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12sep06


Así fue cómo El Tiempo obtuvo la información sobre la implicación de militares en atentados.


Tras más de tres días de tiras y aflojes en el Consejo de Seguridad, el presidente Uribe presentó en televisión el domingo el análisis que el Gobierno ha hecho de lo ocurrido.

Martes: 'Es demasiado gorda'

El martes de la semana pasada, en medio de su trabajo de reportería, un periodista de EL TIEMPO pescó una información que por los primeros datos parecía tener un impacto como pocas noticias en los últimos meses.

Durante el día, buscó a varias de sus fuentes, hasta que una de ellas le dijo: "Sí, véngase (...) es una cosa demasiado gorda".

A las 11 a.m., en un edificio gubernamental, lo atendió 40 minutos y le entregó las primeras pistas de lo que calificó como una conducta "aberrante y peligrosa" para el país: según la fuente, al menos cuatro oficiales del Ejército habrían participado en el montaje de los carros bomba desactivados en Bogotá en los días previos a la posesión del presidente Uribe.

Sugirió la consulta de otras fuentes que conocían la investigación por dentro.

Miércoles: las grabaciones.

Al día siguiente todas coincidieron. Dos de ellas mostraron parte de la evidencia que calificaban de contundente: fotos de videos que mostraban a dos oficiales reunidos en una cafetería con una ex guerrillera, 'Jessica', que, según interceptaciones, está implicada en los atentados.

Además, mostraron la transcripción de diálogos telefónicos. En uno de ellos 'Jessica' planeaba otro 'atentado', pero decían: "Este que no estalle".

En criterio de los investigadores esta conversación hacía referencia al carro bomba que estalló el 31 de julio y que produjo la muerte de un civil y heridas a 19 soldados.

Es más, consideraban que estas pruebas eran suficientes para dictar tres órdenes de captura contra uniformados.

Los organismos de seguridad no acababan de entender cómo podían haberse colado esos explosivos y, aún más, sin que muchos de ellos tuvieran una mínima idea.

En vísperas de la posesión se había volcado a la capital el mayor operativo de seguridad de las últimas décadas: 30.000 efectivos (22.000 de Policía y 8.000 de Ejército). Toda la estrategia para blindar a Bogotá les había ocupado meses.

Por eso, la aparición de tres carros bomba (algunos de bajo poder y sin detonante), una casa bomba y el decomiso de explosivos despertó sospecha en algunos medios.

En cada uno de estos operativos apareció el Ejército ante la prensa dando 'positivos' que históricamente se han anotado el DAS o la Policía cuando ocurren en Bogotá.

Jueves: Fiscalía ratifica.

Hacia las 10:30 a.m. del jueves, dos periodistas visitaron en su despacho al vicefiscal general, Jorge Otálora, y le consultaron si ya había una investigación en curso.

Para responder, Otálora hizo llamar al jefe de la Unidad Antiterrorista, Hermes Ardila, quien visiblemente molesto por la filtración, confirmó que había una investigación en curso y, además, algunos datos que EL TIEMPO suministró durante la reunión.

Y aunque se mencionó el apellido de un coronel -diferente a los nombres de los otros dos oficiales que se han identificado en este caso- advirtieron que no había órdenes de captura.

Pidieron no publicar que el enlace era 'Jessica', la que 24 horas después fue capturada.

A las 2:30 p.m. de ese mismo día, una fuente de alto nivel le confirmó a este diario que desde hacía 25 días funcionarios del Ministerio de Defensa sabían de la investigación. De hecho, tres semanas atrás, en la reunión del Comité Antiterrorista de Bogotá -en el que tienen asiento esa cartera y la Alcaldía-, el tema salió a flote. Allí un oficial del Ejército protestó por comentarios sobre presuntos montajes.

A esta altura de la reportería se consideró que había suficientes elementos para publicar y por eso buscó a los militares al mando de los implicados. Tras varias llamadas, finalmente se pidió hablar con el general Mario Montoya, comandante del Ejército.

