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06dic07


Narcos habrían regalado la Copa del 78 a Argentina


Junio 21 de 1978. El palco de honor está ocupado por el dictador, general Jorge Videla, quien se encuentra acompañado por su amigo e invitado especial Henry Kissinger, secretario de Estado de Estados Unidos. Suenan los himnos nacionales de Argentina y Perú y al cabo de 90 minutos de juego, bajo el arbitraje de un francés, a la selección de Videla se le abren las puertas de la final de la Copa Mundo, que ganó ese año, al derrotar por seis goles contra cero al equipo peruano contrincante.

Es una partida memorable en la que, según el hijo de uno de los grandes capos del narcotráfico en Colombia, el mayor de los triunfos de esa tarde en Rosario habría sido para la naciente y extraordinaria capacidad corruptora internacional que alcanzarían con su dinero los carteles colombianos de la cocaína.

En aquella oportunidad el equipo argentino ganó, en el estadio Gigante de Arroyito, de Rosario, gracias a que el equipo peruano fue presuntamente sobornado por el entonces cartel de la cocaína de Medellín, de acuerdo con el hijo mayor del narcotraficante Gilberto Rodríguez Orejuela, hoy condenado y preso por tráfico de drogas junto con su hermano Miguel.

En un libro de su autoría próximo a aparecer, sin dar cifras ni presentar documentos, Fernando Rodríguez Mondragón sostiene que su padre y su tío hicieron una contribución para financiar el supuesto soborno del equipo peruano para que perdiera deliberadamente.

''De primera mano supimos cómo fue lo del partido Argentina-Perú. Mi tío Miguel habló con un grande del fútbol mundial y le confesó lo del dinero que hubo para arreglar ese partido para sacar a Brasil de la final'', declaró Rodríguez Mondragón a la estación colombiana Radio Caracol durante una entrevista promocional de su libro, El hijo del Ajedrecista 2.

La distintas versiones sobre presuntos sobornos vienen de mucho atrás.

En junio de 1978, un colombiano llamado José A. Fonseca aforó en Bogotá una maleta para viajar a Lima por la aerolínea Avianca pero por un error de la compañía la valija se desvió a Nueva York, en donde fue abierta por las autoridades, que hallaron en ella $250,000, en billetes de $100.

El dinero fue confiscado y pasó a una corte estatal en la que se enfrentaron Fonseca, reclamando la devolución del dinero, y el gobierno colombiano, que también lo pedía debido a que había salido de Bogotá por fuera de la vigilancia reglamentaria de la Superintendencia de Control de Cambios.

El dinero de Fonseca parecía formar parte de una serie de remesas de dinero en efectivo que los principales narcotraficantes de Colombia habían reunido para supuestamente sobornar al equipo de Perú, en directa coordinación con el dictador Videla, quien a cambio les concedería oportunidades para invertir, lavar y guardar grandes fortunas en Argentina.

Pero de acuerdo con la demanda presentada en Nueva York, Fonseca viajó a Lima el 9 de junio, cuando todavía no estaba seguro que Argentina y Perú se enfrentarían en la ronda final del torneo, porque a esas alturas todavía no concluía la primera fase del campeonato del mundo.

De acuerdo con informaciones que suministró a este periodista el célebre jefe de la policía antinarcóticos de Colombia, coronel Jaime Ramírez Gómez, asesinado en los años 80 por el narcotráfico, mientras Fonseca intentaba recuperar la valija en Nueva York, el dinero para el soborno fue enviado a Lima con otros emisarios y mediante giros hechos a través de casas de cambio de Cali.

Según Ramírez, la mayor parte del dinero lo aportaron Pablo Escobar, José Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ''El Mexicano'', y los hermanos Rodríguez Orejuela, quienes en 1978 dirigían el cartel de Medellín.

Posteriormente, los Rodríguez Orejuela encabezaron un grupo de narcotraficantes que fue conocido como Cartel de Cali.

En los esfuerzos por recuperar el dinero retenido en Nueva York, la mafia consiguió que el ex superintendente de Control de Cambios de Colombia, Diego Pardo Koppel, declarara ante las autoridades estadounidenses que en su país no existía control monetario de cambios, lo que era falso, y con ese testimonio la corte optó por ordenar la devolución de la maleta a Fonseca y determinó que sólo después de ello el gobierno de Colombia podría iniciar una segunda acción legal.

Nunca se supo del destino que tuvo el dinero tras haber sido devuelto.

En todo caso, aquel 21 de junio de 1978, en Rosario, el equipo argentino metió dos goles en el primer tiempo: el primero de Mario Kempes y el otro de Alberto Tarantini.

En el segundo tiempo sobrevino la debacle para Perú, con anotaciones de Kempes, dos de Leopoldo Luque y otra más de René Houseman, en medio de ovaciones y saltos que el propio Videla daba con el resto de la afición que colmaba las graderías.

¿Perú fue sobornado? Ningún jugador ni ninguna evidencia lo han confirmado plenamente.

Incluso, ante las denuncias de Rodríguez Mondragón, el capitán del seleccionado peruano en 1978, Héctor Chumpitaz, desmintió tajantemente la versión.

''Como capitán del seleccionado no observé nada irregular ni sospechoso. Además, el entonces director técnico del equipo, el peruano Marcos Calderón, era estricto con las concentraciones de los jugadores'', aseguró Chumpitaz en declaraciones a la agencia DPA.

Según Chumpitaz, el elenco peruano ''se encontraba debilitado'' por algunas bajas y el poco tiempo de descanso entre partido y partido, mientras que Argentina ''estaba con toda su fuerza y nos pasó por encima'', aunque, según él, al menos dos goles fueron anotados en posición adelantada que no sancionó el árbitro Robert Wurtz.

Estudiosos de la evolución del narcotráfico colombiano, célebre siempre por su afición al fútbol, consideran que el memorable triunfo de 1978 le abrió las puertas de Argentina a los capitales de la cocaína colombiana y debido a ello, por ejemplo, familias de mafiosos muertos han podido huir, establecerse en ese país y asumir el control de fortunas que llevaban años allá cuando ellos llegaron.

Una de ellas es la de Pablo Escobar, cuya esposa y sus dos hijos se establecieron en Buenos Aires después de que el capo murió en un enfrentamiento con las autoridades en Medellín, en diciembre de 1993.

[Fuente: Por Gonzalo Guille, Miami Herald, 06dic07]

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