Morir es la noticia

Alfonso Gamboa:
Radio Atacama sale del aire


por Osmán Cortés Argandoña(*)

Nombre
Alfonso Ambrosio Gamboa Parías
Lugar y fecha de nacimiento
Copiapó, 12 de noviembre de 1956
Especialidad
Director de radio Atacama
Lugar y fecha de muerte
Copiapó, 17 de octubre de 1973
Actividades
Profesor normalista, profesor guía de la Escuela Normal de Copiapó y militante del Partido Socialista.
Situación judicial
Causa interpuesta el 5/6/1990 en el Primer Juzgado de Copiapó por inhumación ilegal. No hay información sobre el estado de la causa.

No podía hacer otra cosa. Alrededor de las diez de la mañana del 11 de septiembre de 1975, Alfonso Gamboa tomó su puesto de director de radio Atacama, empuñando el micrófono. Estaba en el cargo desde que el Partido Socialista lo invitó a trabajar por la causa popular que encabezaba el Presidente Salvador Allende.

"Señores auditores: en estos momentos el gobierno democrático de nuestro presidente Salvador Allende está siendo sobrepasado por el poder militar. Hacemos un llamado a todos quienes tienen espíritu democrático para apelar al razonamiento y hacer que todo vuelva a la normalidad. No podemos permitir que se destruya lo que se ha erigido en favor del pueblo", fueron las palabras aproximadas de Alfonso Gamboa. Después, las bayonetas hicieron silencio.

La detención

Los militares no pudieron operar la emisora. Desapareció el cristal de frecuencia, indispensable para salir al aire. Sospechaban del profesor, animador de los programas "La carta que no se envía" y "Cita para 100" Con sus 57 años. Gamboa repensaba un nuevo proyecto de vida, vinculado al desarrollo de la participación y educación del pueblo.

Alfonso Gamboa

Recordaba sus tiempos formadores de la Escuela Normal de Copiapó, que le dieron una posición clara como ciudadano, además del respeto por la opinión distinta y la solidaridad con el necesitado. Sus paseos por la Alameda Matta y la Plaza de Armas.

Su esposa Ady estaba inquieta. No existía experiencia en asonadas golpistas de tal envergadura. Gamboa comentaba la incertidumbre con la familia, cuando el 16 de septiembre llegó a su casa de la Alameda una pareja de carabineros con una citación para el cuartel. Se despidió de los suyos y partió a la Comisaría de calle Los Carreras, recinto antiguo con la tradicional arquitectura nortina. «Será sólo una rutina», creyó.

Con su cédula de identidad en la mano, fue registrado por los cancerberos improvisados que comenzaban a disfrutar el poder de la fuerza. Fue saludado por un carabinero, ex alumno de la Escuela de Aplicación, Anexa a la Normal. Quedó detenido.

Al regimiento

Al día siguiente fue trasladado al regimiento de calle Los Carreras. Allí estaban sus compañeros de la Unidad Popular y de colectividades izquierdistas. Un ambiente de tortura y muerte dominaba el recinto. Los rumores cundían entre la comunidad de presos. El régimen militar se consolidaba. Los detenidos aumentaban...

Con Jaime Iván Sierra, su compañero de radio Atacama, intercambiaron reflexiones sobre el futuro de un país desmembrado que se desangraba ante la impotencia del pueblo. El trato comenzó a endurecerse desde el 10 de octubre, con la llegada de oficiales superiores que iban a apresurar los consejos de guerra.

La muerte

Un helicóptero Puma se posó en el interior del regimiento "Atacama". Los niños de los alrededores se entusiasmaron con la presencia de la máquina militar que habían visto en las fotos sobre la guerra de Vietnam.

El 16 de octubre, un grupo de rudos militares afuerinos irrumpió en los barracones del regimiento. El oficial Dante Arredondo nombró a quienes debían formarse en el patio. Entre ellos, Alfonso Gamboa.

Empujones e improperios fueron el inicio del fin. Salieron a relucir los corvos, cuchillos afilados con forma de «pico de loro». Algunos fueron ultimados en el mismo recinto y arrojados al camión que esperaba. Rumbo a la Cuesta Cardones, el conductor detuvo la máquina y la fuerza militar hizo bajar a quienes podían hacerlo.

Las ráfagas de metralla recibieron el eco de vuelta del sonido siniestro de la muerte. Allí quedaron los cuerpos de 16 hombres, militantes de la zona. Entre ellos, el de Alfonso Gamboa.

Después vino el silencio. El traslado de los cuerpos al cementerio de Copiapó se hizo con sigilo y allí permanecieron en una fosa común hasta fines de julio de 1990. Una cripta al interior del recinto recibió los restos de los inmolados, entre ellos, los de Alfonso Gamboa.


Osmán Cortés es periodista de Copiapó.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 09ene02