Los Jinetes de la Cocaína
Los Jinetes de la Cocaína

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Capítulo IX
La Mafia no perdona

Bajo la dirección de un experto judío funcionó en Medellín, durante más de siete años, una escuela de sicarios.

Isaac Guttnan Esternbergef montó la más impresionante máquina del crimen, en una finca situada cerca a Sabaneta, municipio próximo a Medellín.

Contando con la tolerancia de las autoridades antioqueñas, que sabían de su existencia, Guttnan Esternbergef impartió instrucción sobre el manejo de la moto, el equilibrio con ese vehículo cuando se lleva un parrillero y, por último, el tiro al blanco en movimiento, desde la misma moto. Su manera de disparar al objetivo, se caracteriza porque es en forma de cruz.

Son muchas las versiones que circulan sobre el tipo de entrenamiento recibido, como que el examen del asesino de la moto consistía en salir con su compañero y disparar una ráfaga de ametralladora contra alguien, en plena calle. Su muerte instantánea y la velocidad con que se podían perder, eran los factores de calificación.

También se especuló, por ejemplo, por el hecho de que una semana antes de asesinado el coronel Jaime Ramírez Gómez, un estudiante haitiano que salió en el centro de Bogotá a primeras horas de la noche, fue atacado por los asesinos de la moto. Se afirma que estarían ensayando para el atentado contra el coronel. Lo cierto, es que nadie pudo nunca sostener una versión distinta, pues ni siquiera el móvil del robo se justificaba en un estudiante de optometría de la Universidad de La Salle, que había salido con $ 100 a comprar una gaseosa.

La escuela de sicarios era controlada directamente por Pablo Escobar Gavina, su principal beneficiario. Pese a que se afirma que nunca fueron más de 50 alumnos, de esa escuela del crimen salieron dos tenebrosas bandas de asesinos. Los Quesitos y Los Priscos.

Después del fracaso que les significó a Los Quesitos el asesinato del ministro de Justcia Rodrigo Lara, pues fallaron todas las tácticas adoptadas para mimetizarse, la escuela se desmanteló.

Los Priscos se convirtieron en una banda de secuestradores y sicarios al servicio del mejor postor.

El jefe de Los Quesitos, Luis Alberto Castaño Molina, fue asesinado, al convertirse en pieza judicial clave de enlace entre los sicarios y los autores intelectuales (Escobar y Ochoa) del asesinato de Rodrigo Lara.

Isaac Guttnan fue asesinado en Medellín desde una moto (con seguridad, a manos de un alumno suyo) el 9 de agosto de 1986, cuando transitaba a bordo del vehículo KE-7345, en compañía de Alfonso Jaramillo Jaramillo.

Pablo Escobar había decidido buscar su protección para los asesinatos en desertores o gente retirada de las organizaciones guerrilleras de Antioquia.

1. Censura de Muerte

Don Guillermo Cano Isaza, director de El Espectador, fue el único periodista colombiano que, en plena euforia del dinero fácil, denunció a los narcotraficantes, a todos sus flagelos y a los sectores políticos, económicos y militares contaminados con ellos.

"¿Dónde están que no los ven?", se preguntaba en una de sus valerosas columnas Libreta de Apuntes de los domingos en El Espectador, que enjuició severamente a las autoridades cómplices, y, desnudó a los "Narcotraficantes como los vulgares delincuentes que son.

Según todo parece indicarlo, el plan para asesinar a Don Guillermo Cano fue orquestado por el Cartel de Cali.

Gilberto Rodríguez Orejuela, entonces preso en una cárcel de la capital del Valle, extraditado de España, tenia comprometida su absolución con una condición que la prensa no informara sobre ninguno de los hechos del juicio y, menos, sobre la forma como se había iniciado el proceso que sirvió para impedir su extradición a los Estados unidos.

El Espectador, en un Informe Especial titulado La Gran Jugada del Ajedrecista de la Droga, reveló cómo una columna del periodista Alvaro Bejarano (director de la Revista del América) había servido a un fiscal en trance de pensión para denunciar a Gilberto Rodríguez como narcotraficante.

El Juez, Tobías Iván Posso, solicitó al Ministerio de Justicia los documentos aportados por el Departamento de Estado de los Estados Unidos para su extradición, y con base en ellos inició el proceso.

Rodríguez Orejuela le pidió apoyo a Pablo Escobar Gaviria, quien para entonces trabajaba con unos exguerrilleros del M-19 en Antioquia, los hermanos Carvajalino. Ellos se habían retirado de una célula virtualmente exterminada, y se alquilaron para hacer los trabajos sucios de la mafia.

