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27ago25


Una condena valiosa aunque tardía


Con pasmosa lentitud, pero de manera implacable, continúan las decisiones de la justicia contra todos los involucrados en los actos de tortura y persecución a la periodista Claudia Julieta Duque. Esta semana, Giancarlo Auque de Silvestri, quien llegó a ser director de inteligencia del DAS, fue condenado por el delito de tortura agravado a 12 años y medio de cárcel y a pagar una multa de 1.200 salarios mínimos legales. También se pidió una circular roja, pues, en otra falla de la justicia, el exfuncionario de alto nivel está desaparecido desde 2016. Se sigue demostrando cómo las agencias de inteligencia del Estado fueron empleadas para sabotear al periodismo independiente y en particular para ocultar su responsabilidad en el asesinato de Jaime Garzón.

A Duque la perfilaron por ser una de las investigadoras que más avanzó en el esclarecimiento de los responsables del homicidio del humorista. Según la jueza Martha Cecilia Artunduaga Guaraca, "es claro que contra Claudia Julieta Duque Orrego se ejecutaron actos de violencia psicológica, no solo por su profesión de periodista, sino también al ser precisamente una mujer", con el objetivo de "impedir su trabajo investigativo, callar su voz frente a los actos de corrupción que detectó al interior del DAS y el hecho de que un organismo del Estado quiso dejar en la impunidad un grave crimen como fue el homicidio de Jaime Garzón Forero". Una y otra vez, gracias a su tenacidad e insistencia, la periodista ha logrado el reconocimiento de la violencia ejercida no solo contra ella y su familia sino contra múltiples miembros de la izquierda colombiana. Sin embargo, también ha expresado en varias ocasiones su desazón por la demora de la justicia, por los obstáculos del Estado y porque no debería ser labor de las víctimas tener que insistir tanto para que haya responsabilidad.

La condena contra Giancarlo Auque de Silvestri muestra el grado de corrupción y abuso de poder al que se llegó en el DAS. Según la sentencia, el exdirector usó su jerarquía en el DAS, "así como recursos públicos, para realizar actividades ilegales, como los seguimientos, interceptaciones sin orden judicial, hostigamientos y amenazas denunciados por la víctima con el fin de cumplir con un objetivo misional y favorecerse a terceros". El caso particular de Garzón, un ataque contra la libertad de prensa que silenció a una de las voces críticas más respetadas y queridas por los colombianos, muestra que durante años el Estado estuvo infiltrado por grupos criminales y se tapaban entre ellos las espaldas. El periodismo de Garzón, así como el de Duque, incomodó a estos poderosos al poner reflectores sobre las malas prácticas y los crímenes. Su labor debería celebrarse, no perseguirse con la crueldad de lo que ocurrió.

Celebramos, entonces, que esta sentencia, la novena en personas involucradas con la tortura a Duque, haya llegado. Empero, queda la desazón de saber que el responsable es prófugo de la justicia y que los procesos en torno al DAS han avanzado plagados de obstáculos. Colombia no ha podido pasar la página ni podrá hacerlo hasta que quienes secuestraron al Estado respondan por todos los abusos. Al periodismo sólo le queda seguir insistiendo.

[Fuente: El Espectador, Bogotá, Colombia, 27ago25]

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