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03sep17


Pablo Beltrán: La negociación está terminando positivamente


A poco más de 72 horas de que el papa Francisco llegue a Colombia, las delegaciones de paz del Eln y el Gobierno tienen prácticamente listo un acuerdo sobre el cese bilateral del fuego y las hostilidades de carácter temporal. Y aunque no ha sido fácil ponerse de acuerdo, las partes ya tienen uno básico que será anunciado en el transcurso del día. El jefe negociador del Eln, Pablo Beltrán, habla con El Espectador sobre este asunto y el ambiente que rodea la mesa de negociación de Quito.

¿En qué va la negociación sobre el cese bilateral?

La negociación está terminando positivamente. Y antes de que llegue su santidad, el papa Francisco, lo más seguro es que va a haber un anuncio conjunto de ese acuerdo.

¿Cómo funcionaría ese cese?

Se van a acordar unos términos de qué se suspende. De un lado, las operaciones ofensivas y otras modalidades, y va a haber una veeduría que haga una labor de alerta y prevención. Esa es la estructura que va a tener el cese.

¿A qué se refiere?, ¿eso incluye la decisión se suspender secuestros y ataques a la infraestructura?

Cada parte tomamos nota de las urgencias humanitarias más grandes y cada cual va a tratar de responder a esas urgencias. Como quien dice: este cese va a tener uno nacional, de operaciones ofensivas, pero además unos alivios humanitarios destinados a la gente. Ese es el compromiso que adquirimos, tanto el Eln como el Gobierno.

¿Están dispuestos a proscribir el secuestro como práctica de guerra?

En la mesa hicimos un acuerdo: que íbamos a regirnos por el Derecho Internacional Humanitario. Si se aspira al inicio de la negociación, que el Eln haga cosas del fin de la negociación están salidos de foco. Lo que decimos es que pactemos un cese de inicio de la negociación como gesto de construcción de confianza. La agenda está congelada, no se ha movido, y le piden al Eln hacer cosas del fin del conflicto. Tiene que avanzar la negociación para que avance el cese. No podemos empezar por el quinto punto.

¿Y la extorsión?

Le hemos preguntado al Gobierno si está dispuesto a cesar alguno de los impuestos. Ellos viven de los impuestos, y nosotros también necesitamos contribuciones, la mayoría voluntarias. Esa discusión aún está muy verde, porque estamos concentrados en los alivios que rebajen la intensidad del conflicto, porque estas otras cosas no son la mejor faceta de una crisis humanitaria en Colombia.

En este momento se han firmado tres acuerdos, pero no empieza la implementación de lo pactado, ¿qué está pasando?

La decisión del Gobierno es que nada está acordado hasta que todo esté acordado. Nosotros diferimos. Tienen congelado todo lo pactado en la agenda hasta que haya cumplimiento de todas las exigencias que hace. Eso nos hace entender que no hay negociación, donde todos ponemos y todos cedemos. Esa ha sido la tranca principal.

Se ve una mesa teniendo un desgaste muy fuerte, que no avanza y que pronto se va a romper…

No necesariamente, pero sí hay un estado de colapso de la mesa, en cuanto a que hace acuerdos, se firman cosas, pero no se llega a la realidad, porque el Gobierno congela las posibilidades de concretar los acuerdos. Lo que queremos es que se selle el cese y la mesa fluya, porque si ha sido tanto el problema para pactar un cese y que la mesa no avance, pues para eso no nos mandaron a Quito.

Da la impresión que la razón por la que la mesa no avanza es que cada parte le exige a la otra dar el primer paso… ¿Qué estaría dispuesto a hacer el Eln para romper con ese círculo vicioso?

La ruptura es de método. Si dejamos de exigir cosas al otro y pactamos el cese bilateral, eso abriría la puerta para que cada parte ofrezca alivios humanitarios que su condición le permita y que sea la sociedad la que determine quién fue el que más puso sobre la mesa.

¿Son conscientes de que al Gobierno se le acaba el tiempo y el oxígeno… Que en pocos meses empezará una campaña electoral que se convierte en una amenaza para la mesa?

