo, que las técnicas de terapia individual y el apoyo social por sí solos son muy insuficientes. Pensamos que las técnicas terapéuticas guípales pueden ser un auxilio eficaz en nuestra tarea, pero tendrán entonces que fundarse en un conocimiento más concreto de la realidad vivida por los asistidos. En este sentido nos planteamos algunos objetivos más específicos que el inicialmente enunciado. Estos fueron: 1º) Describir la situación familiar pre y post situación represiva, apoyándonos en el mayor número de índices posibles; 2º) Describir y tipificar situaciones represivas y 3º) Delimitar y caracterizar las formas de reacción, modificaciones y ajustes, que desarrollan las familias durante y después de la experiencia represiva.

Nuestra experiencia asistencial desde inicios de 1984 a Junio de 1985 era de 120 casos individuales atendidos. Si bien nuestro método de atención incluye el relevamiento de un historial bastante extenso a través de la aplicación de un cuestionario, no tenemos en cada uno de los 120 casos un conocimiento acabado de las familias, por lo que, con los criterios más adelante definidos, redujimos el universo de estudio a sólo 24 familias.

El nivel de información recogido a través de la asistencia es bastante heterogéneo; tentamos homogenizarlo mediante entrevistas suplementarias, pero no nos fue posible hacerlo por dificultades prácticas de diversa índole que son todas en el fondo expresión de la precaria realidad que vivimos (familias en provincias distantes, algunas en regiones rurales, escasez de recursos materiales y humanos, imposibilidad de las familias de acudir a las entrevistas, nuevos golpes represivos).

Pensamos haber salvado esta insuficiencia en la recolección de Íos datos, a través de dos vías principales:

a) El trabajo colectivo de nuestro grupo. En éste incluimos tanto el trabajo netamente clínico como el vinculado a la denuncia, la investigación y la capacitación. La propia composición del grupo es fuente y vía de recolección de datos, puesto que además de multi disciplinario, se incluyen miembros de la Agrupación de Familiares de Presos Políticos (A.F.P.P.) y ex-presos políticos.

b) El conocimiento y análisis de trabajos sobre el tema publicados en Chile y en el extranjero.

Sin haberío pretendido dirigidamente, fuimos encontrando escollos teóricos propios del campo de las disciplinas sociales, que tentamos salvar estableciendo algunas definiciones operacionales.

En el trabajo se encontrarán aseveraciones generales bastante categóricas sobre cuyas limitaciones estamos conscientes, pero que dejamos como tales esperando que otros aportes sean más esclarecedores.

II. Marco de Referencia

Con el Golpe Militar de Septiembre de 1973 se inició en Chile un período de dictadura militar, en muchos aspectos idéntica a aquellas implantadas en América Latina en las últimas décadas.

Es decir, que tiene como sustento ideológico la llamada Doctrina de la Seguridad Nacional, que impone en lo económico un modelo neoliberal que favorece ampliamente al grupo del gran capital financiero nacional e internacional y que pretende imponer en el conjunto de la sociedad un modelo de relaciones sociales y humanas autoritarias, discriminatorias y militarizadas, en detrimento principalmente de las clases llamadas "desposeídas" o "bajas", a las cuales arrebata los derechos políticos, laborales y sociales conseguidos a lo largo de la historia de la República, y los deja con esto a merced de la superexplotación connatural al modelo liberal que defiende.

A los fines de comprender las radicales modificaciones en la vida real de las familias que conforman el universo de nuestro estudio, es importante tener presente el cúmulo de derechos sociales que les fueron violenta y progresivamente arrebatados por la dictadura militar. Hasta el Golpe Militar de 1973, todas las capas sociales del país, aún las más desposeídas, tenían la oportunidad formal de participación en la vida política y social del país, de gestación y participación en organismos sociales, comunitarios y sindicales autónomos. Como consecuencia de luchas reivindicativas históricas, tenían relativamente resguardados sus derechos al trabajo, la vivienda, la educación, la salud y otros Derechos Humanos más fundamentales como son los de expresión, de reunión y el derecho a la vida. El modelo social que tenía imprimir el régimen dictatorial, se caracteriza a nivel de la vida individual y de pequeños grupos, por el competitivismo a ultranza, el individualismo y el consumismo ostentoso. Estas pautas de conducta han impregnado de una u otra forma toda la sociedad chilena, de arriba a abajo, y la han impregnado en abierta contradicción con las consabidas monsergas del discurso nacionalista, patriótico, cristiano y libertario de la dictadura.

Los modelos de participación y ascenso social tradicionales se mantienen todavía hoy en pugna con la realidad que ha querido imponer el poder dictatorial; de este modo, a pesar de la extrema pobreza y del proceso general de pauperización de las clases bajas, las familias persisten en procurar la mejor educación para sus hijos; a pesar de la atomización de todo el conjunto social, se dan formas nuevas de solidaridad, de apoyo mutuo entre los grupos más reprimidos, y se puede apreciar así, por debajo de una costra de indiferencia social, una tendencia a formas de vida comunitarias y colectivas que no señan sino la prolongación histórica de los hábitos sociales fundamentales de los chilenos. Por lo demás, esta actitud social nunca fue abandonada por las clases más bajas, las que no tuvieron la oportunidad del. rápido e inescrupuloso enriquecimiento del que han usufructuado los nuevos ricos prohijados por el régimen.

