Los Jinetes de la Cocaína
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Capítulo VII
El lavado de dolares

En 1978, como consecuencia de una doble bonanza, la cafetera y la marimbera, los bancos colombianos descubrieron nuevas posibilidades para sus filiales en los paraísos fiscales.

Hasta ese momento, las sucursales apenas eran utilizadas como mecanismos para la tradicional fuga de capitales nacionales, el pago de las comisiones en los contratos oficiales, el reciclaje de dinero y casi como objetivo exclusivo, la intermediación en las cartas de crédito.

Las principales agencias de la banca colombiana en el exterior se abrieron en Panamá, Bahamas, Islas Cayman y Miami.

Más tarde se expandiría a Nueva York, Santiago de Chile, Buenos Aires y Lima. Hacia aquellos centros donde empezaban a manejarse los dólares de la mafia colombiana, se creaban tifíales de la banca nacional.

El período de crecimiento más notable de este sector, en el exterior, se presentó entre 1978 y 1983. En este año empezó a declinar la banca tradicional ante la determinación del cabecilla del Cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, y de su socio, Jorge Luis Ochoa Vásquez, de tomar el control de su propio banco, el First Interamericas Bank, para evitar la costosa intermediación financiera en Panamá.

En este país, se asegura que existe un compromiso tácito de los narco trafican tes con su gobierno, consistente en no cobrar intereses o rendimientos sobre los depósitos hechos por ellos en la banca panameña.

Los dineros provenientes de los réditos de tales depósitos sencillamente se abandonan en favor del gobierno local.

Una evidencia de esta afirmación se tiene en la declaración que rindió ante un juez el entonces vicepro curador general de la Nación, Jaime Hernández Salazar, quien viajó a ese país para seguirle la pista a los US$13.5 millones robados a Colombia en una cuenta del Chase Manhattan Bank.

Hernández, bajo la gravedad del juramento, sostuvo:

"La plata (del robo), a petición del señor Russell, como obra en las sumarias, fue enviada a Ciudad de Panamá, al Banco Leumi en la cuantía de US$ 12"747.088. En dos oportunidades nos hemos desplazado a Ciudad de Panamá con el señor procurador General de la Nación (Carlos Jiménez Gómez), para investigar qué pasó con ese dinero, quiénes dispusieron de él y a dónde (fue a parar).

Hablamos con el presidente de (la República de) Panamá, la banca reunida en pleno, superintendente Bancario, jefe de bancos y ministro de Hacienda. Nos dijeron que la ley panameña prohibía levantar la reserva bancaria, pero que hiciéramos el intento legalmente.

Nos contaron como anécdota que el problema de la educación y las deudas que adquiría el gobiertio panameño se las pagaban regalándoles (los intereses), o con préstamos sin intereses, y que por eso Panamá era un país en progreso.

En otras palabras, que protegían el dinero proveniente de narcóticos, estafas, o lo que fuera. Además, que la ley panameña castiga con cárcel y multas a quienes violen la reserva bancaria".

Para el reciclaje del dinero de la mafia, con miras a ingresarlo a Colombia, se empezó por crear empresas con capacidad contable para importar y exportar diversos productos, casi siempre con asiento en Bogotá, Cali y Medellín.

En el caso de los Rodríguez, ellos operaban con Femando Internacional, Alpacol Comercial S, A,, Exportadora Caribe y Hajasa S. A.

Su equipo de lavadores de dólares estaba constituido por los hermanos Luis, Julián y Mario Otoya Tobón, quienes con Guillermo Bueno Delgado, Jaime Ramírez y Hernando Arana, estaban encargados de reconocer mecanismos que les permitieran introducir los dólares de los Rodríguez a Colombia.

Otros sujetos como Humberto Arias García, Alberto Mazzili Juliao, Hernando Restrepo Ochoa y Luis A. Carvajal (propietario de la avioneta HP818), fueron adiestrados en el manejo de fondos por un ciudadano estadounidense, residente en Pa namá, Meyer Lansky, de quien se asegura es miembro de la Cosa Nostra.

Los Otoya Tobón, requeridos en extradición por lavado de dólares y tráfico de narcóticos, residen desde febrero de 1983 en la Isla Contadora, de Panamá, en el condominio de apartamentos Eder.

A través de Femando Internacional se asegura que ingresó dinero para los hermanos Rivera de Leticia, y los Ochoa de Medellín. Si José

Pelusa Ocampo ha sido empleado de los hermanos Rodríguez, la suma de todos estos elementos parece a veces evidenciar a la mafia colombiana como una sola organización interactuada.

