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24sep22


Se desploma la libra y hay alarma por una corrida cambiaria


La libra esterlina sigue en el tobogán que inició el prespuesto presentado el viernes en el parlamento por el flamante gobierno de Liz Truss y se acerca cada vez más a la paridad con el dólar. En el lunes de Asia (domingo por la noche británico) el valor de la divisa británica cayó un 5% y no amaneció mucho mejor en Londres en lo que se anticipa como una semana de vértigo. En la City y los medios plantean una alternativa de hierro: o el Banco Central anuncia un aumento de emergencia de las tasas de interés o hay corrida cambiaria.

El presupuesto neoliberal a ultranza que presentó el ministro de finanzas Kwasi Kwarteng está aterrorizando a los mismos a los que más beneficia: los ricos y los mercados. El viernes la libra cayó a su nivel más bajo en 37 años. Hoy con el mazazo que le propinaron los mercados asiáticos se desplomó al subsuelo de 1971 respecto al dólar y a septiembre de 2020 en relación al euro.

El presupuesto contempla una disminución impositiva de 45 mil millones de libras concentrada en los ricos y las corporaciones a los que se suma las 150 mil millones de asistencia a las empresas y los hogares frente al tarifazo que se viene en octubre para el gas y la electricidad. Con la deuda pública en un 100% del PBI y el país en recesión, está claro que las cuentas no cierran: la única manera de achicar la brecha entre una masiva caída de los ingresos fiscales y un fenomenal aumento del gasto, es emitir deuda.

El cuento del trickle down

Los especialistas calculan que esta política compromete al gobierno a emitir deuda por 411 mil millones de libras en los próximos cinco años en momentos en que la deuda pública ha saltado del 60% pre-pandemia al 100% del PBI.

El argumento del gobierno es que con esta política se saldrá del actual estancamiento económico: los ricos y las empresas invertirían más, generando un crecimiento económico que se derramará (trickle down) sobre el resto de la sociedad.

En una entrevista desafiante con la BBC ayer domingo, el ministro Kwarteng terminó de espantar a los mercados al anunciar que muy pronto habría más reducción de impuestos. En Asia lo escucharon y empezaron a desprenderse de las libras y los bonos.

El jefe de la firma Pepperstone, Chris Weston señaló este lunes que la libra era la moneda más frágil de los 10 países desarrollados que conforman el G10 financiero. "Los inversores claramente creen que no es sostenible tener una caída en el crecimiento y un déficit gemelo (…fiscal y comercial…)", señaló Weston. La economista jefe del Deutsche Bank, Sanjay Raja, agregó que había un riesgo real de crisis de la balanza de pagos. "El precio de una política fiscal laxa quedó clara. Se va a necesitar un plan para poner orden en las las finanzas públicas", dijo Raya.

Este plan exigiría que el gobierno diera marcha atrás con algunas medidas del presupuesto, algo que rozaría el suicidio político. Esta mañana el portavoz de Lizz Truss se limitó a decir que el gobierno no comentaba sobre eventos en los mercados financieros. Difícil que 10 Downing Street mantenga esta altiva postura a lo largo de la semana. Pero no imposible.

Tanto la flamante primer ministro como su ministro de finanzas han sostenido públicamente las mismas políticas desde 2012. Ese año publicaron "Britannia unchained" (Liberar-desencadenar a Gran Bretaña) en la que proponían lo mismo que ejecutaron en estas primeras tres semanas. Impermeable a las críticas, Truss dijo que era hora de dejar de hablar de redistribución y empezar a hablar de crecimiento. "Me parece justo que les bajemos los impuestos a los ricos porque ellos son los que más pagan. Con nuestro plan volveremos a crecer", señaló con gesto desafiante.

Pataleando en la tumba

La Reina Isabel II, que falleció el 8 de septiembre, dos días después de la asunción de Truss, debe estar pataleando en su tumba. Los billetes y las monedas llevan su efigie. Hoy esa efigie se ha desvalorizado como nunca.

Cuando Isabel II fue coronada en 1953, la libra valía más de dos dólares. En las tres décadas siguientes mantuvo con altibajos esa equivalencia. En 1991, pleno thatcherismo, había descendido a 1.77 dólares por cada libra. En este siglo el valor promedio fue entre 1,5 y 1,3 con tendencia a una continua, pero moderada baja. El día de su fallecimiento era 1,15. El viernes cayó a 1,09 y hoy rondó los 1,03 dólares. El pronóstico es tan claro como cielo inglés en invierno: tormentoso y a la baja.

No se trata de una cuestión monárquica o de un fetichismo fálico en torno a la moneda: el problema es de estructura económica. El Reino Unido tiene un crónico déficit comercial que compensa con las ganancias en el sector de servicios, especialmente el financiero y seguros.

La industria se semi-evaporó en los 80 con el Thatcherismo.

Una libra inestable caotiza la planificación de las empresas que importan y exportan. Con una moneda débil el déficit comercial va a tener un impacto más fuerte en los precios que pagan los consumidores en algunos productos esenciales. Desde ya en la energía con el costo asociado al transporte, pero también en alimentos: el Reino Unido importa la mitad de los alimentos que consume.

[Fuente: Por Marcelo Justo, Pag12, Bs As, 26sep22]

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