III. Definiciones Operacionales

Al objeto de facilitar la comprensión del trabajo, hemos optado por presentar previo a su desarrollo algunas definiciones. De estas, algunas están tomadas de la literatura sociológica tradicional, otras hechas operacionalmente a la medida del atípico universo que estudiamos.

1) Grupo o agregado familiar: como queda demostrado por la composición de la mayoría de las familias estudiadas, éstas no calzan con las nociones de familia nuclear o de familia extensa, por lo que utilizamos la categoría de grupo o agregado familiar, al que definimos como el conjunto humano ligado por lazos parentales entre miembros de una familia extensa, con relaciones cara a cara continuas, convivan o no bajo un mismo techo, tengan o no relaciones de dependencia económica. Un grupo así configurado puede contener dentro de sí una o más parejas, y no necesariamente todas progenitoras.

La necesidad de usar esta noción ha surgido de la ruptura y dispersión de familias extensas y nucleares, y la posterior reagrupación de sus miembros. Esto como consecuencia de la represión y la fuerte polarización ideológica que habitualmente la acompaña.

2) Familia atendida: De todas las familias que hemos tomado conocimiento a través de nuestra experiencia asistencial, en sólo algunas hemos accedido a un nivel de información que nos permita saber o inferir cuestiones significativas sobre evolución familiar. Hemos delimitado como familia atendida (o asistida) a aquel grupo familiar en el que se ha prestado atención a la víctima (de una forma directa de represión), y a lo menos uno o más de sus miembros.

La atención o asistencia ha sido fundamentalmente médico - psicológica; también en varios casos, jurídica y social.

3) Allegados: Expresión popular que describe una situación de carencia total de vivienda propia. Entendemos aquí por allegados al núcleo familiar con o sin hijos, que vive en casa de algún miembro de su familia extensa (configurando entonces un agregado familiar) o en casa de amigos. En todos los casos la situación de allegados está determinada por la imposibilidad de tener una vivienda propia, y en gran parte también por la imposibilidad de alimentarse de los allegados.

4) Situación Represiva: Para efectos de este trabajo, dividimos el extenso universo de la represión en formas directas (o represión directa) y formas indirectas (o represión indirecta).

Cuando nos referimos a represión directa hacemos alusión a las siguientes situaciones:

  • asesinato
  • secuestro
  • desaparición
  • detención
  • tortura
  • exilio
  • relegación
  • allanamiento domiciliario
  • encarcelamiento
  • amedrentamiento individual dirigido (amenaza, seguimiento ostensivo, hostigamiento continuo)

Incluimos entre las formas de represión indirecta, principalmente:

  • La privación del trabajo
  • La privación de los derechos ala vivienda, la salud, la educación, la alimentación.
  • La restricción de la organización social y laboral autónoma.
  • La censura y deformación de la información; la manipulación sistemática de la información.
  • La constricción o pérdida del derecho a la justicia
  • La pérdida total o parcial de la libre expresión individual y colectiva, sea por una pseudo-legalidad o por la autocensura generada por el temor generalizado.

Insistimos en que esta diferenciación es puramente operativa y que no pretende crear categorías diferenciales. Además, hacemos notar que no hay la intención de significar mayor o menor daño, puesto que no es posible establecer un correlato simple entre gravedad y figura represiva. No creemos que sea posible (ni necesario) establecer una gradiente de gravedad entre las diversas formas de represión, aunque obviamente algunas formas directas son por su naturaleza atentados irreversibles a la vida y por lo tanto, las más graves.

5) Sujeto reprimido: la persona que ha sufrido una o más formas de represión directa.

6) Comportamiento grupal: respecto del comportamiento del grupo familiar ante una situación represiva (directa) de una o más de sus miembros, hemos agrupado a las familias en 3 categorías: familia solidaria unida, familia dividida y familia rechazante, definidas de la siguiente manera:

a) Familia solidaria unida: el conjunto de la familia (y todos sus miembros) apoyan la actitud política del preso y/o ayudan al familiar recluido o perseguido.

b) Familia dividida: alguno o algunos de los miembros de la familia se comportan solidariamente, otros son pasivos, evadiendo una definición o son explícitamente rechazantes.

c) Familia rechazante: el conjunto de los miembros no aceptan d compromiso político ni ayudan al familiar perseguido o preso.

7.- Tortura: Aceptamos y aplicamos en todas y cada una de sus partes la definición contenida en el Artículo I, de la Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas y Degradantes, aprobada por la Asamblea general de las Naciones Unidas el 10 de Diciembre de 1984.

8) Clase y Estrato Social: entendemos que existe una pertenencia de clase objetiva para cada grupo familiar. Para efecto de las familias estudiadas, hemos distinguido cinco estratos de dase social:

  • Pequeña burguesía
  • Proletariado
  • Subproletariado
  • Lumpen proletariado
  • Campesinado.

Pequeña burguesía: agrupamos aquí familias de origen constituidas por funcionarios públicos, medios o bajos, profesionales y pequeños comerciantes.

Proletariado: incluye asalariados de la ciudad y el campo, no propietarios, sean o no trabajadores calificados, pero que participan regularmente en el proceso productivo social como fuerza de trabajo.

Subproletariado: familias en situación de extrema pobreza, de origen urbano o rural, que no tienen una inclusión determinada en el proceso productivo, sea porque como familia no la han obtenido (ej: jóvenes parejas inmigrantes campo - ciudad) o porque, en la gran mayoría de los casos, la han perdido por una situación de desempleo crónico. Característico es la pérdida de la participación en organizaciones sociales y del disfrute de derechos sociales de todo tipo.