Son pocos los pormenores que se conocen acerca de la forma como se planeó el asesinato del director de El Espectador. Lo evidente es que al otro día del atentado contra don Guillermo

Cano, Jorge Eduardo Carvajahno Carvajalino y otros compinches suyos, entre ellos una mujer, fueron acribillados frente a las instalaciones del complejo habitacional Metrópolis, a pocas cuadras de la sede del diario. Libraron desde el vehículo en que se movilizaban, de placas JG2997. una espectacular balacera que se prolongó por más de tres cuadras, pero a la entrada del conjunto se les acabó la munición a los Carvajalino, que se encontraban con papeles de identidad de familiares suyos. En su apartamento, los esperaba un arsenal que los habría hecho imbatibles. En su poder se encontraron pasajes para viajar a Medellín.

(El narcotraficante, José Agustín Nova Vargas, habría sido el encargado de coordinar la operación. Fue denunciado por los mismos sujetos que balearon a los Carvajalino. Los servicios de seguridad llegaron hasta el apartamento donde se encontraba alojado con otros traficantes, en el Centro 93, y para responderles a un supuesto acto de defensa, los acribillaron a todos.

Dos nombres. Daniel Robayo y Carlos Alberto Mejía, narcotraficantes df la Costa Atlántica y Antioquia, constituyen la clave del asesinato de don Guillermo. Ellos fueron los encargados de recaudar una "bolsa" de $10 millones, cuota que se señaló a los capos para asesinar al eximio periodista.

La investigación penal por el asesinato de don Guillermo desorientada por muchos factores extraños, no ha llegado a ninguna conclusión. La última versión judicial consiste en que no fue el sicario quien le disparó, sino una persona desconocida, con un arma de alta precisión. Mejor coartada no se le ocurre al más habilidoso defensor.

Gilberto Rodríguez, José Santacruz y Hernando Giraldo Soto fueron absueltos de todo cargo por narcotráfico, en decisión tomada semanas más tarde por el juez Tobías Iván Posso. Para respaldarlo, dos abogados emitieron conceptos a favor de su tesis: Gustavo Humberto Rodríguez (exconsejero de Estado y cercano a altos círculos del gobierno) y Luis Carlos

Pérez (exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y consultor de varios narcotraficantes).

2. Los Perros

A Rodrigo Lara Bonilla, la muerte era la última carta que le quedaba en su lucha contra los narcotraficantes. A la cual, paradójicamente, fue llevado por esos mismos delincuentes.

Cuando apenas llevaba quince días en el cargo de ministro de Justicia, el país político se hallaba enfrascado en una dura lucha por denunciar la presencia de los dineros calientes --como se denominan los aportes de los narcotraficantes--, en las campañas de los aspirantes al congreso. Y la lucha la orientaba precisamente el Nuevo Liberalismo, el grupo político que coordinaba Rodrigo Lara a nivel nacional.

Dos años antes, en una manifestación en el parque Berrío de Medellín, en un enjundioso discurso que nadie guardó, Rodrigo Lara expulsó públicamente a los aspirantes a curui por ese movimiento en Antioquia, Jairo Ortega Ramírez y Pablo Escobar Gaviria. Las sospechas recaían sobre este último, cuyo derroche económico despertaba desde entonces suspicacias entre los antioqueños que ignoraban su verdadera actividad, el narcotráfico.

Era junio de 1981. El pronunciamiento del Nuevo Liberalismo apenas si mereció notas menores en la prensa.

Los dos expulsados crearon una nueva vertiente política, Renovación Liberal, y adhirieron al grupo que para esas elecciones había creado un controvertido senador, Alberto Santofímio Botero, quien había estado preso por el pago de jugosos honorarios con dineros de la Cámara de Representantes, a empleados ficticios u "hombres de paja".

Cuando Lara Bonilla fue designado ministro de Justicia, el Departamento de Estado de E.U. había solicitado la extradición de una veintena de colombianos acusados de narcotráfico y lavado de dólares.

Seis meses antes se había ejecutado en Florida la Operación Pez Espada, que puso al descubierto la red de empresas y personas encargadas de montar las "lavanderías" de dólares obtenidos con el tráfico de cocaína. Carlos Ledher adelantaba una costosa campaña publicitaria en los medios de comunicación contra la extradición.

Dos semanas después de posesionado en el Ministerio, Lara Bonilla fue citado a la plenaria de la Cámara de Representantes para hablar sobre la presencia de dinero, de la mafia en la política. Desconocía entonces que el acusado sería él mismo.

El debate era promovido por Jairo Ortega y Ernesto Lucena, dos congresistas de Alternativa Liberal y, pese a pertenecer al Senado, la citación también la firmaba el propio Santofimio Botero, bajo cuyas banderas había salido elegido representante a la Cámara Pablo Escobar.

Los dos congresistas de ese grupo político, Lucena y Ortega --principal en la lista política de Escobar--, exhibieron en la plenaria del congreso un cheque por un millón de pesos que había girado a nombre de Rodrigo Lara el narcotraficante Evaristo Porras Ardila.

