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14oct07


Chupeta, un capo cinematográfico


Mientras la justicia estadounidense espera los secretos que le va a revelar el narcotraficante Juan Carlos Ramírez Abadía, los cineastas norteamericanos ya lo tienen personificado como el nuevo 'Padrino'. Su ascenso por los escalafones de la mafia hasta ganarse el respeto, la manera como logró amasar su inmensa fortuna y el temor que impuso con su violencia en el Norte del Valle serán llevados a la pantalla por la productora de cine Miramax, que ya le ofreció a 'Chupeta' 15 millones de dólares por los derechos exclusivos sobre su vida.

Aún no se sabe quién será el actor que personificará el retrato magistral del capo durante las últimas tres décadas de su vida en el crimen organizado. Al mejor estilo de los filmes mafiosos, las escenas serán de violentas sociedades secretas que se han logrado sostener por sus contactos en los poderes político, policial y judicial. Y como en toda película del hampa que se respete, el capo se verá obligado a testificar contra sus enemigos y a delatar a sus traidores, a los corruptos, a los asesinos y a sus rivales.

Pero por ahora estos son sólo planes de Hollywood porque la realidad es muy distinta. El capo no quiere hablar. Sólo quiere hacerlo ante la justicia norteamericana porque, según él, Colombia no es un Estado serio para negociar.

En entrevista con SEMANA en la cárcel de máxima seguridad de Campo Grande, capital del Estado de Mato Grosso do Soul, en Brasil, a Ramírez Abadía se le sentía desesperado, se le veía visiblemente nervioso y con signos de un estado depresivo. Cuando se le enseñó su contabilidad, que revela la inmensa fortuna que posee, se limitó a decir: "Eso que hay ahí no es cierto. Yo soy un hombre pobre". No disimuló su soberbia y renegó todo el tiempo por las acusaciones que le hace la justicia. Como si fuera su salvoconducto, se negó a hablar de los millonarios sobornos a policías, miembros de la Armada, jueces, fiscales, registradores, periodistas y funcionarios del Inpec, por temor a que su familia sea víctima de venganzas.

La vida de 'Chupeta' en esta prisión, a la que se llega después de ocho horas de vuelo en avión desde Bogotá y de media hora por carretera, es particularmente desesperante. Hay que atravesar 10 puertas y cuatro controles de seguridad y 'Chupeta' permanece siempre esposado y vigilado por ocho agentes federales. Después de vivir rodeado de lujos en una inmensa mansión, de disfrutar a sus anchas de sus haciendas y de su yate de un millón de dólares, ahora el capo sufre de claustrofobia en una celda de seis metros cuadrados. Soporta una temperatura de 37 grados centígrados y sólo disfruta de cinco minutos de agua al día. No tiene derecho a hacer llamadas telefónicas y sólo puede recibir visitas una vez por semana. El liderazgo que ejerció en las cárceles colombianas ya forma parte de su pasado.

Sus siete hijos, sus cuatro esposas y sus padres ya fueron a despedirse de él antes de ser extraditado a Estados Unidos. También recibió la visita de un agente de la DEA, quien se limitó a preguntarle por el ex presidente Ernesto Samper, y de dos funcionarias de la Fiscalía colombiana, Aydeé López y Marilú Méndez, directoras de Lavado de Activos y del CTI, que indagaron por su fortuna. Con todos se negó a hablar. El capo sabe que le va mejor en los estrados norteamericanos y para defenderse, le dio el poder al prestigioso abogado Jefrey Lichtman, quien se hizo famoso por sacar de la cárcel a John Gotti Jr., heredero de la fortuna del extinto John Gotti, el último de los mafiosos clásicos neoyorquinos .

Aunque ya está muy avanzado el proceso de extradición de 'Chupeta', su situación jurídica en Brasil aún no está definida. Ante el juez federal Fausto de Sanctis, Ramírez Abadía se presentó la semana pasada a la primera audiencia para responder por cinco delitos que cometió durante los tres años en que se ocultó como "un nuevo rico" en São Paulo: lavado de activos, corrupción, falsedad en documento público y conformación de grupos ilegales, por los cuales podría ser condenado hasta 27 años de prisión. "Si él pretende tener beneficios por parte de la justicia brasileña, tiene que hablar. Tiene que revelar todo lo que él sabe. Van a ser varios días en que voy a escucharlo", le dijo De Sanctis a SEMANA.

Pero la prensa brasileña se ha ocupado más de un hecho insólito ocurrido alrededor del narcotraficante colombiano. Sin saber que se trataba de Juan Carlos Ramírez Abadía, 10 policías de antinarcóticos le seguían sus pasos, mas no para capturarlo, sino para sacarle parte de su fortuna. Y lo lograron. Le secuestraron a dos de sus amigos y mientras los mantenían en cautiverio en las mismas instalaciones de la Policía, negociaron con 'Chupeta' su liberación. El capo se vio obligado a entregarles 1,8 millones de dólares, un jet ski y una camioneta. El escándalo en Brasil ha ocupado las primeras páginas de los periódicos y ha sido el tema de informes especiales de la cadena de televisión TV Globo.

Sin embargo, 'Chupeta' lo niega todo en la entrevista. En cambio, su abogado, Sergio Alambert, un reconocido penalista brasileño experto en negociaciones con la justicia norteamericana, lo ha reconocido. "Los policías llegaron hasta ofrecerle que les pagara con cocaína por su liberación", le dijo el jurista a SEMANA. Y aunque Ramírez Abadía se niega a hablar, está cada día más acorralado por las revelaciones que han hecho las 13 personas que fueron capturadas, junto con él, hace dos meses en Brasil.

Su estrategia es muy clara. Sentarse a hablar con la justicia norteamericana es para él la mejor solución y él mismo lo reconoce. "Habría sido mejor solucionar este problema con Estados Unidos hace muchos años que creer y perder tiempo con el gobierno colombiano", concluye resignado.

[Fuente: Revista Semana, Bogotá, Col, 14oct07]

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