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13nov06


La Camorra condena a muerte a un escritor napolitano.


No sale a la calle sin que lo acompañen dos policías protegidos por chalecos antibala. Nadie conoce con precisión su domicilio, salvo un puñado de amigos. Vive en el "exilio", como él mismo lo define, fuera de su Nápoles natal. Es que desde hace un par de meses todo ha cambiado para Roberto Saviano. Su libro Gomorra, que revela los secretos de la la mafia napolitana, ha puesto precio a su cabeza.

Que la Camorra quiera matar a Saviano, ha pasado a ser un tema recurrente de los investigadores antimafia italianos desde mayo pasado, cuando el escritor y periodista de 28 años comenzó a recibir las primeras llamadas anónimas donde voces misteriosas y siempre distorsionadas por filtros telefónicos lo amenazaban de muerte.

"La Camorra se despreocupa de quienes se limitan a reproducir documentos judiciales. Mi libro atrajo la atención del público porque cuenta la Camorra desde el punto de vista del poder y de la estructura económica, no por las acciones puramente violentas. Eso pudo molestar a los capos", declaró Saviano en una entrevista con el diario El País de Madrid.

La aceptación de la oferta del diario para la publicación de un reportaje no es tampoco casual. Según este joven napolitano, con estudios de Filosofía y un pasado como periodista, la Camorra italiana ha puesto su dinero ilegal en la economía española, en especial en áreas ligadas al turismo y a las inmobiliarias.

"Gomorra", desde que saltó a los escaparates de las principales librerías italianas, en mayo último, ya lleva vendidos unos 300.000 ejemplares. Saviano amaba hasta entonces su vida tranquila, propia de la bohemia del escritor, y dedicaba su tiempo a revisar expedientes judiciales, escuchar la radio interna policial para llegar antes al lugar de los crímenes mafiosos y a observar todo el lado oculto y misterioso de su mágica ciudad desde el asiento de su motoneta Vespa. La Camorra era, y sigue siendo, su obsesión.

Los problemas del joven napolitano se hicieron evidentes tras una presentación suya en un acto contra la Camorra realizado el 23 de setiembre pasado en Casal di Principe, el corazón del poder de la mafia en Nápoles, y que en los noventa ostentó el récord mundial de homicidios por habitante. La primera advertencia le llegó de un diario local, el Corriere di Caserta, que publicó un editorial señalando que el escritor no debería haberse atrevido a hacer lo que hizo. Tras las primeras amenazas, Saviano comenzó a percibir que se instalaba un aislamiento general en torno a su persona. Fue entonces cuando le dio su ayuda el Departamento Antimafia del gobierno italiano, que le asignó escolta permanente. Saviano dejó Nápoles y trabaja en el guión de la película que se hará sobre Gomorra.

El consejo no es arbitrario. Una reciente ola de crímenes de la Camorra ha alarmado al poder central de Roma. El premier italiano, Romano Prodi, viajó hace pocos días a Nápoles, donde prometió más ayuda policial para combatir el delito en la ciudad.

—¿Qué diferencia a la Mafia siciliana de la Camorra napolitana?, le preguntó el diario.

—La Mafia siciliana tiene una estructura piramidal, y la Camorra, horizontal. Ambos sistemas se relacionan de manera distinta con el poder político. El mecanismo mafioso es sencillo y se reduce al binomio concesión-mafia. Es decir, la Mafia, a través de la política, obtiene contratos públicos. La Camorra, en cambio, funciona con una lógica ultraliberal cuya esencia no es el apoyo político. Esto hace a la Camorra más flexible e imprevisible. No puede existir en la Camorra un jefe que monopolice los precios, porque si lo hace, es asesinado o detenido. Un ejemplo: Sandokan Schiavone, en un momento dado, monopolizó la usura, el precio del cemento y el precio de la leche. Fue detenido, llegaron otros capos y volvió a bajar la leche.

En un modo duro y escrupuloso, su primer trabajo literario relata los entresijos de la mafia en Nápoles a través de reconstrucciones minuciosas y datos precisos, con fuentes incluidas, nombres, apellidos y lugares puntualmente citados. El libro gusta a la crítica y a los expertos, pero también a los chicos de los clanes de Nápoles, poco habituados a leer. "Lo más hermoso —dice Saviano, con un dejo de melancólica alegría— fue ver a los camellos de Secondigliano (barrio de Nápoles controlado por la Camorra) con mi libro en las manos".

Nápoles, ciudad violenta

A inicios de mes, el primer ministro italiano, Romano Prodi, lanzó una contraofensiva para frenar el desborde de la actividad de la Camorra en Nápoles. Su gobierno firmó un "pacto para la seguridad" que agregará otros mil policías a los 13 mil que combaten contra el creciente poder de las organizaciones criminales. Y comprometió un plan de 350 millones de euros en inversiones públicas para atacar los problemas de fondo contra la desocupación y otros problemas sociales.

También nacerá un grupo de protección a los turistas con 150 efectivos que vigilarán a los visitantes, continuamente asediados por los robos y la violencia de las bandas juveniles.

Los napolitanos creen que la gran metrópoli del sur, de dos millones de habitantes, está atravesando otro momento catastrófico de su larga historia.

El "falso" napolitano es una institución internacional. La Camorra controla la producción y comercialización de millones de artículos que se venden dentro y fuera de las fronteras italianas, con los nombres de las más famosas marcas.

Desde hace tres décadas imperan en Nápoles las familias de Giuseppe Misso y Vincenzo Mazzarella, ambos encarcelados y con largas condenas. Sus hijos y sobrinos controlan los clanes. La otra coalición importante es hoy la Alianza de Secondigliano, en el norte de la ciudad. En ambas zonas de influencia los conflictos internos están haciendo estallar continuas guerras.

El poder de la Camorra es tan fuerte que el municipio debió interrumpir la circulación de dos líneas de ómnibus que entorpecían los desplazamientos de los coches y motos camorristas por las estrechas calles del barrio Sanidad. Al final, una mediación hizo aceptar a los clanes la restitución del servicio público.

Ya hubo varias guerras internas, que nadie parece controlar a fondo. Ni las fuerzas del orden ni la Camorra, dividida en 66 clanes con 6.500 afiliados y con 50.000 hombres a su servicio.

[Fuente: Clarin, Bs As, Arg, 13nov06]

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