Miguel Rivas
Morir es la noticia

Miguel Rivas:
De la Plaza Constitución a Tejas Verdes


por Cora Cid Recabarren(*)
Nombre
José Miguel Rivas Rachitoff
Lugar y fecha de nacimiento
Santiago, 1 de diciembre de 1938
Especialidad
Periodista autodidacta, especializado en publicaciones del sector agrario.
Lugar y fecha de muerte
Tejas Verdes, febrero de 1974. Detenido desaparecido, arrestado el 3 de enero de 1974 en Santiago.
Actividades
Jefe de prensa del programa de comunicaciones del agro, INDAP; periodista de la Oficina de Informaciones de la Presidencia, OÍR; director del periódico Poder Campesino, de la revista La Caleta y de programas agrarios en radio Luis Emilio Recabarren. Militante socialista.
Situación judicial (1996)
Causa radicada en la Tercera Fiscalía Militar, Rol 1382-76. La Corte Marcial sobreseyó por amnistía en 12/ 1995. Recurso de casación pendiente.


Miguel:

Los tuyos hemos enlazado historias personales; hemos amalgamado retazos de ayer, para que hoy emerjas de estas páginas y muchos reconozcan, en tu inmenso caudal de hombre idealista, que fuiste a la muerte para que otros vivieran.

Imagino a Miguel en noviembre de 1970, en la plaza de la Constitución, contemplando La Moneda con los ojos plenos de sueños sobre el futuro de Chile. Al otro día, albergaría al primer presidente socialista del mundo elegido en las urnas, Salvador Allende.

Imagino a Miguel en enero de 1974, en la misma Plaza de la Constitución, momentos después que fuera detenido, con los ojos plenos de dolor, porque su futuro y el de su país se truncaban.

Poeta y periodista

"Soy poeta y me expreso mejor en versos. No tengo ambiciones personales; solo anhelo trabajar por el doctor Allende. ¿En qué puedo ayudar?". Así conoció Juan Ibáñez, jefe de prensa del comando de la Unidad Popular, a Miguel Rivas, en octubre de 1970.

Por sus condiciones, ingresó como periodista. Después pasó a la Oficina de Informaciones de la Presidencia, OÍR, cuando Ibáñez asumió la dirección. Mas tarde, fue jefe de prensa del Programa Nacional de Comunicaciones del Agro, hasta septiembre de 1973. Hizo el periódico Poder Campesino, la revista La Caleta y programas en radio Luis Emilio Recabarren. Su vocación por los desposeídos le creó fuertes ligazones con los trabajadores, pescadores y campesinos, en una incesante búsqueda de justicia social.

"Un hombre íntegro"

Miguel Rivas

Han pasado 21 años desde la desaparición de Miguel, pero quienes lo conocieron no lo olvidan. "Era un hombre íntegro y solidario --rememora Juan Ibáñez--, consecuente hasta la muerte. En una sociedad humanista habría alcanzado posiciones relevantes. Murió por defender causas nobles y no entregó a nadie".

Escribía mucho, hasta la madrugada, recuerda su familia. "Pero no encontramos nada... ningún verso...ningún párrafo ". Tampoco se conserva alguno de sus cuadros al óleo o al pastel, salvo un boceto a tiza, encontrado por un amigo entre sus papeles viejos.

Los suyos tampoco poseen sus últimas fotos, excepto algunas de su juventud. El retrato de esta reseña lo proporcionó Ibáñez, quien hizo fotografiarlo meses antes del golpe.

Bohemio y maestro

Miguel poseía múltiples facetas: una de ellas era la destreza física. Su amigo Hugo Muñoz cuenta lo que sucedió cuando intentó comercializar sus capacidades. "Colocó un aviso ofreciendo clases de defensa personal, a precios módicos. No hubo llamados ni, por supuesto, alumno alguno. Lo comimos a tallas".

Hugo Muñoz compartió su inclinación por la bohemia, adquirida a su paso por el periodismo de espectáculos. ¿Cuántas noches pasaron sin dormir, arreglando el mundo después de asistir a una función? El amigo no las recuerda porque fueron incontables.

Amor de padre

Hijo del destacado periodista y docente Mario Rivas y de Olga Rachitoff, peruana de ascendencia rusa, nació en Santiago en 1938. Tuvo una hermana, María Olga, y varios medio hermanos, originados en los matrimonios paternos. En 1961 se casó con Luz María Alessandrini, de quien se separó en 1971. Sus cuatro hijos, Michelle, Luz María, Miguel y Momea, lo hicieron abuelo de catorce bulliciosos nietos.