Claro. Pero si para que Santos tenga oxígeno el Eln tiene que entregar la cabeza, lo pensaremos dos veces. El oxígeno del Gobierno no puede depender de que no se mueva de sus posiciones. A nosotros no nos pueden venir a pedir que sedamos en todo y ellos en nada.

Ustedes han dicho que no esperan firmar el acuerdo final con este Gobierno, ¿qué esperan a dejar andando el 7 de agosto de 2018?

Dos aspiraciones: que para ese momento el Gobierno haya abandonado la pretensión de negociar desde los condicionamientos. Es que hay algo contradictorio en su discurso, quieren firmar la paz, pero no dejan fluir la negociación. Y lo segundo es que para ese día haya suficientes avances, como para que el proceso esté consolidado y sea irreversible.

Se dice que el Eln es federal y no tiene control total de sus unidades, especialmente en Arauca y Chocó. ¿Cómo van a garantizar el cumplimiento del cese?

El futuro no existe. Lo que hay es pasado y presente. Todos los acuerdos de orden operativo que hemos hecho, los hemos cumplido, y es más, la mayoría de estas acciones han sido en Chocó, que es donde dicen que la gente no está tan de acuerdo con el diálogo. Esa es la prueba de que lo que se acuerda en la mesa de Quito se hace en Colombia.

¿Y sobre Arauca? ¿El frente Oriental ya tiene representación en la mesa?

A nosotros nos nombraron en un congreso para representar al Eln, no a una tendencia. Ah, que ayuda que un compañero de ese frente esté. Eso nos permite sumar esfuerzos. Hace tres meses está Alirio Sepúlveda, del frente que usted menciona.

El presidente de Cambio Radical ha dicho que si ganan las elecciones levantan la mesa con el Eln.

Esas son afirmaciones electorales, porque la lógica con que se hace política en Colombia es que el que más patee el proceso de paz es el que más sube en las encuestas. Y eso se explica porque para que nada cambie hay un trabajo mediático de conservatizar la opinión. Vea lo que pasó con el plebiscito, dos tercios no votó, y el resto, la mitad dijo que No y la otra mitad dijo que Sí. Han convencido a la sociedad de que el proceso de paz es un fraude. Además, la concepción de proceso de paz es que entre más se arrodille la guerrilla, más posibilidades hay de negociar. Eso se llama pacificación.

Cambio Radical y el Centro Democrático son los principales opositores al proceso de paz. ¿Le parece importante que esos sectores hagan presencia en la mesa?

Hemos dicho en todos lados: que venga Cambio Radical, el Centro Democrático. La paz es de todos los colombianos, pero no vienen porque se quedan sin programa político, que es oponerse. Si llegan a ser gobierno, se acordará que hoy le dije que tendrán iniciativas de paz. Ahora tienen que atacarla para conseguir votos.

¿Han intentado tender puentes con el expresidente Álvaro Uribe para que tenga un diálogo directo en la mesa de Quito?

Lo hemos invitado. Nos han dicho que va a venir, cuadramos una fecha, pero a última hora dijeron que no pudo viajar. Entendemos que no vino por conveniencia política. Ojalá cambie de parecer y venga.

Está marchando la implementación del acuerdo con las Farc. ¿Siente nostalgia de ver que sus compañeros de insurgencia ya están haciendo política?

Más que nostalgia sentimos preocupación, si ellos que van adelante los están tratando así. Matan exguerrilleros, a sus familiares, matan líderes sociales. Entonces uno dice, mínimo la élite está dividida: una que empuja los acuerdos y otra que los sabotea. Porque es que eso de matarlos no es una ocurrencia de una banda que amaneció de mal genio, en un plan. Y nuestra preocupación es que las Farc hacen una apuesta, entregan las armas, ponen todos los huevos en la canasta, y el régimen los recibe a bala. Nos preocupa que haya un genocidio de los compañeros de las Farc.

¿Qué piensa de la implementación en términos generales?

Lo que he escuchado es que eso es un laberinto de leyes inexplicable. Un pantano legalista que no permite salir de ahí, pero que además hay una crisis del país, del Gobierno, que amenaza con que los acuerdos no se van a cumplir. Ni seguridad jurídica, ni física, ni garantías de reintegración. Esa es la realidad.

