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22dic03


La guerra civil todavía no se ha cerrado bien.


El ensayista y editor Luis Mª Jimenez de Aberasturi (San Sebastián, 1943) ha vuelto a zambullirse en los entresijos de la Guerra Civil española, esta vez con Crónica de la guerra en el Norte 1936-1937 (editorial Txertoa), un libro ilustrado con fotografías que arranca el 17 de julio de 1936 con la sublevación militar y concluye en octubre del siguiente año con la caída de Gijón.

Pregunta. ¿Qué datos nuevos aporta su libro sobre la contienda en el Norte?
Respuesta. En este momento, dárselas de presentar cosas nuevas sobre la Guerra Civil es muy difícil. Ahora bien, por ejemplo, demuestro con documentos que en el bombardeo de Gernika participó aviación española. No aviadores, pero si aparatos, algo que se ha negado hasta ahora. ¿Soy el primero que lo dice? No, pero nadie había sacado el documento. La versión oficial sigue siendo que Gernika la destruyeron los rojos. Nunca se ha reconocido que fue bombardeada por alemanes, italianos y españoles.

P. Otro capítulo emblemático de la guerra en el Norte es el Pacto de Santoña.
R. Está claro que en el Pacto de Santoña hay unos batallones del PNV que abandonan el frente y se entregan, mientras otros vascos siguen luchando. Se han dado mil disculpas para justificar por qué se hizo esto y, al mismo tiempo, existe una acusación de traición contra las tropas nacionalistas. Yo aporto algunos documentos de cómo se llevaron a cabo las negociaciones, indico algunas disculpas y señalo también algunas acusaciones. Que el lector decida.

P. ¿Usted qué cree?
R. Si una tropa republicana está rodeada, como sucede en las bolsas de Santander, o se rinde o muere. Las tropas del PNV que se rindieron no estaban rodeadas. Deciden unilateralmente que la guerra ha terminado y se rinden. Se han dado mil disculpas, como que los gudaris estaban esperando barcos para salir. ¿Adónde? Eso no está muy claramente explicado.

P. ¿Entonces, qué opina?
R. Mi opinión es que fue una traición. Pero con qué derecho puedo yo opinar muchos años después, cuando los que estaban en aquel momento en el Gobierno de la República no hicieron una declaración pública al respecto. Me desconcierta por qué el Ejecutivo de la República siguió manteniendo las oficinas del Gobierno vasco o por qué el presidente siguió recibiendo al lehendakari Agirre.

P. ¿Si no hubiera existido tanta desunión entre las fuerzas políticas de la República, la guerra en el norte se hubiera desarrollado de otra manera?
R. Hubiese sido más lógica. No se puede acusar únicamente a la desunión de los resultados de la contienda, aunque es cierto que hay escenas de guerra de Gila. Pero la guerra la ganan los franquistas porque tienen una maquinaria formidable y por la ayuda de los alemanes y los italianos. Creo que los franquistas no hubiesen ganado la guerra en el Norte sin la ayuda de los alemanes y los italianos.

P. ¿O sea que todo influyó?
R. La desunión fue importante. Si hubiese habido más unión en el bando republicano no puedo decir que se hubiera ganado la guerra, pero probablemente se hubiese retrasado el fin. En Cataluña, Madrid o Valencia llegó a haber más unión y no lograron vencer a los franquistas. Lo que ocurre es que en el Norte hubo aún mayor desunión.

P. Incluye en su libro una pregunta del historiador Javier Tusell: "¿Ha concluido verdaderamente la Guerra Civil?". ¿Qué responde usted?
R. La guerra no se ha cerrado bien y se puede hacer. Para ello hay que reconocer y condenar que hubo terribles asesinatos y que fue una época horrible para España provocada por la ambición de Franco, que se sublevó contra el régimen legal de la República. Todavía se cuentan muchas mentiras sobre la guerra. Se niega que hubo esclavos o que Franco mató cinco veces más que Pinochet. Además, se conservan numerosos símbolos externos del franquismo: calles, estatuas, museos...

P. ¿Por qué perduran?
R. Porque en España hay muchos fascistas. Hay gente liberal que no se da cuenta y ve la calle del general Yagüe y no le llama la atención. A uno del PP aún se lo perdono, porque está hablando de sus héroes. La prueba es que no los condenan. No se puede justificar una muerte violenta amparándose en una ideología, sea del año 36, sea de ahora. José Antonio Primo de Rivera defendió la lucha armada contra la República y está enterrado en el Valle de los Caídos, construido por mano esclava de republicanos y pagado actualmente con el dinero del patrimonio nacional. Mientras, los represaliados y sus familiares se enfrentan a gran cantidad de dificultades para ser reconocidos y compensados.

[Fuente: Diario El País, País Vasco, 22dic03]

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