Primero manejó un taxi y después trabajó en la Vega. Muy querido por sus vecinos, en su época de recién casado era conocido como "Miguelito". Luz María recuerda que siempre regalaba frutas y verduras. Generoso, siempre se desprendía de sus cosas si otro las necesitaba. "¿Cuántas veces volvió sin su chaqueta?", se pregunta.

Luz María preservó la unidad de su familia: cada domingo, sus hijos y nietos llenan de alegría la casa materna, compartiendo una mesa de alimentos y remembranzas. Miguel sintió un amor sin medida por sus niños. "Nunca permitió que nada se interpusiera, aunque casi se casó dos veces; el tiempo de sus hijos era intocable", evoca la ex esposa, quien lo describe como "esencialmente humanista, incapaz de nacer daño a nadie; por eso prefirió morir, a que otros lo hicieran". La viuda afirmó que "estrujaba el tiempo y varías veces me dijo que no viviría muchos años; sufría demasiado con la injusticia".

"Nos protege a todos"

Michelle, su hija mayor, separada, lucha por sus cuatro hijos. "Papá sabía que le quedaba poco tiempo", manifestó. "Estaba apurado por enseñarnos. Nos leyó El Quijote, Martín Rivas y muchos otros libros. Aún de paseo o jugando nos preguntaba como ejercicio ¿quién fue Cristóbal Colón?,...¿cuándo se descubrió Chile?".

Michelle sonríe, sumergida en sus recuerdos: "Era tan buen mozo que mis compañeras de curso me regalaban dulces y helados, para conocerlo. Durante el terremoto de 1971, fue el primero en llegar al internado. Y como no le abrían la puerta, se subió al techo para sacarnos, a mí y a mí hermana Luz María. Las monjitas gritaban:¡Llegaron los comunistas!"

"Siento que nos protege a todos. Es tal mi deseo que esté con nosotros, que ojalá se hubiera reencarnado en uno de mis hijos. He tratado que ellos lo conozcan y lo quieran. Alejandro, uno de los menores, le tiene una silla reservada y los sábados nos obliga a ver la ópera... porque al Tata le gustaba".

Domingos mágicos

Para Luz María hija, también con cuatro niños, los domingos eran mágicos. "Siempre salíamos con él. Le gustaban mucho los paseos. Según el tiempo, íbamos a la piscina Tupahue, a la playa, al Zoológico, alome o a los parques. ¡Cómo nos divertíamos Jugando con él !"

"La casa se llenaba de música cuando estaba. Aunque sus gustos eran clásicos, nos respetaba los nuestros. A mí me compró todos los discos de Sandro", evoca. "Era el mejor padre del mundo. Cuando esperaba a Sebastián, el menor de mis lujos, anhelaba que fuera papá. ¿Qué aprendí de él? Su amor a los pobres, su comprensión, su valor".

Poeta como Papá

Mónica, la menor, también tiene cuatro hijos. Es poeta y sensible como Miguel: "Estoy resentida porque tengo tan pocos recuerdos. Y esos recuerdos parecen escenas de una fotografía donde está recortada su figura. No veo ni siquiera su cara y para no olvidarla, tengo su retrato en mi cabecera".

"Siempre me acompaña y me protege en los momentos difíciles", afirma. "Hace años, me atropellaba un camión, cuando sentí que me tiraban para atrás. No había nadie. Estoy segura que fue Papá. Cuando fui al cementerio, al llegar al monumento a los caídos, mi vista se posó de inmediato en su nombre... Le llevo flores, aunque su cuerpo no está. ¿Por qué lo mataron?".

Idealismo trágico

El hijo de Miguel Rivas lleva su mismo nombre, tiene dos niños, es técnico electricista y coordinador de carrera en una institución. Era el mayor orgullo de su padre y él no lo recuerda. "Solo conozco lo que mi madre me ha contado de Papá".

Luz María cree que Miguel está bloqueado desde que el 11 de septiembre vio un soldado atravesar a un hombre con una bayoneta. Teme que se repita el Golpe Militar y que los suyos estén en peligro.

Miguel hijo es viva imagen de su padre. Tiene sus cualidades: solidaridad, sensibilidad y un potencial idealista que reprime porque para él, los idealistas tienen un final trágico.

Un 3 de enero...

En la tarde del 5 de enero de 1974 Miguel era esperado por sus hijos para el siempre deseado paseo, pictórico de sorpresa. Transcurrieron las horas,.. .interminables, ...angustiosas.