El presidente ha dicho que no va a pactar con el Eln un nuevo sistema de justicia transicional, ¿cómo ven el que se creó?

Lo que vemos es que las Farc están cumpliendo todo, y en el Gobierno nadie asume. Escurren el bulto. Y como se trata de satisfacer los derechos de las víctimas, pues preocupa, porque no se van a satisfacer sólo con que las Farc cumplan. Pueden escribir muchas leyes, pero lo concreto es lo que se ve. Dónde van a ir los falsos positivos, eso no cabe en la JEP, están bregando a escapar y se van a echar encima a la Corte Penal Internacional. Y el problema es que en Colombia hecha la ley, hecha la trampa, y se han vuelto más expertos en la trampa que en la ley. Nosotros más bien apelamos a la voluntad política para salir de la guerra, y la vemos en la insurgencia, pero no en el Gobierno.

Tengo que decirle que la mayoría de las respuestas terminan señalando al Gobierno por no cumplir algo, y no se oye el acto de constricción sobre los errores cometidos por ustedes.

Aquí hay que colocar de primero los derechos de las víctimas. Para que esto se satisfaga se necesita verdad, asunción de responsabilidades. Nosotros tenemos toda la disposición a hacerlo independientemente de que la contraparte no la tenga. A eso venimos. A decir la verdad. Verdad toda, verdad todos. Todos. Si no qué sacan las víctimas que les hagan leyes, pero que nadie asuma la responsabilidad, ni haya reparación. Y si no está garantizada la verdad, no va a haber arrepentimiento, y si no hay arrepentimiento, no va a haber garantías de no repetición.

¿De qué se arrepienten?

De todo lo que hicimos mal. No de alzarnos en armas, porque aquí hay una desigualdad y exclusión estructural. Nosotros no somos la causa, sino la consecuencia.

¿Cree que aún está vigente la lucha armada?

Está vigente el derecho a la vida. Y si están matando líderes, exguerrilleros de las Farc, pues lo lógico es que mucha gente se arme para protegerse. El derecho a la defensa es legítimo. Este año vamos a pasar de 100 líderes asesinados. El Estado no los protege, los paramilitares los atacan. Así que la solución es de verdad sacar la violencia de la política. Pero lo que están demostrando es que cuando las Farc se desarman, se dispara la violencia contra líderes. Eso quiere decir que la otra parte no está sacando la violencia de la política.

Los organismos de inteligencia han dicho que en las zonas de las que salió las Farc está ingresando el Eln. ¿Qué tan cierto es eso?

En la mayoría del territorio vivimos juntos las Farc y el Eln, si ellos se fueron, quedamos nosotros. Lo que es cierto es que de los sitios de donde salieron las Farc ha habido una avalancha de paramilitares. En el norte del Chocó, en el Truandó, estando las Farc en la mesa de La Habana, hubo combates hasta el año pasado. Las Farc firmaron la paz y salieron, y nosotros quedamos solos contra los "paras". Qué hace la Infantería de Marina mientras tanto, mirando para otro lado. El Gobierno en Bogotá dice que no sabe.

También se ha dicho que muchos exmiembros de las Farc están tocando a las puertas del Eln.

Nosotros hemos dicho en la reunión con el Secretariado de las Farc que no íbamos a promover un desgrane de las Farc. Ni íbamos a hacer llamados para que se sumen a nosotros, y que no vamos a admitir a quienes se vayan de las Farc por no estar de acuerdo con lo pactado. Eso lo mantenemos. Lo que más le sirve a Colombia es que las Farc se consoliden como fuerza política.

¿En este tiempo de negociaciones ha podido hacer cosas que durante los tiempos de la guerra no había podido hacer?

Sí, por ejemplo, he podido ver a gente que hace mucho tiempo no veía. No veía a Álvaro Leyva desde el año 98. Y aunque trato de no meter a mi familia en esto, por no ponerlos en riesgo, también he podido ver a algunos. Ellos quisieran que se firmara la paz.

[Fuente: Por Alfredo Molano Jimeno, El Espectador, Bogotá, 03sep17]

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