También presentaron la grabación de una entrevista de Porras y Lara, ante un testigo, Gilberto Molina Hernández, quien entonces aseguró ser "un modesto mecánico de automotores", y hoy figura públicamente como un alto dirigente deportivo de Antioquia.

La constancia de la reunión, o al menos en cuanto al alojamiento, la obtuvo el propio procurador Jiménez Gómez, quien la solicitó de manera oficiosa, pero oficial, al Hotel Hilton de Bogotá.

El cheque, se sabría luego, había sido en realidad girado por Porras a una empresa familiar de Rodrigo Lara en el Huila, y la grabación correspondía a una entrevista que le solicitó Porras a Lara. varios meses antes, durante la cual le confesó que era narcotraficante.

Leídas de manera desprevenida las preguntas hechas por Lara a Porras, corresponden a las que formularía cualquier persona que conoce a un coquero en circunstancias ajenas a sus actividades o a cualquier amenaza: ¿Y quiénes manejan eso" "la verdad que todo se origina en Medellín? ¿Cual es el capo del narcotráfico?

Como respuesta a la celada que le montan, Lara Bonilla trazó una estrategia obvia, en la que lo habría de acompañar buena parte del país si ellos exhiben un cheque que supuestamente me pasaron, ello debe corresponder a la compra de mi silencio Pura probarle al país que ello no es así, los denuncian1 pública y oficialmente, y me convertiré en su principal censor

A los pocos días. Lara Bonilla convocó una rued.i dr prensa. durante la cual exhibió los prontuarios de Pablo Escobar y Carlos Ledlier, reveló que había ordenado investigar al congresista Jairo Ortega por encubrir las actividades de narcotráfico de Evaristo Porras, y a este mismo, con base en las propias afirmaciones públicas del congresista.

Bsta denuncia le serviría meses más tarde a un controvertido juez, Julián Rojas Otálora, para ordenar la propia indagatoria de Rodrigo Lara, a quien trató de convertir de acusador en sindicado.

El ministro reveló que Porras Ardila traficaba con cocaína a bordo de dos avionetas HK2525 y HK2519-P, las que acababa de ordenar paralizar en la sesión del Consejo Nacional de Estupefacientes

"Soy un ministro incómodo para quienes están por fuera de la ley", dijo Lara Bonilla, quien en los seis meses siguientes ordenó paralizar 250 aeronaves a los narcotraficantes, produjo memorandos internos o públicos, en los que reveló la presencia de este tipo de delincuentes o de sus dineros, en equipos de fútbol, la política y los negocios.

El 29 de septiembre de 1983 cuando apenas llevaba dos meses en el Ministerio, el coronel Jaime Ramírez Gómez, comandante de la Unidad Antinarcóticos de la Policía Nacional y quien vendría a convertirse en su mano derecha le advirtió sobre un primer plan que se acaba de debelar para asesinarlo en Medellín.

Un ciudadano estadounidense, que se identificaba indistintamente con los nombres de Roberto Samnas y John Burn, pero que en realidad se llamaba Joseph Harold Rosenthal prófugo de una cárcel de Atlanta donde purgaba una pena por narcotráfico , estaba siendo seguido por agentes de la Policía Antinarcóticos y de la DEA Se alojó en un hotel de Medellín, cuyo teléfono fue intervenido

Rosenthal tuvo contactos con un Ochoa y otro sujeto a quien llamaba "Piñata", que se presume era el primo de Pablo Escobar, Gustavo de Jesús Gaviria Rivero Con ellos habló de la necesidad de ejecutar a Lara Bonilla La amenaza fue hecha pública, pero no se pudo utilizar la información oficialmente, pues la intercepción del teléfono de Rosenthal en Medellín -ciudad donde se considera poco fiable la justicia , se había hecho sin la previa autorización de un juez.

De las grabaciones obtenidas a Rosenthal, también se descubrió que los teléfonos de la DEA en Medellín se encontraban interceptados por la mafia desde hacía varios meses.

Rodrigo Lara prosiguió imperturbable su labor de denuncia. hasta cuando, el 20 de enero de 1984. fue detectado en una central distribuidora de la Empresa de Teléfonos de Bogotá. un puente sobre las líneas correspondientes a los teléfonos 2711732 y 2538339.

Los números estaban asignados, en su orden, a las líneas privadas de la residencia y la oficina del ministro.

Al día siguiente, fue allanada una discreta residencia, en la que, efectivamente, se encontró una grabadora conectada a dos líneas telefónicas, que estaban identificadas con sus respectivos números. Eran los de Lara Bonilla.

La operación fue puesta al descubierto por el coronel Jaime Ramírez, a quien un informante secreto le había advertido sobre los comentarios que oían en Pereira en torno a un sujeto de apellido Beltrán, quien se encargaba de grabar toda conversación del ministro.