Lumpen proletariado: en todo idéntica a la anterior; la diferencia esencial está determinada por conductas delictivas comunes y la ausencia o rechazo de participación en organizaciones sociales de la clase social (proletariado).

Campesinado: hemos incluido aquí a familias dueñas de pequeños predios que trabajan familiarmente y a trabajadores del agro en situación de asalariados con usufructuo dividido de la tierra ("medieros").

9) Marginalización Social: fenómeno complejo, polideterminado, "que entendemos como un proceso que lleva a individuos y grupos familiares a quedar excluidos del acceso a la producción y del goce de los beneficios económico - sociales; al disfrute de derechos y servicios sociales (previsión, salud, educación, etc.); a la participación en organizaciones sociales, gremiales, sectoriales y, por ende, a tener influencia formal en los procesos de decisión social y/o comunitarios. De esto se deriva lógicamente una exclusión absoluta en cualquier nivel de Poder social.(1) Concomitante al proceso general de marginalización familiar, se dan fenómenos de marginalización específicos individuales, tales como la pérdida, por desuso, de habilidades; la detención en la adquisición de conocimientos, la declinación de los intereses culturales e incluso una progresiva disminución de la autoestima que configura en muchos casos estados crónicos de perturbación psíquica.

IV. Desarrollo

1) Situaciones Represivas

El conjunto de las 24 familias estudiadas está compuesta por 140 personas, de las cuales 46 sufrieron una o más formas de represión directa; todas ellas fueron torturadas. Además en estas familias hay dos casos de detenidos desaparecidos.

De las 46 personas que sufrieron represión directa, 34 han sufrido reclusión (1) en cualquiera de sus formas (en prisiones, campos de concentración y otros lugares).

Cuadro 1.
Casos de reclusión y distribución cronológica
1973 -1976 9
1977 -1980 2
1980 -1984 20
1985 3
Total 34

(*) Equipo DIT-CODEPU

Cuadro 2.
Organismos responsables de la detención
Ejército 3
Carabineros 11
DINA 2
CNI 10
SICAR 3
DICOMCAR 1
Investigaciones 2
Civiles no identificados 1
Fuerzas militares conjuntas 1
Total de casos 34

Cuadro 3.
Lugar en que ocurrió la detención
En allanamiento del hogar (*) 20
En la calle 6
En otro lugar 6
En casa de amigos 2
Total 34

(*) Situación como es de comprender, directamente traumática para las familiar.

Del total de sujetos que sufrieron represión directa (46), encontramos la siguiente distribución por sexo: 13 mujeres, 32 hombres (incluye 2 detenidos-desaparecidos) y 1 niño de corta edad,

Cuadro 4.
Distribución según rol intrafamiliar
Padres
Madres
Hijos
Hijas
Nieto
Total de casos 46

Los sujetos agrupados en hijos e hijas son todos mayores de 18 años, solteros e integrados a sus núcleos familiares. Los padres son en su mayoría adultos jóvenes, en tanto que las madres son personas ya mayores o próximas a la tercera edad. Se infiere claramente que son los hijos varones y los padres los que mayoritariamente han sufrido la represión directa.

Los períodos de detención varían desde algunas horas (5 casos) hasta más de un mes (5 casos).

Los lugares de detención han sido Comisarías de carabineros. Cárceles secretas de los Organismos de Seguridad, los Cuarteles de investigación y, en los primeros tiempos de la dictadura, los regimientos y estadios (estadio nacional, estadio chile).

Los lugares de reclusión han sido las cárceles y penitenciarías, la Casa Correccional de Mujeres (hoy C.O.F.) y los campos de concentración, que en nuestros atendidos fueron "Tres Alamos" y "Puchuncaví".

La gran mayoría de las familias (19 de 24) han sufrido variadas formas de represión, que incluyen formas directas, a partir del Golpe Militar de Septiembre de 1973. Generalmente las situaciones represivas se suceden y superponen unas a otras, siendo la más frecuente la pérdida del trabajo y todos los fenómenos que hemos caracterizado al definir el proceso de marginalización socio-económica.

Respecto de las formas de detención, en la mayoría de los casos esta se da con allanamiento violento del hogar, lo que hace que la represión directa mediante este método se haga extensiva a toda la familia presente.

Previo y posterior a la detención, en la mayoría de los casos hubo seguimiento y amedrantamiento, excepto en los primeros años de dictadura militar en que la represión directa no fue precedida de seguimiento.

En los 46 casos estudiados hubo aplicación de a lo menos alguna forma de tortura, desde el castigo brutal sin detención ni interrogatorio (en la calle, frente a la familia) hasta largas sesiones de interrogatorio-tortura con aplicación de prácticamente todas las técnicas conocidas, durante semanas, en forma ininterrumpida. (2)

2) Impacto de la reclusión en la familia.

34 de las 46 personas sufrieron reclusión además de detención. De estas 34 personas, en 10 casos no podemos distinguir detención de reclusión, puesto que fueron prisioneras en el primer año del Golpe Militar, período en el cual no existía legalidad alguna que diferenciara estos dos conceptos.

