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19may03


¿"Lluvia" de glifosato o cambio de modelo?
Por Aurelio Suárez Montoya


El 20 y el 21 de mayo próximos se adelantará en Manizales, en la Universidad de Caldas, un seminario sobre las fumigaciones por vía aérea con glifosato en la zona cafetera el cual incluirá una Audiencia Defensorial. Las fuerzas vivas expresarán allí sus opiniones al respecto; Unidad Cafetera reiterará su oposición a dicha medida máxime si a partir del primero de julio, como lo anunció el ministro Londoño Hoyos, tomará la forma de diluvios indiscriminados sobre naturaleza, gente, agua, cafetales y cultivos ilícitos y en concentraciones, con presencia de sustancia tóxica, mayores a las aplicadas en el sur del país.

Según la revista The Economist un "productor" de coca recibe por un kilo de hoja 610 dólares (un millón setecientos mil pesos) u 860 por el de pasta (dos millones cuatrocientos mil pesos) mientras en los "grandes mercados" esa cantidad de cocaína vale 110.000 dólares (308 millones de pesos). No se explica fácilmente que la mira del plan contra las drogas ilícitas se ponga en el eslabón más débil, ubicado en zonas apartadas de las colonias del Imperio, que percibe 180 veces menos de esa renta que los capos de las calles de Nueva York. No puede decirse que eliminando la oferta se acaba la demanda, ello debido al alto grado de sustitución que hay entre estupefacientes, bien entre los ya conocidos o entre éstos y los que van apareciendo. Una encuesta del Centro de Recursos para la Gente y la Prensa mostró que el 74% de la opinión gringa cree que "la demanda es muy alta y nunca dejaremos de usarlos".

Pero es más insólito que sea la potencia que envilece la producción y los precios de nuestros productos agrícolas la que imponga ese método como único de erradicación de ilícitos. La apertura a los frutos foráneos significó para siete departamentos del sur del país, entre 1990 y 1996, la pérdida de 15.000 hectáreas de maíz, 40.000 de arroz, 6.000 de sorgo y más de 20.000 de soja, que nunca retornaron a su dedicación inicial. Estos géneros provienen ahora de Estados Unidos. Con el café sucede otra injusticia. Las compras totales norteamericanas en 1997, que fueron de cerca de 20 millones de sacos, valieron 5.039 millones de dólares, en 2002 un volumen casi igual apenas alcanzó a 2.435 millones, menos de la mitad. Las consecuencias para los caficultores colombianos es una reducción de sus ingresos en proporciones todavía mayores tanto en relación con los insumos de producción como con el destino principal del ingreso campesino: los bienes de consumo para el hogar.

Es evidente que la "plata sucia" se mueve por los mismos circuitos del gran capital y que las políticas de facilidad para el ingreso de capitales ayudan a "lavarla". La "ventanilla siniestra" y la reforma financiera de 1991, ideada por Hommes, dieron vía libre a la repatriación legal de los llamados flujos de capital encubiertos que pusieron su cuota en la revalorización del peso, la que tantas secuelas trajo a la economía nacional.

Para sintetizar el marco de causalidad, valen dos citas del texto "La economía colombiana tras 25 años de narcotráfico" (Rocha). "No deja de llamar la atención que el 32%... de la inversión extranjera directa proviniera de Centroamérica y del Caribe, donde proliferan paraísos fiscales,… que ofrecen ventajas al lavado de dinero del narcotráfico" y "los cambios en el entorno macroeconómico…a la vez que afectaron la agricultura legal, también favorecieron la expansión de cultivos ilícitos".

Por lo visto, adicionar a esos males la "lluvia" de glifosato más que un remedio es un agravante. En la industria cafetera la aspersión del veneno a los cuatro vientos traerá nuevas dificultades. El único patrimonio que aún conserva nuestra industria es el sobreprecio por calidad en el mercado mundial que en la última década en promedio por libra fue de diez centavos de dólar; ¿Mantendrá el mercado dicha prima si los exigentes consumidores del norte conocen que parte de él "se roció" con glifosato? ¿Cuál será la suerte de los proyectos de café orgánico ante un desprestigio difundido globalmente? ¿Cómo lo aprovecharán nuestros competidores? ¿Cuánto se servirán de ello las multinacionales compradoras? En ese sentido llama la atención que el grupo empresarial ALTRIA (antigua Philip Morris) tenga bajo su control tanto a Monsanto, firma que vende el glifosato, como a Kraft General Foods, principal cliente del café colombiano. Gana por punta y punta: por una vende su tóxico y por otra ya no reconocerá esa prima de calidad.

¿Serán, acaso, éstas las razones de verdad para que la embajadora Patterson declare las bondades del herbicida y su inocuidad? Ciento veinte millones de dólares anuales que se economizarían las multinacionales tostadoras al suprimirse la prima y 457 dólares por hectárea fumigada que perciben Monsanto y los contratistas extranjeros que hacen la labor pueden ser motivos auténticos para la delegada del Tío Sam. El análisis de las causas y de las consecuencias económicas, así como sociales, en violencia, desplazamientos y otras, y de los daños ambientales colaterales concluyen que lo primero que hay que erradicar es el neoliberalismo con sus correspondientes licencias para el libre comercio y la movilidad de capitales. Sobran razones de peso a la región cafetera para erguirse en Resistencia Civil contra la pronosticada avalancha de glifosato.


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Este documento ha sido publicado el 05jun03 por el Equipo Nizkor y Derechos Human Rights