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30nov05


Un diputado de Bush renunció por aceptar sobornos.


El representante por el partido Republicano Randy Cunningham renunció al Congreso el lunes después de confesar, entre lágrimas, haber evadido impuestos y conspirado para obtener sobornos por 2,4 millones de dólares, además de un Rolls-Royce, un yate y una cómoda Louis-Philippe del siglo XIX.

Cunningham, un piloto condecorado de la guerra de Vietnam, dijo con voz entrecortada en una corte federal de San Diego: "En mi vida, conocí la felicidad y la pena. Y ahora conozco la vergüenza".

Su procesamiento es el segundo en una semana como consecuencia de una serie de investigaciones federales de las relaciones amistosas —y potencialmente ilegales— entre los principales líderes del Congreso y los lobbistas y contratistas que pretenden obtener favores legislativos.

En otra investigación, el ex ejecutivo de relaciones públicas Michael Scanlon se declaró culpable, el 21 de noviembre, de conspirar para sobornar a un congresista y otros funcionarios públicos. Scanlon acordó devolver más de 19 millones de dólares que cobró fraudulentamente a tribus indígenas.

En el caso de Cunningham, que hace ocho períodos que ocupa una banca en la Cámara Baja, los fiscales dijeron que "solicitó, buscó y recibió" pagos ilícitos en efectivo, en mobiliarios, en automóviles y en vacaciones de cuatro personas, entre ellas dos contratistas de defensa, en los últimos cinco años.

Cunningham, de 63 años, respondió "Sí, su Señoría" cuando el juez de distrito Larry A. Burns le preguntó si había aceptado sobornos a cambio de su cumplimiento de obligaciones oficiales.

La procuradora Carol C. Lam le dijo a los periodistas que Cunningham "hizo lo peor que puede hacer un funcionario electo, enriquecerse gracias a su cargo y violar la confianza de quienes lo pusieron allí".

Al declararse culpable, Cunningham aceptó entregar su casa en Rancho Santa Fe, en el estado de California, 1.851.508 en efectivo y una larga lista de muebles y alfombras. El acuerdo también establece que cooperará "en la investigación y procesamiento de otros".

La sentencia se fijó para el 27 de febrero y Cunningham enfrenta una posible condena de hasta cinco años de prisión en cada uno de los dos cargos de los que se declaró culpable: conspiración y evasión impositiva.

Desde hace varios años, corporaciones y organizaciones con fuertes recursos financieros convirtieron los aportes en efectivo para las campañas, los regalos y los viajes en parte de la cultura del Capitolio. Pero ahora, con el caso de Cunningham y de Scanlon, los fiscales federales —y quizá los votantes— concluyan que la connivencia del dinero y la política llegó demasiado lejos.

Después de años en los que los acuerdos millonarios llegaron a dominar la interacción entre lobbistas y legisladores, ambos bandos hoy enfrentan una posible ola de procesamientos judiciales y una insurrección en las urnas. Los republicanos, que controlan la Cámara Baja y el Congreso, son los más vulnerables a esta ola.

No menos de siete legisladores, entre ellos un demócrata, fueron acusados o están siendo investigados por conspiración, fraude accionario y donaciones de campaña inapropiadas. Las cifras de aprobación del Congreso decayeron por estos escándalos.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 30nov05]

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