La relación con Pereira se pudo confirmar desde el allanamiento a la residencia, pues allí se encontró una escritura pública de una notaría de esa ciudad, en la que José Alfredo Beltrán Moreno vendía su casa de Bogotá por un precio sensiblemente superior al real.

Además, se encontraron vínculos de la familia Beltrán con personas relacionadas de distinta manera con el narcotráfico, como Fabio Perilla y Carlos Umbacía.

Ein la residencia se hallaron una grabadora común, siete casetes, un actuador con su instalación, y un revólver calibre 22.

Y un libro de contabilidad, en el que estaban registradas operaciones por millonarias sumas, en dólares y en pesos, celebradas con Luis Doncel, Fabio Raúl Perilla, Leovigildo Nova, Carlos Umbacía, Ciro Ignacio Lope?., Árcenlo Acero, F.fraín García, José Acero, Saúl Jiménez, Marcos Pifleros y Saulo Castafleda, todos reconocidos narcotraficantes según las autoridades.

La policía secreta (F-2) reconoció más tarde que desde el 16 de septiembre de 1982, los Beltrán estaban mencionados en una investigación que fracasó para interceptar el teléfono 2566711, donde residía un narcotraficante.

De igual manera, que esa misma familia había mantenido viva la línea correspondiente a una residencia de la calle 118 con 37, cuyo propietario había sido detenido en los Estados Unidos por narcotráfico. La Empresa de Teléfonos de Bogotá ordenó en varias ocasiones, infructuosamente, que fuera suspendida.

Luego del allanamiento fueron capturados Luis Alfredo Beltrán Moreno, jefe de la organización; su hijo, Ricardo Beltrán Franco y Alirio Ramírez Guzmán, todos exempleados de la ETB, y quienes tenían una verdadera industria de seguimiento de personas en Bogotá.

Los Beltrán dejaron en la ETB los contactos suficientes que les permitieron controlar las líneas telefónicas. Sus actividades consisten básicamente en ofrecer a los narcotraficantes de Bogotá información acerca de la intercepción de sus líneas telefónicas, y por cuenta de qué autoridad. En el evento de confirmar esto, ofrecen el cambio inmediato del número telefónico. También "prestan" líneas a los narcotraficantes para comunicarse con el exterior, a fin de que no puedan ser identificados. Casi siempre, el canje se hace con números asignados a entidades oficiales. Para describir sus actividades, se habla en tiempo presente, pues aún hoy las ejecutan.

El propio ministro de Defensa, general Miguel Vega Uribe, acusó ante el congreso a los Beltrán de ser los autores de interceptar los teléfonos de los magistrados de la Corte Suprema en el Palacio de Justicia, antes de su toma, a nombre de "Los Extraditables"

Pese a la abundancia de pruebas recaudadas en contra de los Beltrán, fueron puestos en libertad condicional a los pocos días de capturados, con base en una controvertida ley, que en realidad se había dictado para evitar que fuera a la cárcel más de medio centenar de banqueros comprometidos en la crisis financiera del segundo semestre de 1982.

Para entonces. Rodrigo Lara ya recibía amenazas en su teléfono (tan pronto colgaba, lo llamaban y le hacían escuchar lo que acababa de decir), o cintas con las grabaciones de sus conversaciones en todo un día.

Lara pidió entonces protección, la cual creyó hallar en una embajada tras la Cortina de Hierro, en Checoslovaquia. Pero la maña también se enteró.

En circunstancias desconocidas, se realizó una cumbre de los principales narcotraticantes, que tienen como modalidad crear una "bolsa de aportes" con el objeto de garantizar que todos queden comprometidos, y nadie pueda por tanto acusar a los otros. En esa reunión se acordó que cada uno aportaría la suma de $10 millones, como en efecto se hizo.

Dos cuidadosos planes fueron acordados: Martín Elias Piedrahíta, desde Pereira, enviaría un grupo de choque, supletorio, que debía actuar en el evento de que fallara la organización de Pablo Escobar, considerada la más fiable por ser "egresada" de su escuela de sicarios.

Escobar, por su parte, encargó a la Banda de los Quesitos, en la que confiaba plenamente, pues varios de ellos eran sus conocidos desde el barrio La Paz de Envigado, otros eran sus guardaespaldas o trabajaban en su organización política.

El plan para asesinarlo se cumplió en dos etapas. Unos que vinieron a Bogotá a adquirir todos los elementos necesarios para cumplirlo, dirigidos por Luis Alberto Castaño Molina -quien se identificó en Bogotá con el nombre de Dagoberto Ruíz Correa, El Chopo--, y otros encargados de la ejecución del asesinato, al mando de Germán Alfonso Díaz Quintana, El Ronco.