No hubo respuesta. Hacia las 5 p.m., el Ministerio de Defensa convocó a rueda de prensa. Aunque la decisión gubernamental de adelantarse a la publicación generó molestia, el comunicado leído por Montoya, ratificó el escándalo.

"El reciente atentado con un carro bomba, en el que resultaron heridos varios soldados y muerto un ciudadano, que fue atribuido a grupos al margen de la ley, así como el supuesto decomiso de varios explosivos (...), al parecer no corresponde a la realidad".

Añadió: "Estos engaños podrían haber sido perpetrados por personas inescrupulosas, entre las que se encuentran dos oficiales del Ejército".

Viernes: 'manzanas podridas'.

Al otro día, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, se refirió al tema y dijo que podría tratarse de algunas "manzanas podridas" interesadas en las recompensas y descartó que fuera una estrategia para dar 'positivos' ante las exigencias del Gobierno.

Esa misma tarde, otro de los investigadores contactó a EL TIEMPO. Dijo que la información publicada era real y aportó otra evidencia aún por judicializar (entregar a la Fiscalía): las más recientes interceptaciones a 'Jessica' -el enlace de los militares-, fotos de la mujer y los nombres de los dos oficiales mencionados en el expediente, entre otros detalles: "Lea y anote", dijo.

Desde ese momento el Gobierno dio inicio a extenuantes consejos extraordinarios de seguridad. En el primero, de 9 horas, salió sin mayores evidencias de lo ocurrido. "No llegamos a nada", contó uno de los asistentes. Dejaron la impresión, por algunos contactos que hicieron, que querían saber qué otros detalles tenían los medios.

El fiscal Mario Iguarán, que fue consultado por el Presidente, dio una rueda de prensa hacia las 10 de la noche, expresamente para decir que no había pruebas suficientes para vincular a los oficiales y que 'Jessica' había sido capturada.

Sábado: hablan con militares.

La mujer rindió declaración hasta las 2:30 de la madrugada del sábado y dijo que todo era un montaje. Sin embargo, señaló que conocía a uno de los oficiales mencionados en la investigación y que había colaborado con él para desactivar un explosivo.

En un consejo comunitario en Medellín, el presidente Uribe manifestó que cancelaba parte de su agenda en esa ciudad y regresaba a Bogotá para seguir el consejo de seguridad, que se prolongaría hasta el domingo, después del cual -tal vez, según dijo- le hablaría al país.

"Aspiro, a las 4 de la tarde, mañana, tener alguna claridad, así no sea total... procuraría en la noche hacer una alocución para contarles a mis compatriotas qué hemos podido avanzar en este proceso", indicó.

Hacia las 6 de la tarde, una de las personas que supo lo ocurrido en el consejo de seguridad del viernes le aseguró a EL TIEMPO que, efectivamente, no eran dos, sino cuatro los oficiales mencionados en el caso.

El sábado por la noche, según explicó el presidente Uribe, hablaron con los militares implicados. Ellos le dieron una clave al Gobierno para explicar parte de lo ocurrido. Dijeron que estaban haciendo labor de inteligencia con 'Jessica'. Ayer, el ministro Santos ratificó esta hipótesis: "Todo era para seguirle el juego".

Es ahí entonces dónde quedan preguntas por resolver: ¿Por qué las Farc estarían interesadas en poner carros bomba que no iban a estallar? ¿Los militares sabían que 'Jessica' estaba poniendo carros bomba? En caso de que supieran, ¿es permitido poner en vilo la tranquilidad de los ciudadanos para no abortar un seguimiento de inteligencia? Y si su interés era solo de investigación, ¿por qué divulgaban estos 'positivos' a costa de sumar tensión a la ciudad? Si la conocían desde hacía tres años, ¿por qué la estaban siguiendo aún?

[Fuente: El Tiempo, Bogotá, Col, 12sep06]

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