El gobierno norteamericano, a raíz de la Operación Pez Espada, dispuso que toda transacción en efectivo por valor superior a los US$10.000 debe ser informada a las autotidades, en especial si la transacción la efectúa un latino. Este mecanismo les generó serios problemas a los lavadores de dólares, aue estaban acostumbrados a realizar las consignaciones en La Florida, a cambio de un porcentaje determinado que pagaban a los gerentes de los bancos de ese Estado, Debieron entonces buscar nuevos mercados para limpiar el dinero, especialmente en Europa.

A los pocos meses, Inglaterra lanzó el sistema bursátil del "big bang", en virtud del cual toda operación de la bolsa de valores se puede hacer por computador, a través de órdenes dadas por un terminal con una clave.

Los narcos se volcaron de inmediato sobre este sistema, que les garantiza anonimato y una virtual ausencia de controles legales. Inglaterra, como Suiza, se tornó para ellos en el paraíso donde ocultar sus recursos,

Según una investigación llevada a cabo por el Instituto para Estudios Latinoamericanos de la Universidad de St. Gallen de Suiza, no más del 10 al 20°/o de los dólares provenientes de la droga ingresan a Colombia. El estudio afirma que en la década de los 70s, Colombia fue sitio de tránsito del 700/0 de la droga que se consumió en Estados Unidos, pero cree que a partir de 1982 los centros principales de refinamiento fueron desplazados a Brasil y Bolivia,

Estimó el instituto suizo que el comercio ilegal de Colombia, entre 1980 y 1984, osciló entre los US$6.000 y US$9,000 millones,

Con un procedimiento matemático que estimaron válido, los investigadores calcularon que en 1984, los narcotra ficantes colombianos produjeron 225 toneladas de cocaína, cuyo valor en puerto en los Estados Unidos lo señalaron en US$80 millones. Con una serie de descuentos que le aplicaron a esa cifra (valor de la materia prima importada del Perú, transportes y fletes, refinamiento, sobornos, etc.), llegaron a concluir que las ganancias de estos delincuentes fueron en solo 1984, de US$12,9 millones. Esa utilidad la estimaron, para 1983, en US$11.8 millones.

La misma fuente precisó que por la "venitanilla siniestra" del Banco de la República (divisas por. servicios y turismo), ingresaron a partir de 1974 unos US$500 millones en promedio anual.

Si la situación fuera distinta, Colombia viviría enfrentada a un serio problema jurídico-económico con los narcotraficantes. Imaginarse que Pablo Escobar trajera a una sucursal de un banco en Bogotá el valor de un cargamento menor, US$7 millones, reventaría a la entidad, que quedaría de inmediato burlando las regulaciones del encaje, por lo menos.

Pero un caso similar al ejemplo ya se vivió en Cali. En una sucursal del Banco de Occidente de esa capital, se presentó un sujeto cuya identificación no trascendió, para consignar $2.800 millones. Era un viernes, 14 de agosto de 1987, alas 3 y 25 de la tarde, cinco minutos antes del cierre. Llevaba $800 millones en efectivo y $2.000 en cheques.

El preocupado gerente de la sucursal llamó al cliente para disuadirlo de semejante transacción. "Aquí en Colombia no existe límite en las operaciones bancarias", habría sido su respuesta.

Terminaron concertando, el gerente y el narcotraficante, una fórmula de mutua conveniencia: el depósito fue repartido en tre todas las sucursales del Banco de Occidente en el país, y se contabilizó en los cinco días siguientes.

En realidad, el ingreso de dólares a Bogotá y Medellín es sistemático. Y su evidencia se tiene cuando hay un secuestro cuyo rescate deba pagarse en dólares. Generalmente un jeep con dos hombres fuertemente armados se coloca en las tradicionales esquinas de venta de dólares. Y van llegando los clientes, casi siempre remitidos por gerentes amigos de las distintas sucursales bancarias, que han sido advertidos de manera previa.

La invasión de dólares del narcotráfico se patentiza en el mercado negro, con la caída del dólar informal, cuyo valor queda varios puntos por debajo del certificado de cambio legal.

Fiscalmente, los dineros de la mafia colombiana se lavan en las amnistías que de oficio se otorgan al inicio de cada nuevo gobierno (el período es de 4 años). Todos los presidentes electos alegan que esa es la única forma de financiar el nuevo cuatrienio. Buscan arbitrar recursos frescos con los cuales ejecutar alguna obra.

Así lo han hecho de manera sucesiva, Alfonso López Michelsen, Julio César Turbay Ayala y Belisario Betancur.

Capítulo aparte merece el caso de la administración Barco, que concedió de un solo tajo 19 tipos diferentes de amnistías tributarias. Cobijaron incluso a quienes se habían apropiado del producto del Impuesto a las Ventas, IVA, pese a que su retención es considerada delito.