De estos 10 casos, las cifras extremas de tiempo de reclusión son 15 días (en 1 caso) y 11 meses (en 2 casos). Del resto (24 personas), las cifras extremas de tiempo de reclusión son 1 caso de 3 días y 1 caso de 60 meses. Entre estos extremos encontramos dos casos de 8 días y 1 caso de 46 meses de prisión (que aún continúa encarcelado).

Para el conjunto de 34 sujetos recluidos, el tiempo promedio de prisión era, hasta junio de 1985, 9 meses. Al momento de cierre de este estudio, 23 personas habían obtenido su libertad, permaneciendo por tanto todavía en prisión 11 personas, que tienen proceso judicial en curso, sin haber sido dictada sentencia aún para ninguna de ellas

De las 23 personas que ya están liberadas, 15 fueron "dejadas en libertad por falta de méritos" y 8 consiguieron libertad condicional con proceso en trámite. Esto significa que, si se dicta sentencia condenatoria, deberán volver a prisión a cumplir toda la condena, sin considerarse el tiempo de reclusión que ya sufrieron.

Según las definiciones que señalamos anteriormente, las familias se han comportado frente a la represión directa de la siguiente manera:

  • Solidaria unida: 17 familias
  • Dividida: 5 familias

No hay suficientes antecedentes para tipificar los 2 casos restantes. Con el fin de inferir más aproximadamente el impacto sobre las familias de la prisión y del proceso de uno de sus miembros, es importante señalar la situación ocupacional y la posición dentro del grupo familiar desempeñadas por el sujeto reprimido.

De las 11 personas que aún se encuentran en prisión, 6 son hijos no proveedores económicos, 4 son varones jefes de familia y 1 es madre viuda.

De los 8 sujetos que están en libertad condicional, 3 son cesantes, 2 son dueñas de casa, 2 son estudiantes y sólo 1 tiene trabajo remunerado, que es el único caso que recuperó su ocupación anterior (gracias al apoyo de su sindicato).

De los 15 en libertad por falta de mérito 8 son actualmente cesantes, de los cuales 4 tenían trabajo remunerado antes de su experiencia represiva, que ocurrió inmediatamente después del Golpe Militar y han permanecido sin ocupación fija durante los 12 años de Dictadura. Los otros 4 nunca tuvieron un trabajo fijo, ni antes ni después de la situación represiva directa. Las restantes 7 personas de este grupo de 15 se distribuyen de la siguiente manera: 1 es estudiante de grado técnico gracias a una beca de una Institución de Derechos Humanos (FASIC) y 6 tienen trabajo remunerado (2 trabajadores ocasionales, 2 trabajadores independientes y 2 campesinos). Sobre situación laboral, cesantía y situación económica actual, volveremos más adelante.

En síntesis:

a) Todas las familias han sufrido más de una situación represiva, las que se encadenan y superponen.

b) Todos los sujetos víctimas de represión directa (46) fueron torturados.

c) La mayoría de las 24 familias tiene más de un miembro que ha sufrido alguna forma de represión directa. De estos sujetos, varios han sufrido más de una vez detención, secuestro, tortura y prisión.

d) Para este conjunto de familias, se destacan dos momentos de mayor

represión en todo el período de la Dictadura: de 1973 a 1976 y de 1980 a 1985.

e) Los varones, y de entre éstos, los padres e hijos mayores de 18 años, son los sujetos que más represión directa han sufrido.

f) En estas familias, hay 2 personas desaparecidas después de detención, ocurrida hace ya varios años.

g) Sólo en cuatro familias, la represión comienza con alguna experiencia represiva directa a algunos de sus miembros. En la mayoría, la vida en persecución y represión comienza inmediatamente con el Golpe Militar con una sumatoria de todas las formas represivas que aplica la dictadura, es decir, con relegaciones, prisiones, cesantía forzada, expulsión de los lugares de estudio, exilio, desaparición, marginalización social, amedrentamientos.

2) Estratificación y Movilidad Social

El siguiente Cuadro informa sobre la estratificación social de la familia de origen en 1973.

Cuadro 5.
Distribución de las familias según estrato social en 1973.
Lumpen Proletariado 1
Proletariado 15
Pequeña burguesía Acomodada 2
Campesinos 3
Mixto pequeño burgués-proletario 3
Total familias 24

A partir de los datos obtenidos en las historias clínicas y entrevistas sociales podemos afirmar que, salvo las familias subproletarias y lumpen proletaria, todas las otras tenían una tendencia real de ascenso social por el trabajo fijo de los progenitores y el acceso regular y protegido a la educación de los hijos. A pesar de una situación económica de cierta limitación y austeridad, el destino familiar se presentaba promisorio y en algunos casos con bastante ímpetu en los campos de la educación universitaria y de la participación en organizaciones sociales y sindicales.

Muchos de los miembros mayores de las familias (progenitores) tenían cargos medios y se desempeñaban como dirigentes en sindicatos, organizaciones vecinales y comunitarias.

Como ya lo hemos señalado al hablar del impacto de la reclusión en la familia esta tendencia comienza a modificarse radicalmente a partir del Golpe Militar de 1973 y se agrava en todos los casos con las experiencias represivas directas que desde ese momento se suceden.

El Cuadro 6, muestra la situación económico-social de las familia.