No sabían que pasado el mediodía fue detenido en la Plaza de la Constitución, junto a otros funcionarios del departamento de prensa y algunos familiares: la secretaria Rebeca Espinoza, con dos de sus hijos y una nietecita; el periodista José Pérez y el auxiliar José Medina.

Media hora después fue aprehendido el administrativo Julio Parraguez, liberado posteriormente con José Medina. Sus testimonios permitieron reconstruir los hechos: Todos fueron conducidos a la Academia Politécnica de El Bosque, donde se le inquirió sobre sus actividades políticas y laborales, insistiendo en una presunta reunión de esa mañana. Les retiraron sus papeles, los ataron, vendaron e interrogaron. Julio no sufrió maltrato, pero sus compañeros lo padecieron

En Tejas Verdes

A los tres días los trasladaron al Regimiento de Ingenieros Militares de Tejas Verdes. Julio Parraguez, Miguel Rivas y José Pérez quedaron en la misma cabaña con unos estudiantes universitarios. A los cinco días se llevaron a los periodistas para no regresar. Fue la última vez que se vio a José Pérez.

Julio Parraguez, trasladado a compartir una cabańa con José Medina, divisaba todos los días a Rebeca, escuchaba sus gritos cuando era torturada. Sus hijos y nieta fueron liberados en la base de El Bosque, pero ella también es una detenida desaparecida.

Un día sin fecha, Miguel fue llevado a la barraca. "Estaba en muy mal estado", relató Parraguez. "El resto de los presos los sostuvo para conducirlo al baño porque no podía hacerlo por sí mismo. Botaba sangre por la boca".

Un día Miguel fue trasladado "sin que se supiera dónde". Nunca retornó. En el campamento se comentó que fue llevado al hospital de San Antonio, versión confirmada por el prisionero Manuel Salinas al atestiguar que "estaba en muy malas condiciones y después de un interrogatorio no supe más de él".

Cartas sin remitente

Al no saberse de Miguel, la familia realizó incontables gestiones para encontrarlo. Su madre, Olga Rachitoff, regresó al Perú gravemente enferma, falleciendo unos meses después. Su tía María Isabel Rivas continuó con los trámites. Sólo en junio de 1974, la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos, SENDET, informó que estaba en una lista a disposición de la DINA.

Luz María disfrazó la situación a sus hijos, afirmándoles que Miguel viajaba por el mundo. Siempre recibieron cartas del padre, escritas por ella durante largas noches. Años después tuvo el valor de revelarles la verdad.

Esa injusta Justicia

El 17 de octubre de 1974 se interpuso una denuncia por presunta desgracia ante el Segundo Juzgado del Crimen de Santiago. A los catorce días, el teniente coronel Luis Rodríguez, fiscal militar de Tejas Verdes, aseguró que no estaba detenido. A su vez, el coronel Jorge Espinoza, del SENDET, declaró no tener antecedentes.

Pese a estas negativas, el general de aviación Mario Vivero, comandante de la guarnición aérea de Santiago, reconoció el 17 de febrero de 1975 la detención y entrega a la DINA de los funcionarios de INDAP "por actividades extremistas".

En marzo de 1974 se interpuso un recurso de amparo masivo ante la Corte de Apelaciones de Santiago. Al apelarse su rechazo, Enrique Zurita Camps fue designado Ministro en Visita Extraordinaria. El magistrado instruyó un proceso y siete meses después, cerró el sumario "por no poderse adelantar más en la investigación".

En el caso específico de Miguel Rivas se declaró incompetente por estar involucrado personal de la Fuerza Aérea, del Ejército y de la DINA. La Corte rechazó la apelación en marzo de 1976. El proceso pasó a la Justicia Militar para cerrarse un mes después. En 1990 se aplicó la Ley de Amnistía, con sobreseimiento definitivo.

Tres minutos con Miguel

El destino de Miguel fue conocido mejor en noviembre de 1990 al publicarse "Tejas Verdes: Mis tres primeros minutos", libro de Emilio Rojas. El autor conocía por años a su colega, a quien describe en tres instantes distintos en el tiempo:

Año 1960: Miguel era reportero de espectáculos en radio Magallanes, trabajando junto a Petronio Romo. Todo era jolgorio y bohemia sin ideologismos. Miguel luchaba por destacarse en el mundo artístico. Este tiempo se refleja en una foto en que posamos orgullosos junto a Sarita Montiel, descollante en "El Ultimo Cuplé".

