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04mar06


El marido de la titular de Cultura británica cobra 500.000 euros tras declarar a favor de ´Il Cavaliere´.


De todas las amistades de Blair, ninguna tan peligrosa como la de Berlusconi. Los dos primeros ministros tienen muchas cosas en común. El italiano canta y el británico toca la guitarra, ambos son aficionados al fútbol - uno es hincha del Milan y el otro del Newcastle-, apoyan la agenda de Lisboa para flexibilizar los mercados laborales, se llevan bien con Bush y Aznar, y van de vacaciones juntos a Cerdeña.

Tanto buen rollo revuelve desde hace tiempo las tripas del ala izquierda del Labour, pero la bomba ha explotado por donde menos se esperaba: un regalo de 500.000 euros que el marido de la ministra de Cultura de Blair, Tessa Jowell, recibió tras declarar a favor de Il Cavaliere en dos juicios por corrupción celebrados en Italia.

La vía judicial va por un lado y la política por otro, pero ambas están desatando un festival de fuegos artificiales. Las autoridades romanas desean la extradición del marido de la ministra, un abogado llamado David Mills, en relación con supuestos delitos de soborno y fraude, al mismo tiempo que la Hacienda británica investiga sus turbias finanzas. Y aunque Tessa Jowell ha sido exonerada de cualquier irregularidad conectada al caso italiano, aún no es seguro que pueda conservar el puesto en el Gabinete.

Mills, especializado en finanzas internacionales, es desde hace muchos años uno de los abogados de Berlusconi. A finales de 1999, y tras declarar a su favor en los procesos de corrupción, aparecieron los 500.000 euros en su cuenta en las Bahamas, a través de una ruta que pasaba por Suiza y Gibraltar. Pero en vez de invertirlo directamente en un fondo recomendado como de rendimiento seguro, prefirió rehipotecar su vivienda de Londres y utilizar el dinero para realizar esa operación. A las pocas semanas, saldó la deuda bancaria con el regalo de Italia.

Hasta ahí todo normal, a no ser porque inicialmente no declaró los ingresos a Hacienda, porque no está clara su procedencia, porque la fiscalía sospecha que se trata de un soborno o de un pago por favores, y porque la mujer del abogado es ministra de Cultura en el Gobierno de Blair, nunca mencionó la existencia del regalo, y los votos italianos ayudaron a que Londres consiguiera las Olimpiadas del 2012, en lo que podría interpretarse como un posible conflicto de intereses. Más aún, Mills recibió un misterioso soplo de que Scotland Yard se disponía a presentarse en su domicilio con una orden de extradición y de esa manera evitó por el momento ser detenido. En diversos documentos habla de su amistad con Tony Blair a modo de blindaje.

La ministra Jowell tiene reputación de ser eficaz, es simpática y tiene muchos amigos, tanto en el Gobierno como en la oposición. Pero se halla en serios apuros, a pesar del veredicto inicial de que no ha cometido irregularidad alguna, porque utilizó los 500.000 euros - junto con su marido- para saldar la deuda de una casa propiedad de ambos en el barrio londinense de Kentish Town, que habían rehipotecado para realizar una operación especulativa. Su defensa es la ignorancia (alega que no sabe de dónde sacó Mills el dinero), pero numerosos diputados laboristas consideran que la explicación huele a chamusquina, dada la magnitud de las operaciones económicas conjuntas. ¿Cómo es posible - dicen- que no hiciera ninguna pregunta?

Aún más rebuscada es la excusa sobre el origen del dinero. La última versión de Mills para quitarse el muerto de encima es que se trata de un regalo del magnate naviero Diego Attanasio, también cliente suyo y con antecedentes penales por corrupción y soborno. Pero antes había dicho que el medio millón procedía de Carlo Bernasconi, primo de Berlusconi y ejecutivo de su imperio de comunicaciones Fininvest. Además, en una carta comprometedora a su gestor, habla de "los hombres de B", lo cual parece una clara referencia al entorno de Berlusconi.

El escándalo ha colocado en el centro del escenario la relación entre Blair y Berlusconi, aliados contra el eje franco-alemán de la UE y abogados de una nueva Europa, tan amigos que pasaron juntos las vacaciones del verano del 2004 en el chalet de treinta habitaciones que Il Cavaliere tiene en Cerdeña, con sistema antimisiles y guardias de seguridad con escafandra en las grutas de la costa. Tanto es así, que el dramaturgo Dario Fo, que no siente simpatía por ninguno de los dos, amenaza con escribir una obra de teatro. Sin duda habría cola para verla.

[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, 04mar06]

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