Cuadro 6.
Distribución de las familias según estrato social en 1985.
Lumpen proletariado
Sub-proletariado 13
Proletariado . 17
Pequeña burguesía y proletariado.
Pequeña burguesía acomodada
Pequeña burguesía empobrecida 2
Campesinos 2
Total de familias 24

Se observa que hay una clara pauperización de todas las familias con aumento del estrato sub-proletario, engrosado a partir de familias proletarias y de pequeña burguesía. La siguiente relación justifica el tipo de movilidad social observado.

  • Lumpen proletario (1), subió a sub-proletario en extrema pobreza.
  • Proletarios (15), se mantienen (7): proletarios; descendieron (8): subproletarios
  • Origen mixto (2), las dos familias descienden a sub-proletariado.
  • Pequeña burguesía acomodada (2), ambas familias descienden a pequeña burguesía empobrecida.
  • Campesinos (4), dos se mantienen y dos descienden a sub-proletariado.

La estratificación social actual a la que han llegado estas familias tal como la hemos presentado, no correspondería exactamente a la realidad, si no considerásemos 3 tipos de fenómenos, que no se utilizan tradicionalmente en los parámetros de estratificación social. Estos fenómenos son:

a) La ayuda mutua en (y a través de) los grupos solidarios de inserción natural, como son las "Agrupaciones de Víctimas de la Represión", "Ollas Comunes", "Bolsas de Cesantes", "Huertos Familiares", "Comprando Juntos", los comedores infantiles, las organizaciones de "Tomas de Terreno", las organizaciones de los "Sin Casa", de los pobladores, de las mujeres, de los jóvenes, etc.

b) La ayuda de Instituciones y Organizaciones de Derechos Humanos, (solidarias y de las Iglesias), Así, en el grupo de familias estudiadas, 20 de las 24 reciben o han recibido ayuda institucional, y en la gran mayoría, de más de una institución a la vez. Esta ayuda consiste en asistencia jurídica, asistencia médica, asistencia social, asistencia psicológica, programas de alimentación para los niños, becas de estudio, financiamiento mínimo familiar, protección a perseguidos en alto riesgo, etc..

c) La mantención de modelos de vida y ascenso social que normalmente no son propios del estrato social en el que las familias se encuentran. Así, muchos de los miembros de las familias pauperizadas mantienen y cultivan intereses intelectuales, artísticos, sociales, políticos de nivel relativamente elaborado; se incentiva el ascenso social por la educación y el respeto a los valores ético - sociales que forman parte de la ideología predominante en estas familias y que los libra de caer en la categoría de lumpen proletario.

De 15 familias proletarias en 1973, sólo 7 han logrado mantener su status: unos porque sus miembros mantienen trabajos remunerados (los menos), otros porque los jefes de familia son jubilados, otros porque algunos de sus miembros tienen una profesión técnico o universitaria y consiguen algún trabajo aunque sea por debajo de su nivel de formación (en los programas del llamado "Empleo Mínimo")

Las 8 familias restantes han sufrido un marcado proceso de descenso social, pasando a engrosar el estrato del subproletariado.

La única familia de origen lumpen-proletario ha experimentado un relativo ascenso en gran parte como consecuencia de la separación matrimonial de los progenitores, pasando la madre a ocupar el estatus de jefe de familiar con lo cual se abandonan progresivamente los comportamientos delictuales ejercidos por el padre en el núcleo familiar.

Las dos familias clasificadas como de origen mixto, conformadas a partir de un progenitor proletario y un progenitor de la pequeña burguesía, se han subproletarizado; en una de ellas porque la esposa no ha conseguido estabilizarse en el ejercicio de su profesión técnica (y el esposo ha sido por largos períodos un preso político) y en la otra por el brusco descenso social, de la esposa porque el marido (obrero) no ha conseguido ningún trabajó la estable desde el fin de su prisión y relegación en 1982.

Las dos familias clasificadas en pequeña burguesía acomodada estaban constituidas, una por descendientes de propietarios de bienes raíces? (tierras), y la otra mantenía una buena situación económica gracias al cargosa técnico directivo del padre de familia. El empobrecimiento se da en la primera por las cesantía y persecución política de sus miembros; en la segunda familia el empobrecimiento alcanza sólo a la segunda generación! en la cual está el sujeto que sufrió la represión directa.

De las cuatro familias campesinas, tres eran pequeños propietarios rurales que explotaban ellos mismos la tierra y una estaba conformada por obreros agrícolas. Dos de los actuales jefes de familia subproletaria emigraron a la ciudad, independientemente de la situación represiva general del país, y luego sufrieron experiencia represiva directa, lo que ha quebrado la tendencia de proletarización que tuvieron. Las otras dos familias siguen siendo campesinos pequeños propietarios, actualmente con graves dificultades en el cultivo de la tierra por encarcelamiento de varios de sus I miembros.

3.- Composición actual y situación ocupacional:

Cuadro 7.
muestra la distribución estudiada, según grupos de edades
Mayores de 65 años 7
entre 19 y 64 años 85
entre 6 y 18 años 38
menos de 6 años 10
Total de personas 140

El Cuadro 7 muestra la distribución de la muestra estudiada, según grupos de edades.
Distribución de la poblac. estudiada (24 familias, 140 personas).

De las 38 personas que tienen entre 6 y 18 años, 33 están estudiando y 5 no lo hacen; de entre estos 5, hay 3 que deberían estar cursando la enseñanza básica y que han debido abandonar los estudios por los graves problemas económicos de la familia y que han provocado además desnutrición en los menores; los 2 restantes se encontraban realizando estudios de Enseñanza Media al momento de sufrir el golpe represivo que los llevó a la prisión.