En una primera ocasión falló el atentado, pese a que los sicarios se habían instalado en el último piso de un hotel a espaldas de la sede del Ministerio de Justicia, desde cuya ventana prácticamente se observaba el despacho del ministro.

Debieron regresar a la semana siguiente, el 27 de abril de 1984, y el 30 asesinaron a Rodrigo Lara.

No obstante lo cuidadoso, todo el plan para mimetizarse fracasó, pues se logró identiticar desde la casa en Medellín donde se reunieron para planear el asesinato, hasta las llamadas que hicieron los sicarios a la oficina de Pablo Escobar, y a la residencia de su hermana. Alba Marina Escobar de Gallego.

El juez Primero Superior de Bogotá, Tulio Manuel Castro Gil, llamó a responder en juicio a Pablo Escobar Gaviria como autor intelectual, vinculó a utras 12 personas como autores materiales y ordenó reabrir la investigación contra los miembros del Clan Ochoa y Gonzalo Rodríguez Gacha, mencionados en el proceso como posibles coautores. Tres meses después de proferido el enjuiciamiento. Castro Gil fue asesinado a bordo de un taxi que había tomado para ir a su casa.

La autoría intelectual de Pablo Escobar Gaviria en el asesinato del Ministro Lara Bonilla, fue brillantemente sustentada por el procurador Segundo Delegado en lo Penal, abogado Alvaro López Dorado, quien debió abandonar el país luego de rendir el concepto. Por tener un evidente valor jurídico e histórico, transcribimos los apartes pertinentes a los indicios que pesaban sobre Escobar:

Autoría Intelectual.

1. Pablo Emilio Escobar Gaviria sin duda alguna es el eje central donde converge toda la prueba de cargo en este sumario.

Dividiremos en tres partes los argumentos en relación con su conducta, a saber:

  • 1. Motivaciones de índole sociológica.
  • 2 Motivaciones de índole personal.
  • 3. Relación probatoria con el magnicidio.

1 En este punto bástenos recordar lo dicho en la ubicación criminológica de este concepto. Decíamos que los integrantes de la clase emergente se colocan fuera del sector lumpen y, por cuanto su fortaleza económica los ubica como un grupo pudiente en extremo dentro de los detentadores de la fortuna. En estas condiciones, su franja más avanzada o de vanguardia se ofrece como alternativa política y dentro de ella, surge quien más pasos dio en tal sentido, y por lo mismo, se coloca como el personero sin igual de sus intereses, o sea en el líder de sus vivencias y sentires sociológicos. Este es el congresista Pablo Emilio Escobar Gavina.

Al volverse penal el tratamiento al novel grupo, dijimos que su violencia no se estrella contra la estructura del Estado, sino contra la persona que resulta obstáculo en sus designios, por tanto el homicidio del Ministro no es contradictorio con el esquema sociológico en el que se inscribe Escobar como líder de su grupo. Por el contrario, nadie abriga ninguna duda, que, en líneas sociológicas, el crimen fue cometido por miembros de esa clase social, cuyo primer congresista es Escobar, su más genuino y representativo exponente.

2. Motivaciones de índole personal: tres son ellas a saber

A. Pugna en el seno del Nuevo Liberalismo. Es de público conocimiento el hecho de que Lara Bonilla combatió dentro de su grupo político contra Escobar, obteniendo como resultado el retiro de éste. La controversia radicó en acusaciones de narcotrañcante contra Escobar

B. Caso Porras. La respuesta violenta en las lides del congreso no se dejó esperar. El congresista principal de la lista de Escobar, realizó un candente debate contra el ministro, en el seno de la Cámara de Representantes.

C. La persecusión total del ministro contra el narcotráfico. Aquí señalaremos el caso del Yarí, los aviones incautados, las denuncias de dineros calientes en política, en deporte, etc., etc.

3. Relación probatoria con el magnicidio.

A. Testimonio del coronel Jaime Ramírez (folio 84, cuaderno 6). A las calidades exigidas por su rango dentro de la Policía, adhiere la de haber desempeñado por varios anos el cargo de comandante del Servicio Especializado Antinarcóticos de la Policía Nacional.

Lo anterior lo coloca como testigo de excepción, por ser la persona que posee mayor información relativa a los manejos de los narcotraficantes del .país. Da fe de que habían puesto todas las seguridades posibles al ministro, y que éste, el jueves anterior a su muerte, le confesó que por los sucesos de Tranquilandia los narcotraficantes atentarían contra él.

El alto oficial dice que entre los nombres de los propietarios de Tranquilandia. figuraba Pablo Emilio Escobar Gaviria.

B. Testimonio del coronel Ernesto Gilibert (folio 323, cuaderno 6). Oficial vinculado a la sección Antinarcóticos de la Policía, ocupó el cargo de comandante de la Operación Yarí. También vincula a Escobar con esta operación dando piso a su dicho en el hallazgo de envíos de Pacho (se supone debe ser Francisco Barbosa, de Leticia) para PE y PC, lo que interpreta como Pablo Escobar y Pablo Correa. a quienes se conoce en el mundo del narcotráfico como Los Pablos.

