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06sep07


Don Berna será extraditado a Estados Unidos.


LA DESCONFIANZA extrema de Diego Fernando Murillo, Don Berna, en los sistemas de comunicación convencionales impidió que la Dirección de Inteligencia de la Policía y otras agencias de seguridad encontraran algo importante en los monitoreos a las conversaciones telefónicas que el jefe paramilitar desmovilizado sostuvo durante su permanencia en Itagüí. En ella se limitaba a tratar asuntos familiares y hechos sin importancia relacionados con la rutina carcelaria.

Para franquear las sigilosas barreras de Murillo, los servicios de inteligencia crearon redes de informantes que lo vigilaban discretamente y así se enteraron de que Don Berna organizaba sus cosas y daba órdenes a algunas de las personas que lo visitaban. Esa fue la información que recibió el presidente Álvaro Uribe Vélez en la tercera semana de agosto y que lo llenó de razones para ordenar el traslado del jefe paramilitar a la cárcel de Cómbita en Boyacá.

Según uno de los memorandos entregados a Uribe por los servicios de inteligencia, las órdenes que Murillo daba por escrito las grababa en discos de computador o en memorias USB que entregaba personalmente a ciertas personas que lo visitaban. Seguimientos a este tipo de contactos le permitieron al DAS establecer que desde el 15 de junio de 2005, cuando se desmovilizó con una estructura del bloque héroes de Tolová en Rusia Ocho, un municipio de Valencia, Córdoba, siguió en actividades de narcotráfico y moviendo fichas para consolidar y extender su poder. Las rejas no habían sido obstáculo.

El 23 de agosto, el entonces director del DAS, Andrés Peñate, le pidió formalmente al Fiscal General investigar si Don Berna estaba detrás del asesinato de Vicente Castaño, noticia que había llegado a oído de las autoridades, y además anexó un informe sobre 12 acciones criminales cometidas por Murillo que hacían evidente el incumplimiento de los compromisos adquiridos en el Acuerdo de Ralito y los requisitos de la Ley de Justicia y Paz.

Entre los delitos reseñados figuraban la organización de nuevos grupos armados para copar los espacios dejados por los desmovilizados, la financiación de nuevas organizaciones de narcotraficantes y los asesinatos de por lo menos cuatro de sus antiguos socios. "Actualmente Don Berna financia el surgimiento de numerosos grupos de narcotraficantes como operadores de laboratorios, transportadores y traficantes individuales, que luego deben devolverle el dinero de los préstamos más un cargo por financiación", decía el informe, y agregaba que la financiación controlada le había permitido no sólo mantener una fuente permanente de ingresos, recaudados por la oficina de cobro de Envigado, sino construir lealtades para no perder su posición de amo y señor del negocio. En eso no daría marcha atrás.

Hasta el pasado 14 de junio, las autoridades conocían la existencia de 159 organizaciones -la mayoría controladas por Don Berna y por Carlos Mario Jiménez, Macaco-, conformadas por entre 10 y 60 hombres que se disputaban el monopolio de la venta de drogas ilícitas en el Valle de Aburrá y la prestación de "servicios criminales" para la oficina de Envigado.

La Sijín de Córdoba descubrió que las retaguardias del bloque Héroes de Tolová con el que se desmovilizó Murillo, se reorganizaron para dedicarse a la producción de base de coca en el Parque Nacional de Paramillo, en Tierralta, Córdoba. Su jefe es Albeiro Manuel Gómez Martínez, La Cobra, y la organización por medio de la cual comercializa la droga es conocida como Los Traquetos.

Y para despejar cualquier duda sobre la intención de Don Berna y Macaco, los servicios de inteligencia entregaron al Gobierno y a la Fiscalía pruebas que demuestran que desde noviembre de 2005 los dos jefes narcoparamilitares reactivaron una estructura del bloque central Bolívar, compuesta por cerca de 100 hombres, cuya misión era tomar el control del Golfo de Morrosquillo, lugar estratégico para la salida de coca hacia Centroamérica y Las Antillas. Y así lo ha venido haciendo mediante desplazamientos progresivos hacia San Onofre, Sucre, y María La Baja y parte de los Montes de María en Bolívar.

Un dosier con este y otros informes fue el que llevó al presidente Álvaro Uribe Vélez a ordenar que el viernes 24 de agosto Don Berna y Macaco fueran trasladados de Itagüí a la cárcel de máxima seguridad de Cómbita.

El objeto de la medida fue alejarlos de su órbita de acción y recluirlos en la cárcel que es considerada como la antesala de la extradición.

MÁS CARGOS

Aparte del homicidio de Vicente Castaño, que ya figura en expedientes judiciales, Diego Fernando Murillo, Don Berna, podría ser procesado por otros tres asesinatos. Uno de ellos es el de Francisco Iván Cifuentes Villa, abaleado en abril pasado en Caucasia, Antioquia, por hombres que se hicieron pasar como miembros del Gaula. El móvil del crimen habría sido discrepancias en materia de plata con la "oficina" de Envigado. Según el DAS, la muerte de Cifuentes fue ordenada por Don Berna por medio de quien es considerado su mano derecha: Carlos Mario Aguilar Echeverría, Rogelio.

La segunda muerte que las autoridades atribuyen a Don Berna es la de Fernando Pico en agosto del año pasado. Los investigadores aseguran que la causa sería una pugna de poder en el seno de Los Traquetos.

El tercer asesinato es el de Jesús María Rivero en marzo de 2002. El motivo: desacuerdos en materia de finanzas con una facción derivada del bloque Héroes de Tolová.

[Fuente: Cambio, Bogotá, Col, 06sep07]

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