Entre los 18 y 65 años de edad hay un total de 85 personas, de las cuales 5 están estudiando: 2 han cumplido el ciclo normal de estudios sin interrupción y 3 han retomado los estudios superiores (universitarios y técnicos) luego de haber salido de las cárceles y sólo gracias a la ayuda de Instituciones de Derechos Humanos (Fasic).

Si descontamos los 5 casos de estudiantes son 80 las personas en edad productiva, cuya situación de trabajo se muestra en el Cuadro 8.

Cuadro 8.
Población en edad productiva. Distribución según situación de trabajo
.
Cesantes 35
Cesantía disfrazada con trabajo esporádico
(vendedor ambulante)
2
Con trabajo remunerado fijo 20
Sin actividad 1
Servicio militar obligatorio 1
Dueñas de casa 10
Presos políticos 11
Total 80

Población en edad productiva. Distribución según situación de trabajo.

El siguiente cuadro muestra la distribución, según tipo de trabajo, de aquellas 20 personas con trabajo remunerado fijo.
Cuadro 9.

Población según tipo de trabajo

Obreros 3
empleados de servicio 10
profesional - técnico 3
pequeño comerciante independiente 1
artesano 1
trabajador independiente 1
campesino 1
Total 20

Por lo tanto, de un total de 80 personas en edad productiva sólo 20 de ellas (el 25%) tienen alguna inserción en la producción y 60 personas (75%) son económicamente dependientes.

4) Comportamientos típicos grupales e intra familiares. Modificaciones y ajustes.

Aún cuando no hemos realizado un estudio sistemático y más dirigido sobre estas cuestiones, el material elaborado nos permite adelantar algunas aseveraciones sobre el comportamiento grupal e intra familiar de las familias reprimidas.

Es de ocurrencia común que las familias se han encapsulado por largos años, no obstante hayan sufrido experiencias represivas muy graves y aún cuando con el correr de los años las organizaciones solidarias naturales hayan ganado un espacio legítimo y público de reivindicación, como sucede con las Agrupaciones de Víctimas de la Represión. El encapsulamiento y la marginalización (psicológicamente muy traumática) son más evidente en las familias que han sufrido el desaparecimiento de uno de sus miembros; en menor medida la sufren los familiares de ejecutados (asesinados) y torturados.

Este fenómeno de encapsulamiento ocurre también de manera traumática en los sujetos que han sufrido tortura. Generalmente el torturado y sus parientes no encuentran la forma ni la ocasión de elaborar colectivamente la experiencia represiva, ocurriendo con gran frecuencia un corte o hiato de la comunicación, recurriendo los sujetos a subterfugios y negaciones que involucran implícitamente a todos los miembros del grupo familiar. Hemos observado más fuerte este fenómeno en los sujetos varones, y especialmente en los jefe de familia, que sólo excepcionalmente encuentran modo de expresar, compartir y elaborar con los suyos las experiencias de agresión vividas.

Complementariamente, las mujeres han demostrado mayor flexibilidad y capacidad de comunicación, ya sea en la elaboración intra familiar de las experiencias, así como en la lucha reivindicativa y la procura de los medios que permitan superarla situación represiva toda (léase sobrevivencia económica, cuidado de los hijos, contacto con organizaciones por los Derechos Humanos, etc.)

El encapsulamiento a que nos referimos es impuesto por el modelo general de sociedad de la Dictadura, pero en las familias que estudiamos se genera principalmente por el temor, y por la incapacidad individual (natural, podemos afirmar) de elaborar las atrocidades a que los individuos han sido sometidos. La propia dinámica de los hechos ha llevado, sin embargo, a un fenómeno opuesto y complementario: junto a diversos matices y niveles de encapsulamiento (marginalización, degradación, ghetto, discriminación) han aparecido y se han desarrollado nuevas relaciones cara a cara y vínculos íntimos externos al núcleo familiar. Estos vínculos están incluidos dentro del espacio de la marginalización ("ghetto") en la gran mayoría de los casos y pueden ser muy fuertes, tanto que lleguen a sustituir los vínculos familiares. Un tipo especial de vínculo es el que se crea con las instituciones de Derechos Humanos y solidarias en general. Según hemos observado, la relación puede ser más ambigua (y por tanto, potencialmente conflictiva), en tanto más "institucionalizada" y paternalista sea la Institución.

En casi todas sus formas, estos procesos de vinculación externa a la familia son de necesidad y de extrema necesidad, como acontece con las organizaciones populares para la sobrevivencia (ej.: "ollas comunes") y en muy pocas situaciones brindan espacio para la creatividad y desarrollo personales.

Algunos de estos vínculos y grupos de inserción naturales dan ocasión a una rehabilitación y superación familiares, pero sólo cuando se logra mantener una relativa cohesión del grupo familiar. Cabe destacar que en general los miembros de las familias chilenas se defienden mutuamente por reacción afectiva rechazando de plano y espontáneamente cualquier intervención crítica de los extraños a la familia.

La cohesión de las familias sufre radicales modificaciones debido a la fuerte polarización de la dinámica social, que lleva al rompimiento de lazos familiares laxos, aún cuando sean relaciones de parentesco cercanos. A este fenómeno hemos aludido cuando definimos "agregado o grupo familiar", conjunto de parientes que resultan del proceso de rompimiento -dispersión y posterior reagrupamiento de las familias.