C. Testimonio de Jorge Enrique Díaz. Amigo del ministro Lara Bonilla, sostiene que en fechas anteriores a su muerte, éste le contó que su vida corría peligro a manos de Pablo Escobar.

D. Testimonio de Sofía Bonilla. Recibe un anónimo de Medellín. donde le dicen que la autoría del homicidio recae en Pablo Escobar.

E. Testimonio de Jorge Lara Bonilla. Dice haberse informado de oídas de que Pablo Escobar planeó la muerte de su hermano.

F. Testimonio de la viceministra (de Justicia) Naly Lozano Eljure. Quien se enteró de que en círculos eclesiásticos se filtró que en confesión, se había dicho que el magnicidio se planeó donde Pablo Escobar.

Crítica de las Pruebas.

Por solas, vistas en forma aislada, nos arrojan el siguiente resultado: son testigos confiables, que dan cuenta de algo abstracto: una responsabilidad que se particulariza con datos concretos. Tiene una característica perceptible en estos momentos, y es que en todos los estamentos, en todos los lugares y en diversos tiempos, se señala sin ambigüedad ni duda a Pablo Escobar. Esto excluye la maquinación personal o mejor, la fabricación por parte de algún interesado de los preconceptos.

La verdadera fuerza de estos testimonios se deriva de su concatenación perfecta con otros elementos probatorios que veremos adelante.

Relaciones de Pablo Escobar con los coautores materiales.

A. Bayron Velásquez Arenas. En las páginas 10 y 11 de este concepto reseñarnos seis pruebas, todas las cuales lo ubican cerca a Pablo Escobar. Algunas nos hablan de ser su guardaespaldas, y las más benevolentes su amigo. En el más favorable de los casos, como intimo amigo de personas cercanas estrechamente al circulo del sindicado a quien venimos haciendo referencia.

B. John Jairo Arias Tascón. Fue quien Wilmar de Jesús Henao Antfbar dice que es amigo de Pablo Escobar, y quien daba dinero a Bayron por sus "trabajos". Además realiza múltiples llamadas al teléfono 2465146, desde la capital de la República. en fechas críticas en la comisión del punible, anotando que ese telefono aparece a nombre de Pablo Escobar.

C. Luis Alberto Castaño Molina (Dagoberto Ruíz Correa, alias Chopo). Centro de los autores materiales, persona que hacia los gastos, que daba las órdenes. En las paginas 18 y 19 de este concepto relacionamos seis fuentes probatorias que lo colocan cercano personal y políticamente a Pablo Escobar. En nuestro sentir es el eslabón o cordón umbilical entre el autor intelectual y los materiales. (Recuérdese su papel directivo en el movimiento de Pablo Escobar).

D. Juan Fernando Maya Restrepo o Juan Maya. En las páginas 24 y 25 de este concepto citamos cinco elementos de prueba, de los que se infiere que éste sindicado era uno de los hombres de confianza de Pablo Escobar al punto de ser considerado su secretario político y cuya residencia resulta similar a la descrita por Bayron Velásquez, como aquella en la que se ultimaron los preparativos para la muerte del Ministro.

E. Rubén Darío Londoño Vásquez (Juan Pérez, Darío Ochoa, Rubén Darío Ochoa Vásquez, alias La Yuca En las páginas 13 y 14 del presente concepto citamos cinco pruebas donde este personaje de nefasto prontuario, está intimamente relacionado de su lista electoral para el concejo municipal de La Estrella, Antioquia) como en el plano personal.

Conclusión:

Respecto al contumaz (fugitivo) Pablo Escobar Gaviria tenemos que decir que en su contra existe una confluencia probatoria desde todos los ángulos donde se mire: en efecto, su conducta se explica en el plano sociológico, en el sector político y en el plano personal. Factores todos que al unísono lo sindican. De ahí' que se hayan encontrado pruebas de la más variada índole, de diversa procedencia, de mayor y menor grado de credibilidad, provenientes de muchos estratos sociales, todas sindicándolo.

Por lo mismo, resulta infructuosa la labor de su defensor de oficio, quien empleando el sistema parcial o individualizado de análisis piensa destruir lo particular, sin tener en cuenta que la lógica señala que en todo el asunto de lo que se trata es de una unidad dialéctica, cuyo estudio sólo es dable acometer mirando los puntos singulares a la luz de la pluralidad cngendradora de la voz general de la sociedad colombiana, que sabe a ciencia cierta lo que está probado por la multiplicidad abrumadora de indicios en este proceso.

