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20feb17


La justicia prueba que existía espionaje policial telefónico en Córdoba


El espionaje no se hacía en una cueva de una comisaría, sino en un sitio clave de la jefatura de policía.

Además de asesinos, torturadores, narcos, secuestradores, violadores y ladrones de diversa calaña, ahora tenemos una nueva categoría de malos policías en Córdoba. Son los espías, una singular especie de soplones y husmeadores de lo ajeno en procura de un billete, por debajo de la mesa. Lo comprobó la Justicia federal. En realidad, lo comprobó a medias la Justicia federal.

Siempre habían existido esos rumores, esas sospechas de policías cordobeses metiendo el hocico detrás de comunicaciones telefónicas de terceros.

El espionaje quedó al desnudo y demostrado.

El Tribunal Federal Oral (TOF) N° 2 de Córdoba condenó días atrás a dos expolicías tras comprobar que habían falseado exhortos judiciales para obtener sábanas telefónicas de particulares, entre 2007 y 2009.

La maniobra delictiva se realizó en el primer piso de la Jefatura de Policía, allí donde funciona la División de Análisis e Investigación de las Comunicaciones (Daic). El exjefe y creador de esa dependencia, el excomisario mayor Ángel Ariel Ávila, fue sentenciado a cinco años de prisión, mientras que su mano derecha Rubén López recibió cuatro.

No quedaron detenidos, porque el fallo por "falsedad ideológica" aún no está firme.

La Daic es una división que, a través del entrecruzamiento de llamadas y el análisis del movimiento de los celulares, entre otras cosas, trabaja para esclarecer hechos delictivos complejos.

Lo que hacían los dos condenados, detectives devenidos en delincuentes de uniforme, no eran escuchas, como bien les podrían haber enseñado los espías de la ex-Side, con quienes tenían buenas migas después de las investigaciones por secuestros en Córdoba.

Lo de los policías cordobeses era más simple: falsear oficios con firmas de jueces o fiscales, obtener las sábanas o listados de llamadas y supuestamente venderlas al cliente.

Este "trabajito" lo hacían a la par de la verdadera labor de pesquisas.

El TOF 2 corroboró una treintena de espionajes truchos entre 2007 y 2009, cuando Alejo Paredes era jefe de Policía; Carlos Massei, ministro de Seguridad (como ahora); y Juan Schiaretti transitaba su primera gestión como gobernador cordobés.

La maniobra no se hacía en una oscura cueva de comisaría. Todo se realizaba, fue dicho, en el corazón de la Jefatura, en ámbitos de la Dirección General de Investigaciones Criminales.

Los jueces confirmaron unas 30 maniobras delictivas. Sin embargo, difícil creer que no se gestionaron (y vendieron) muchas más sábanas. ¿Quién puede asegurar lo contrario?

La maniobra reiterada en esta cloaca policial se descubrió por el testimonio de un exmiembro de la Daic -Daniel Cardona- quien mandó al frente a su exjefe. Cardona llegó a estar imputado en la causa, pero fue sobreseído.

Investigación a medias

Lamentablemente, una investigación federal un tanto defectuosa no logró echar luz por completo sobre toda la maniobra de los espías de la Daic.

La fiscal Graciela López de Filoñuk, a cargo de la instrucción, no supo o no pudo demostrar quiénes fueron los espiados y quiénes compraron (y por cuanto) esas sábanas. Raro. La funcionaria prefiere no hablar.

Ya en el juicio, el fiscal Carlos Gonella no pudo ni logró tampoco avanzar y se quedó en la primera parte del espionaje policial.

El TOF 2, además de dictar las condenas, ordenó profundizar la pesquisa. Una medida lógica y previsible. De todos modos, hay quienes lo toman como un despropósito, si se tiene en cuenta los años transcurridos. ¿Qué se puede hallar ahora?

"Yo no pongo las manos en el fuego por esos policías", supo decir el exjefe de Policía Alejo Paredes cuando el escándalo de la Daic se destapó.

Desde entonces, ninguna autoridad se refirió de forma oficial al espionaje. No se hizo antes, porque la causa estaba bajo investigación. Sin embargo, tampoco se hace ahora, con el delito demostrado.

¿Por izquierda se espiaba a maridos o esposas infieles, o socios embusteros? ¿O se iba más allá? ¿Se hacía espionaje con opositores, funcionarios judiciales, sindicalistas, periodistas?

¿Podían saber las por entonces autoridades políticas y policiales lo que pasaba en esa cloaca policial? ¿Podían no saberlo?

No son pocos los funcionarios que se hacen los desentendidos y hablan de "malos policías" que "mancharon el uniforme".

Va de nuevo: ¿podían saberlo? ¿Podían no saberlo?

Desde Gobierno, mandaron a decir que no habrá referencias al asunto, mucho menos autocrítica. Ya habló la Justicia. Punto.

La Daic seguirá funcionando, como si nada hubiera pasado.

Hay otro punto no menor.

A pesar de haber sido condenados como delincuentes, Ávila y López seguirán cobrando la jubilación policial, pagada por todos. Es que ambos ya habían sido enviados a retiro no bien la causa se elevó a juicio. No fueron puestos en pasiva (como sucede con otros policías sospechados), ni nada semejante. Se les dio el beneficio del retiro, pese a que hoy les correspondería ser exonerados y no ver un peso.

Aquel beneficio del retiro les fue otorgado en 2015 por el entonces jefe de Policía Julio Suárez, un excomisario general que, a todo esto, debe ser juzgado en breve por supuestas amenazas a un periodista. Suárez también goza del retiro y de su jubilación, pese a su causa judicial.

[Fuente: Por Claudio Gleser, La Voz del Interior, Córdoba, Arg, 20feb17]

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