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25sep05


En un año y medio hallan 28 laboratorios clandestinos de droga en Argentina.


En la calle las llaman "cocinas". La materia prima son unos ladrillos gomosos de lo que se denomina "pasta base". Y el plato terminado es cocaína de máxima calidad. Con el tiempo esas cocinas han ido migrando. Comenzaron montadas en la clandestinidad de la selva boliviana, peruana y colombiana. Hoy están enquistadas en barrios de países como México, Brasil, Uruguay, Chile y la Argentina. Las que se encontraron aquí se concentran en el Area Metropolitana, otras ciudades grandes del país y en zonas selváticas del interior.

Según datos oficiales, en un año y medio (desde enero de 2004 a junio de 2005) las distintas fuerzas de seguridad hallaron 28 laboratorios clandestinos con una capacidad de producción estimada en unos 2.000 kilos al año. Fueron 20 durante el año pasado y 8 en el primer semestre de este año. El número se quintuplicó: hace apenas cinco años, los laboratorios que se descubrían no eran más de cuatro cada 12 meses.

El negocio es uno de los mayores del mundo: con 900 dólares de pasta base (un kilo y medio) comprada en la frontera argentino—boliviana un laboratorio en territorio argentino produce un kilo de cocaína que, en Buenos Aires, tiene un valor de 9 mil dólares. En los Estados Unidos el mismo kilo cuesta de 50 a 80 mil dólares, en Europa de 50 a 70 mil, en Australia de 100 a 120 mil y en Japón el kilo llega hasta los 150 mil dólares.

El crecimiento de los laboratorios tiene tres motivos:

  • La disponibilidad en nuestro país de los precursores químicos para refinar la cocaína.

  • El menor riesgo económico que corren los traficantes ingresando pasta base desde Bolivia y Perú (vale diez veces menos y pesa un 40% más).

  • La posibilidad de tener el control sobre la calidad final de la cocaína, que es un factor clave para alcanzar un valor máximo en los mercados internacionales.

Gabriel Abboud, subsecretario de Lucha contra el Narcotráfico, asegura que "el crecimiento de los laboratorios en nuestro país se produjo luego de la devaluación, cuando los precursores químicos necesarios se abarataron en términos internacionales". Y agrega: "Como hay mayor control para evitar el paso de los químicos hacia Bolivia y Perú, los laboratorios se instalan en el país." Desde el 5 de setiembre entró en vigencia una ley que apunta justamente al control de este tipo de productos (ver Los químicos...)

No todos los laboratorios detectados en el último año y medio tienen las mismas características:

  • La mayoría se dedicaba a producir clorhidrato de cocaína, es decir droga de máxima pureza, para el tráfico internacional con el foco en Europa. Este es el negocio de mayor rentabilidad.

  • Otros se dedicaban al "estiramiento" para la venta local. Utilizaban instrumentos de fraccionamiento y algunos químicos (como el éter y la acetona) para darle "olor" a los elementos (como la cafeína o algún anestésico) con los que se rebaja la cocaína y así disimular su menor calidad.

  • Finalmente hay algunos laboratorios del Noroeste que hacen dos pasos de la producción de cocaína. Por un lado convierten la pasta cruda en pasta base. Y luego, convierten la pasta base en cocaína (que es lo que hace la mayoría de los laboratorios). Esto es posible porque la cercanía con Bolivia les permite traficar desde allí la pasta cruda, de que la que se requiere un volumen diez veces mayor que la pasta base para obtener un kilo de cocaína.

El comandante principal Jorge Hogalde, de la División Antidrogas de Gendarmería, da detalles de los laboratorios con los que se encuentran. "Por lo general son instalaciones precarias. Les hace falta un calentador y tachos grandes (de entre 5 y 20 litros) para mezclar la pasta con los productos químicos. Lo más importante es que haya un químico profesional. Según la capacidad de esa persona, será la calidad de la droga. Los mejores para esto son los colombianos, pero hemos encontrado peruanos y bolivianos. Por ahora nunca argentinos, aunque en Uruguay detuvieron a un 'cocinero' salteño".

Hogalde agrega que el secado de la droga se hace en hornos a microondas, cuando en la selva se suele hacer al sol, en invernaderos. Y explica la lógica de las ubicaciones de los laboratorios: "En el conurbano buscan perderse en los barrios, siempre con el frente tapiado o con lonas. Los hallazgos del Norte (en Salta y Tucumán) están vinculados a que allí hay monte o selva. En Mar del Plata están asociados al puerto, para el tráfico. Y en las otras ciudades grandes, con la posibilidad de no ser detectados y conseguir los insumos".

[Fuente: Clarin, Bs As, 25sep05]

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