Debemos señalar que en Chile, y en general en todos sus estratos sociales, la cohesión familiar es bastante intensa, incluso entre parientes de familia extensa, aún cuando esta última históricamente tienda a la disgregación. Las interacciones de mayor proximidad son las verticales, de una primera o una tercera generación y no tanto de las relaciones horizontales. En este contexto, hay que entender que sigue funcionando una cohesión intranuclear y de familia extensa bastante importante, que se expresa en la oferta y procura de ayuda económica, en situaciones de urgencia (de enfermedades, judiciales, etc.) y en el ejercicio de mutuas influencias en la determinación de casamientos, lugar de residencia, normas educativas para los hijos, elección de profesiones y otros (verbigracia: asuntos de opción ideológica, pertenencia a religión o iglesia, partido político).

Una consecuencia natural de la polarización es que en la formación de nuevas parejas y por tanto la fundación de nuevos núcleos familiares, rige un esquema cerrado, de "ghetto". Así observamos varios núcleos familiares de nuestro estudio configuradas a partir de "pedazos" o restos dispersos después de situaciones represivas directas. Estos núcleos familiares son bastantes atípleos y en ellos se desarrolla un conflictivo proceso de fijación de reglas mínimas de autoridad y subordinación. Los más graves conflictos observados se dan en parejas de muy diverso origen de clase o con hijos ya adolescentes criado sólo por uno de los progenitores. Estas parejas "se han encontrado" y han conseguido afinidad en razón de las experiencias represivas comunes y por las imperativas necesidades de apoyo mutuo para la sobrevivencia, pero no consiguen involucrar a sus hijos respectivos, los que generalmente rechazan tal inclusión y tienden a oponerse activamente a la construcción colectiva del grupo familiar. Esta oposición se manifiesta a veces también por un explícito rechazo a la ideología de los progenitores o por la descalificación personal de ambos o uno de ellos.

También hemos observado este fenómeno en familias de reprimidos que no han sufrido dispersión y reagrupación. Evidentemente que este fenómeno es universal en las familias que contienen en sí hijos adolescentes, sea cual fuere la situación familiar. Lo típico para el caso de las familias con padres reprimidos es que éstos tienen una desventaja adicional, cual es la experiencia de represión no elaborada ni superada.

Hemos observado que el proceso de retención vivencial no elaborado de la tortura y prisión es más marcado en los hombres que en las mujeres; entre los hombres mucho más en los de mayor edad y por tanto, padres y jefes de familia. Estos sujetos se muestran aparentemente compensados y capaces de una vida rutinaria familiar funcional en tanto los hijos sean pequeños. Llegada la adolescencia comienzan los naturales enfrentamientos de imagen y opinión que llevan a la descompensación del padre y a la disfunción del grupo familiar.

El comportamiento que hemos observado en estos padres incluye introversión, ensimismamiento, "coraza" afectiva (aparente frialdad), "ausencia" afectiva al interior de la familia, reacciones de aislamiento, enojo y porfía ante situaciones que exigen flexibilidad y diálogo; autoritarismo como salida posible al problema de recuperar el status y resolver "administrativamente" las diferencias de opinión entre los miembros de la familia. Este último comportamiento puede llegar a ser bastante marcado, constituyéndose en una estructura en sí contradictoria, ambivalente y por tanto, netamente conflictiva y neurotizante. Los padres se sienten "acosados" por los deberes conyugales, domésticos y de la paternidad; no logran encontrar solución a la discontinuidad de la propia imagen y biografía personal causada por la situación represiva (tortura, prisión). Puestos ante la situación de diálogo intra familiar, optan enérgicamente por el modelo más arcaico de comportamiento, que es el de un autoritarismo patriarcal. Este modelo es claramente contradictorio con su propio discurso valorice para las relaciones humanas y el tipo de sociedad que pretenden como ideal. Aún cuando en algunos casos tengan conciencia de la contradicción, no logran superarla.

Pensamos que este comportamiento autoritario se origina en una disminución de la autoestima y a veces en una autoinculpación de lo que les ha pasado. Esta autoinculpación ha generado dos tipos de "consigna" conductual de los padres ante su familia nuclear: una, que podemos ilustrar con la forma coloquial imperativa. "¡No me quieran!" y la otra, "Yo no valgo nada ... porque sólo he hecho tonteras". Los padres que se conducen con la consigna "¡No me quieran!", al reconocerlo han explicado que se trata de prevenir a la familia de un dolor mayor en el caso que volvieran a faltar por una eventual detención y prisión; también es un modo de "pagar la culpa" de haber faltado a la familia durante el período de prisión ya vivido.

En la situación de "yo no valgo nada...", los padres argumentan que es así pues han "fracasado en la vida", porque se involucraron políticamente de una manera errada, "estúpida", "inmadura", etc. o porque la situación de tortura los llevó a un quiebre del que no se han recuperado.

Estas dos conductas significan de hecho una desvalorización, cuando no una descalificación total, como modelo a imitar por los hijos. Los hijos simplemente no tienen imagen querible ni creíble en este tipo de padre, y éste debe recurrir entonces a los modelos autoritarios para recuperar status, zanjar diferencias e imponer valores y conductas. Todo esto es naturalmente (como ya hemos señalado) contradictorio al sistema valorice que se postula como propio, con lo cual la espiral de contradicciones neurotizantes aumenta en todo el núcleo familiar. Debemos señalar una vez más que la imagen del padre (autoimagen sobre todo) se encuentra casi siempre objetivamente deteriorada por la cesantía prolongada, situación de la cual las mujeres escapan mejor compensadas (3).