Año 1970: Antes de la elección, vi a Miguel en un desfile improvisado por calle Estado, junto a periodistas, artistas e intelectuales. Brocha y tarro en mano, pintaba con entusiasmo en las murallas: ¡Allende!.

Año 1974: Un día de febrero en Tejas Verdes, tirado sobre el piso de la barraca, Miguel lloraba y tiritaba constantemente. Sus brazos tenían la inmovilidad temblorosa, propia del paralítico. Un día entero lo tuvieron colgado de pies y manos, completamente desnudo. Luego lo soltaron y lo dejaron toda una noche exhausto sobre el piso de baldosas del subterráneo del casino.

"Me arrodillé, le limpié el sudor de la frente y lo acaricié como a un niño. Pasados unos minutos se tranquilizó. Sabía que su fin estaba próximo. Sin embargo, no quería aceptarlo. En el corto tiempo que estuve junto a él, trató de levantarme el ánimo, me dio consejos para que pudiera defenderme cuando me llegara la hora de ser interrogado".

Después de fumarse "un habano de sobras de té y de pedazos de cartón" fabricado por sus compañeros, Miguel fue llevado de nuevo a interrogatorio. Rojas describe así su regreso: "Lo trajeron de vuelta casi a medianoche. Venía muy mal; como pudimos lo llevamos entre cuatro a la barraca. Pidió ir al "guáter" (letrina), una casucha de tablillas llenas de gusanos, puesta sobre un hoyo en la tierra, que no era precisamente pozo séptico...

"Entre todos le bajamos los pantalones, con un silencioso respeto. Con dificultad lo sentamos en las tablas. Fue como abrir una llave de agua. La diferencia es que esta llave humana sólo botaba.. .sangre, mucha sangre. Me parecieron litros. A algunos nos saltaron las lágrimas. El descansó un poco. Todo era silencio...

"Solidarizando con la situación de Miguel, como pudimos, esa noche le armamos una cama y lo abrigamos... Fue la última vez que estuve con él. A la mañana siguiente, lo retiraron del campamento en una camilla. Las enfermeras dijeron que sería trasladado al Hospital de San Antonio. Esa misma tarde, el suboficial Carriel retiró sus efectos personales: su carnet de identidad, una corbata y la foto de su novia".

"Lo sacaron del hospital"

Emilio Rojas entregó más antecedentes a la Comisión de Reconciliación y Verdad. Al visitar San Antonio, en ocasión del lanzamiento de su libro, se le acercó una señora: "Yo era la enfermera Jefe del Hospital de San Antonio y efectivamente Miguel Rivas llegó muy mal. Toda la madrugada tratamos de reanimarlo con suero, pero a las 11 de la mañana, otro destacamento se lo llevó".

Esta información coincide con la que obtuvo Juan Ibáñez en 1974, al visitar la zona en busca de Miguel: "Compañeros me informaron que Miguel llegó al hospital de San Antonio tan grave y quebrado, que los médicos no quisieron recibirlo. Lo regresaron al mismo vehículo del regimiento de Telecomunicaciones que lo trajo. Una enfermera socialista me dijo llorando que venía moribundo", dijo Ibáñez en 1974.

Misión fraternal

Al concluir su relato, Emilio Rojas se pregunta que sería de los "partes matrimoniales " arrumbados en algún taller y el hermoso vestido que usaría su novia para la ceremonia nupcial, un sábado de febrero. Explica que en las cabañas siguió comentándose el destino del preso "detenido cuando fue a recoger los partes de matrimonio a la imprenta", según la versión que Miguel entregó a sus captores y a sus compañeros de prisión.

Su familia no se extrañó que Miguel planeara un matrimonio que no podía realizarse, porque aún no salía la nulidad. "Así protegió a los niños, desviando la atención de sus captores. Sentía terror que los dañaran ", afirma Luz María Alessandrini. El día anterior a su detención le encomendó a su amigo Hugo Muñoz la misión de "proteger a mis pequeños, si algo me pasa".

Versos para Papá

Mónica, la poeta de la familia, en momentos de tristeza vertió al papel unos versos al amor, sin nombre y sin rostro, perdido por no encontrado. Esos anhelos hechos poesía, los dedica a ...Papá:

Nada me llena, nada
Más que tus ojos.
Tu aliento en mis labios.
Tu pecho junto al mío.
Tus dedos entrelazados a mi mano.
Espero y desespero por ti.
Quiero verte más que soñarte.
Quiero sentirte más que desearte.
Dame una señal y estaré triste.

Cora Cid Recabarren, periodista, es profesora universitaria de periodismo y relaciones públicas.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09nov01