Semejante práctica sistemática podría, válidamente, compararse con la renuncia que hacen los mafiosos al cobro de in tereses en Panamá, en favor del Estado, según el mecanismo descrito antes.

El narcotraficante Carlos Lehder Rivas confesó espontáneamente a la prensa el beneficio recibido de la amnistía de Betancur:

"Yo no niego que haya participado en la gran bonanza colombiana, como tampoco niego que estamos hoy disfrutando de una amnistía tributaria, que prácticamente podría haber 'enfriado' los dineros que ellos llaman "calientes". O sea que hoy están legalizados más que nunca. Ese dinero fue traído al país cuando no existía una amnistía tributaria, pero gracias a la apertura democrática (sic) y a la amnistía tributaria (de Betancur) es completamente legal. Tan legal como el de Michelsen, y tan legal como el del presidente de la República".

Otra modalidad para lavar el dinero en el país, son las licencias cambiarías no reembolsables. Con ellas se compran bienes de capital en el exterior, que se pagan con dólares que ellos poseen fuera del país, y que no requieren explicación en Colombia.

En la administración de Betancur, el gobierno hizo aprobar una ley que le autorizó la emisión de hasta US$200 millones en Bonos de Deuda Pública Externa.

Estos papeles, que pueden ser convertidos, en certificados de cambio, se emiten al portador y son transferibles con el simple endoso.

Con este mecanismo, el gobierno renunció a saber quién le otorgaba un crédito disfrazado, que supliera las reticencias de la banca internacional a otorgarle nuevos créditos externos a Colombia.

Los bonos emitidos hasta ahora, US$150 millones, han sido colocados en paraísos fiscales, especialmente en Leichtenstein.

Estos bonos se crearon a cambio de una amnistía cambiaría que propuso el gobierno, y que fue duramente censurada por inmoral, en determinados sectores del Congreso.

El nuevo mecanismo de los bonos no fue fácilmente comprendido, y se aprobó sin mayores tropiezos. Los Money Orders y los cheques de viajero son la última invención de los narcotraficantes para transportar y lavar sus dólares. Se aprovechan de la casi total ausencia de legislación en Panamá y Colombia, para transportarlos abiertamente.

Personajes como Floyd Cariton, Teófilo Watson, Mario de la Pava, Gerardo Sanclemente Crespo y el propio Pablo Escobar, han sido retenidos por mover centenares de miles de dólares en Money Orders, que incluso les han debido reintegrar.

A Mario Saucedo López le decomisaron US$400.000 que le había entregado Pablo Escobar en Money Orders para pagar una fianza en Houston. Se los devolvieron, porque con su porte no transgredía ninguna norma.

Otro tanto sucedió con el millón 209 mil dólares que Héctor Fabio Ocampo le entregó en Panamá a Vicente Wiison Rivera. Era un simple papel del Banco de Occidente de Cali, que ordenaba hacer la transferencia.

Betancur también implemento otro mecanismo para el lavado de dólares, a través del subsidio al oro: era todo un negocio, lavando y ganando. El Banco de la República compraba el oro que le vendieran, varios dólares por encima de la cotización internacional más alta. Los narcotrafícantes simplemente adquirían el metal en el exterior, lo vendían al Banco Emisor, que les entregaba pesos.

Con esta medida, los grandes perjudicados fueron los joyeros, pero sus principales explotadores, los hermanos Murillo, propietarios de las Joyerías Felipe, tenían otro subsidio:

el tráfico de cocaína.

Otra forma habitual para el lavado de sus dólares, consiste en la adquisición de estaciones de servicio automotor y de bombas de gasolina. La posibilidad de registrar, inflados, elevados ingresos por la prestación de ese tipo de servicios, parece ser el mecanismo para la limpieza de los dineros del tráfico de narcóticos.

Esta práctica se afirma es más evidente en Cali, Medellín y Bogotá. La intervención oficial por la quiebra del Banco Nacional (propiedad de Félix Correa Maya), puso al descubierto otro hecho relacionado con los negocios del narcotráfico.

Uno de sus vicepresidentes, Uldarico Robles, afirmó en su indagatoria que, después de paralizadas las operaciones del Banco, otro de los ejecutivos, Eduardo Uribe, recibió una llamada proveniente de Medellín (se afirma que del primo de Pablo Escobar, Gustavo de Jesús Gavina Rivero) en la que lo conminaron a regresar $400 millones que tenía depositados allí: "escoja entre dormir esta noche en cama blanda o en cama de piedra", habría sido la amenaza.

Pese a estar intervenido, el Banco Nacional devolvió los $400 millones.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 06oct01
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