Respecto a la participación social y política de los miembros de las familias, hemos diferenciado lo siguiente: en la mayoría de las familias, son los jóvenes (hijos) los que asumen y practican más activamente un compromiso social y político con o sin modelo político de los progenitores.

Cuando no hay práctica política de los progenitores, los jóvenes generalmente arrastran a los padres. Esta involucración es más evidente para con las madres que con los padres. En el caso de las madres, la motivación es primaria (y esencialmente afectiva). Se observa que el discurso social y político de éstas es netamente secundario al incentivo emocional.

En individuos de la tercera edad observamos la siguiente diferencia: los varones (aún con pasado de compromiso político activo), se toman pasivos y en algunos casos, mantienen sólo una actitud solidaria lejana; en cambio las viejas madres, asumen una actividad cada vez más comprometida, no obstante carecer casi siempre de una experiencia biográfica de actividad política. Esto se refleja claramente en la desigual participación de madres y padres en las Agrupaciones de Víctimas de la Represión.

La práctica social y política de las hijas mujeres parece estar en gran medida determinada por los modelos familiares masculinos próximos, en la mayoría de los casos, hermanos, padre, compañero.

V. Conclusiones

1.- Las familias objeto de este estudio son un universo naturalmente seleccionado: son aquellas que por la magnitud del daño han cedido a la necesidad imperiosa de solicitar ayuda, y por lo tanto, no representan una muestra de la que se pudiera válidamente inferir conclusiones generales.

2.- Los resultados de la tabulación de los datos no muestran fenómenos cualitativamente nuevos; sólo confirman impresiones y tendencias ya observadas en el trabajo asistencial y en su discusión colectiva.

3.- Las situaciones traumáticas individuales (represión directa) están incluidas en una gran situación represiva global, que comienza en 1973 y en la que destacan la miseria y la cesantía. Es esta situación global la que marca todos los procesos familiares y en segundo lugar, los individuales.

4.- Los procesos que se suceden durante y con posterioridad a las situaciones represivas constituyen toda una forma de vida que caracterizamos por la marginalización y el encapsulamiento y en la que se dan nuevas relaciones entre (y al interior) de las organizaciones solidarias espontáneas e Instituciones.

5.- La situaciones represivas (directas o indirectas) vividas por estas familias han dañado al conjunto del grupo familiar como sistema.

6.- Además de arrastrar la carga de experiencias traumáticas graves, difíciles e imposibles de reparar, el destino de estas familias está marcado por la incertidumbre respecto del presente y del futuro.

7.- Las situaciones represivas directas individuales tienen una tendencia al larvamiento, funcionando a mediano y largo plazo con mecanismos de manifestación (o estallido) en crisis retardadas. Este fenómeno de descompensación tardía se hace más evidente si analizamos la dinámica en términos de disfunción familiar.

8.- La gran mayoría de las familias reaccionan solidariamente al hecho represivo individual, A pesar de la tendencia a la dispersión y de la negativa influencia de la polarización social, logran nuevas formas de cohesión grupal que les permite sobrevivir.

9.- Las posiciones al interior del grupo familiar más dañadas por la represión son los progenitores. De éstos parecen ser los padres (varones) los que mayor impacto sufren por la rigidez de roles y mayor dificultad de elaboración de la vivencias traumáticas. En contraste, las madres (y en general las mujeres), parecen contar con mejores recursos de elaboración y compensación. Sobre el devenir traumático de los hijos, aún no ha transcurrido el tiempo suficiente que permita aseverar nada categórico.


Notas:

(*) Presentado en el Seminario Internacional "La Tortura en América Latina". Buenos Aires, Argentina, diciembre de 1985.
Publicado en 'Tortura, documento de denuncia". Vol. IV, febrero 1986. Publicado en "Seminario Internacional, La tortura en América Latina". Ediciones CODESECH. noviembre 1987. Argentina. Publicado en '"La Torture. Ca Suffit", marzo 1987. Lens. Francia.
Publicado en Soc. Sci. Med. Vol. 28 Nº 7.1989. Londres. Inglaterra.

(1) Pensamos que los estados resultantes del proceso de marginalización familiar, son asimilables al tipo de interacción social descrita como "ghetto", "minorías discriminadas", y más laxamente, "subculturas". Si bien en muchos aspectos ninguna de estas nociones da cuenta real de la situación, son útiles para granearla. [Ed dig: 'granearla'= desglosar; usado figuradamente es un demostrativo]

1. Llamamos reclusión a la prisión carcelaria con instrucción de un proceso judicial.

2. Un análisis detallado de las torturas y secuelas escapa a los objetivos del presente estudio.

3. Este atentado a la imagen del varón padre es más grave si consideramos que en la sociedad chilena y especialmente en los estratos de clase de estas familias, imperan todavía muchos patrones del llamado "machismo". Entendemos como tal, en esencia, la imposición por parte del hombre de determinadas licencias y privilegios que no le son permitidos a la mujer, de lo que resulta el reforzamiento de una desigual repartición de cuotas de Poder, y una relación formal de Autoridad - Sumisión entre marido y mujer.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 21feb02
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