Como consecuencia de lo anterior, no nos cabe la menor duda en cuanto a la confirmación del llamamiento a juicio del ciudadano Pablo Escobar Gavina en su condición de autor intelectual del magnicidio".

Para la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá que preside el magistrado Pantaleón Mejía Garzón (ponente), ninguno de esos puntos tenía relievuncia. Sobreseyeron a Escobar Gaviria, quien pudo volver a descansar tranquilo por este proceso. Que no lo desconocía, pues a raíz del allanamiento a una casa-quinta suya en las afueras de Medellín, se encontraron envíos periódicos que le hacia un abogado de Bogotá, con fotocopias de cada nueva prueba que se recaudaba.

3. Testigo incómodo.

Tras el asesinato de Rodrigo Lara, sólo quedaba el coronel Jaime Ramírez Gómez, como responsable de todas las molestias causadas a la mafia.

El le había suministrado a Lara Bonilla los informes sobre aeronaves, antecedentes, sitios de procesamiento y embarque de la cocaína, al igual que los nombres de los principales capos del narcotráfico. Era la mano derecha del inmolado ministro de Justicia.

Como la investigación contra Pablo Escobar por su vinculación al asesinato de Rodrigo Lara se había reabierto, el testimonio del coronel Ramírez Gómez era determinante en la definición de su situación jurídica.

Ramírez había sostenido bajo la gravedad del juramento que los Pablos, Pablo Escobar, Pablo Correa Arroyave y Pablo Correa Ramos (los dos últimos ya asesinados), eran los propietarios del complejo de laboratorios de Tranquilandia, y que el propio Lara, una semana antes de ser asesinado, le había dicho que por la destrucción de ese centro, los narcotraficantes le harían un atentado.

Hércules Poirot, el legendario detective creado por Agatha Christie, hizo su mejor investigación después de muerto, al dejar puntualizadas las pistas que permitirían descubrir su propio asesinato, tal como lo relata en su novela Telón.

Ramírez lo emuló perfectamente, pues en su última agenda personal dejó los indicios de quién lo habría de asesinar: Pablo Escobar Gaviria.

En la hoja correspondiente al 5 de enero de 1986, su último aflo vivo, Jaime Ramírez Gómez anotó de su puflo y letra:

"Informante. Ex agente Urrea. Trabaja en propiedad. El Ratón, conductor de nombre Guillermo del G. (grupo) Aéreo es uno de los encargados por Pablo Escobar para matarme.
Contacto. Cabo Muñoz. También del G. Aéreo. Tiene 5 pistolas.
El Ratón usa Toyota Azul. Vive en Bosa. Teléfono del Ratón: 64.5067 de la mamá. Y 73.2003 de la suegra.
Este ratón le manejó al capitán Abadía y fue a quien le robaron una plata.

Cabo 21 Muñoz Orozco Pedro Nel.
CC 4352102. Cra. 74F No. 57-58 Sur".

En la página siguiente, la del 6 de enero, se lee:

"Humberto Echeverri Echeverri. Tel. 51-5066. Metropolitana. a una escuela. Espinal. Capitán Bohórquez Int. Medellín.
Para coger a P.E. (Pablo Escobar).
Hay un policía que le dicen Vitamina en O (signo de organismo) (F-2). Trabaja con Mamerto que es el matón de P.E.G. (Pablo Escobar Gaviria). Tiene varios carros. Vitamina es un agente de 7 años.
Pablo Escobar estaba en el Edificio "Dalas" cuando los allanamientos de Gallego".

Caso agente Dgte. (dragoneante) Luis Helena. Tel. 387913.
Parece es contacto de los mañosos".

Los dos escritos que parecerían un jeroglífico, en realidad encuadran perfectamente con los hechos conocidos antes y después de su asesinato.

El 20 de enero de ese mismo 1986, un informante dijo desde Medellín a la policía secreta (F-2) que quería advertir sobre la existencia de un plan para asesinar al coronel Jaime Ramírez Gómez, quien se encontraba entonces en vacaciones.

El sábado 25 de enero, a las 10 y media de la mañana llegó al F-2 "W" como lo identificaron los oficiales ante quienes hizo la exposición, y les dijo:"El narcotraficante Pablo Escobar está financiando la muerte de un seftor coronel y de otro oficial, para lo cual comisionó a Carlos Espinoza "Alias Cuco", considerado como el Jefe de Ejecuciones del Ricardo Franco a raíz del desconocimiento como tal de José Fedor Rey por la masacre de Tacueyó".

Y prosiguió en su versión: "El Grupo Ricardo Franco de Medellín se encargó de esta ejecución por $25 millones libres de gastos". Y daba a continuación los pormenores de cómo habían seguido al coronel Ramírez, cómo tenían identificada su residencia y las de sus familiares cercanos, los vehículos en que se desplazaba, y la casa de campo que había comprado Escobar en Chía para alojar a los asesinos.

