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18jul13


Mi experiencia con el banco del Vaticano


Cuando me mudé a Roma a principios de los años 70, era bien sabido entre los corresponsales extranjeros que podías conseguir un cambio mucho mejor de dólares a liras italianas visitando tu propio banco en el Vaticano, ubicado dentro de la torre medieval, al lado del Palacio Apostólico en la Ciudad Vaticana.

Así que mostrando mi pase de prensa subí las escaleras de este extraño lugar sagrado dentro de lo sagrado, donde los únicos clientes esperando en fila sobre el suelo de mármol eran curas y monjas.

Escribí un cheque, que el empleado bancario me cambió por efectivo después de comprobar mi identidad.

Me entregó un 10% más de liras de lo que habría obtenido de haber hecho la transacción en cualquiera de los bancos comerciales, ya en territorio italiano. Acababa de descubrir mi propio paraíso fiscal.

Apreciación divina

Así es como empezó mi curso introductorio al sistema bancario del Vaticano. Unos meses después, alguien filtró lo que estaba pasando y ya no pude acceder al santuario financiero de la Santa Sede.

Luego tuve la oportunidad de conocer al reverendo Paul Marcinkus, un cura importante originario de Chicago, a quien el papa Pablo VI nombró en 1971 presidente del Banco Vaticano, el "Instituto para los trabajos de la Religión" o IOR por sus siglas en italiano.

Pablo VI quería demostrar su aprecio por los esfuerzos del arzobispo como jefe organizador de la primera visita de un pontífice a Tierra Santa en 1964, donde el papa contó con la presencia constante de guardaespaldas y un traductor.

Descubrí con sorpresa que el arzobismo no tenía experiencia previa en banca internacional. De hecho, tras su nombramiento fue enviado a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, para atender un curso de seis semanas que le enseñaría los conceptos básicos sobre las altas finanzas internacionales.

Negocios sombríos

Durante la década de los años 80, el arzobismo se involucró en algunos negocios sombríos; primero con un banquero vinculado cona la mafia siciliana llamado Michele Sindona, y luego con el financiero italiano Roberto Calvi, presidente del Banco Ambrosiano, que finalmente cayó en desgracia acumulando grandes deudas tras sufrir pérdidas de por lo menos US$250 millones del IOR, uno de los accionistas de la entidad.

Calvi terminó muerto, colgado de una cuerda bajo el puente de Blackfriars en Londres, víctima de un suicidio simulado.

Fiscales italianos trataron de interrogar al arzobispo, no en relación a lo que resultó ser un asesinato de la mafia, sino sobre las pérdidas del Banco Vaticana al tratar de crear empresas ficticias en Bahamas.

Pero el rudo arzobispo tuvo éxito al reclamar inmunidad diplomática, refugiándose dentro del Vaticano.

Tenía una actitud sardónica en su trabajo. "Cuando mis trabajadores se retiran esperan una pensión", le dijo una vez a un amigo mío. "No hace falta que diga: ¡Te pagaré en 400 Ave Marías!".

Compromisos rotos

Hoy el Banco Vaticano está nuevamente en el centro de un escándalo. Lo acusan de lavado de dinero y de permitir a no religiosos, e incluso a amigos y empresarios, tener cuentas en lo que equivaldría a un paraíso fiscal en alta mar.

El papa Benedicto XVI trató en 2010 de situar al IOR en la buena senda, al crear una autoridad de información financiera para controlar su conducta. Pero las promesas de una mayor transparencia financiera claramente no se materializaron.

En 2012 se desató una batalla en la directiva, y Ettore Gotti Tedeschi, entonces un economista italiano al frente del banco, salió airado de una reunión presidida por el cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado de Vaticano, y luego renunció.

Gotti Tedeschi es el autor del libro sobre economía titulado "Dinero y paraíso: la economía global y el mundo católico".

Su puesto permaneció vacío durante nueve meses y entonces, poco antes de la retirada del papa Benedicto el pasado mes de febrero, el pontífice nombró director del IOR al banquero alemán, Ernst Von Freyberg.

Lavado de dinero

Una nueva serie de escándalos han estallado recientemente en el seno del IOR.

Paolo Cirpiani, director del banco, y su adjunto Marco Tullio, renunciaron después de que la policía italiana arrestara a un monseñor del Vaticano que solía trabajar como gestor de cuentas en jefe en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), que gestiona las posesiones inmobiliarias del Vaticano.

El monseñor Nunzio Scarano, a quien la prensa italiana ha bautizado como "Monseñor 500" (porque supuestamente poseía una enorme cantidad de billetes de 500 euros), fue interrogado en la cárcel por denuncias de lavado de dinero, corrupción y fraude.

El papa Francisco se ha mostrado escandalizado y enfadado por lo que sucedido tras bambalinas en el IOR y planea una limpieza de la curia romana, el gobierno central de la Iglesia Católica, con una sacudida completa del IOR.

El equipo de seguridad de Vaticano ha recibido instrucciones para frenar cualquier intento de inmiscuirse con los documentos del IOR mientras que una comisión internacional de investigación con grandes poderes prepara un reporte secreto sobre las actuales irregularidades financieras, al que únicamente accederá el papa Francisco.

El Banco Vaticano es una marca dañada en un momento en el que el pontífice quiere dirigir la atención de los fieles hacia la difícil situación de los pobres en el mundo en desarrollo.

Se especula que una de las opciones de Francisco podría ser disolver el IOR y entregar las operaciones del sistema financiero del Vaticano a un banco comercial de confianza.

[Fuente: Por David Willey, BBC, Roma, 18jul13]

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small logoThis document has been published on 23Jul13 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.