Jaime Ramírez no conoció de esta versión en el F-2, sino por un viejo amigo suyo, miembro de la Policía, quien le comentó de rumores que había recibido en ese sentido. Pero nunca porque el F-2 hubiera adelantado gestión alguna para informar a Jaime Ramírez del complot.

El coronel indagó y obtuvo, informalmente, una copia del memorando, que fue reproducido por la prensa en un informe simultáneo de todos los medios de comunicación.

Pero el informante de Medellín exigía $400.000 para entregar los nuevos datos del plan para asesinar a Ramírez Gómez. La Policía alegó no poder entregar más de $15.000, y sólo después de confirmar como cierta la versión. La DEA le entregó los $400.000 a Ramírez, quien entró en contacto con el informante, que le reveló los pormenores.

Para entonces, Jaime Ramírez había logrado infiltrar un oficial de la Policía Antinarcóticos en la organización de Pablo Escobar, el capitán Mora. Este lo llamó desde Medellín, en la segunda semana de noviembre, para decirle que estuviera tranquilo, pues podía asegurar que Pablo Escobar había ordenado desmontar el operativo para asesinarlo, y que prueba de ello era que

"Cuco", el guerrillero del Ricardo Franco, había sido asesinado. Y le puso una cita en Bogotá para el 17 de noviembre, cuando, dijo, llegaría para contarle pormenores de todo.

Jaime Ramírez Gómez venía con su familia en un jeep de una finca a cumplirle la cita a ese oficial, cuando fue asesinado.

Pero Ramírez no tenía un Arthur Hastings que investigara las pruebas que dejó escritas. Hasta sus compañeros de curso lo abandonaron.

Los jueces colombianos todavía dudan quién fue el autor intelectual de este asesinato.

4. Enrique Parejo y la Mafia

Tras el asesinato de Rodrigo Lara, Betancur designó como su ministro de justicia a Enrique Parejo González. Una mujer, Nazly Lozano Eijure, firmó la extradición de Carlos Ledher mientras aquél se posesionaba.

Parejo también paralizó aeronaves de la mafia, firmó más de quince extradiciones, etc.

Pero fue controvertido por revocar varios certificados de carencia de antecedentes por narcotráfico. Una de las empresas beneficiadas con esta medida fue Pilotos Ejecutivos, Sapel, la empresa de los Ochoa. Octavio Piedrahíta, el narcotraficante de Medellin, también fue excluido de la lista de extraditables.

A su retiro del ministerio, Parejo fue designado en total secreto embajador de Colombia en Hungría.

El 13 de enero de 1987, un latino se le acercó a su residencia en Budapest, y le hizo varios disparos al cuerpo, pero no logró asesinarlo. Un mes más tarde, la Interpol tenia perfectamente detectados a los autores materiales del atentado a Parejo. Se trata de unos sicarios argentinos, residenciados en Italia, que laboran al servicio de la mafia siciliana.

La dificultad jurídica que se presenta en este caso, consiste en que Hungría renunció a perfeccionar la investigación. Y se niega a pedir en extradición a los argentinos, Carlos Alberto Chiachiareli, Carlos Gómez Gómez y Susana Lazati, porque alega carecer de pruebas contra ellos.

Finalmente, la policía italiana los capturó en octubre de 1987. Todo parecía indicar entonces que preparaban su huida.

Al momento de escribirse estas notas, los sicarios se encuentran detenidos, pero no se ha podido determinar su forma de juzgamiento.

5. Un defensor vehemente.

El joven abogado rosarista Jorge Edgardo González Vidales, quien fuera secretario de Bernardo Gaitán Mahecha en el Ministerio de Justicia, si tomó el tema de la extradición de narcotraficantes en serio.

"Si por defender el tratado de extradición me han de matar, que todo el país lo sepa", dijo González Vidales en un programa de televisión, El Juicio, donde intervino ardientemente para rebatir públicamente las tesis de! abogado Esteban Bendeck Olivella, apoderado de varios extraditables.

Después del programa, demandó ante el Consejo de Estado las resoluciones ejecutivas de Betancur que negaron la extradición de los narcotrañcantes Emiro de. Jesús Mejía y Lucas Gómez Van Griecken.

Al poco tiempo, fue designado secretario general del Banco de los Trabajadores, cargo al que lo llevó el exministro de Justicia, Felio Andrade Manrique.

El Banco acababa de ser adquirido por Rafael Forero Fetecua a Gilberto Rodrfgu"? Orejuela.

Fue asesinado en su carro, por un hombre que llegó a pie y le propinó varios disparos.

Con su muerte, los narcotrañcantes descubrieron que podfan amedrentar a la justicia colombiana.

La investigación constituyó un nuevo fracaso judicial.


Editado electrónicamente por el Equipo Nizkor- Derechos Human Rights el 06oct01
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