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16may18


Historiadores en Cataluña: "Torra es la representación del carlismo 3.0"


Más allá de un puñado de tuits incendiarios, Quim Torra, desde este lunes, presidente 131 de la Generalitat, ha dejado un rastro de artículos en la prensa digital catalana que han llevado a sus adversarios políticos a tildarle xenófobo y a acusarle de tergiversar la historia y de estar fuera de la Europa del siglo XXI.

Quien fuera el primer director del Born Centro Cultural, sin ser historiador ni académico, ha firmado numerosos textos que cargan contra los españoles y la lengua castellana y ha organizado diversas exposiciones para tratar de reconvertir aquel viejo mercado de abastos de Ciutat Vella en una suerte de santuario del independentismo.

"Si el espacio que ocupaban las Torres Gemelas es la Zona Cero para los americanos (ciudadanos de EE.UU.), el Born y sus ruinas es la zona cero de los catalanes", explicaba el abogado y escritor en 2014, con motivo de la celebración del tercer centenario de 1714. "Las exposiciones que acogió el centro bajo su dirección eran patéticas", recuerdan hoy algunos historiadores entrevistados por 'Vozpópuli'.

"Torra es la representación del tercer milenio del catolicismo conservador catalán que en algunos periodos de la historia fue carlista. Aunque aún no le conocemos como político lo suficiente, podría ser la representación del carlismo 3.0, ya que mezcla aspectos de aquella época con las redes sociales", considera el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona Steven Forti. El historiador italiano residente en la Ciudad Condal asegura que el nuevo presidente de la Generalitat ha demostrado ser "muy conservador" en sus escritos: "Trabaja bajo la idea del nacionalismo excluyente identitario".

Sobre su discurso, el también analista político explica a este diario que, por un lado, "está desfasado", pero por otro, responde al "clima actual" que atraviesan Europa y EEUU. "Si leemos sus artículos, podemos pensar que vive en otra época histórica. Pese a que el mundo está globalizado, él está encantado con los años 20 y 30 del siglo XX", analiza. Sin embargo, continúa, su forma de concebir la política, haciendo referencia a 'amigos' y 'enemigos', al 'nosotros' y al 'ellos', representa tristemente el clima en el cual estamos viviendo en el Viejo Continente y EEUU en los últimos años", señala.

Usos y abusos de la Historia

Para Forti, Torra es "representante de los usos y abusos de la Historia", una materia que "no se preocupa de releer". Pero no es ni será el único, dice. "Deberíamos esperar algunos meses para ver cómo evoluciona en su cargo porque es muy ambicioso y, quizá habiendo superado el escollo de la investidura, intenta mantener un margen de autonomía. Pero si atendemos a los elementos de los que disponemos en la actualidad, todo apunta a una espiral continua de crisis política y, lo que es peor, de una fractura en la sociedad", advierte.

Manuel Carrasco i Formiguera, Daniel Cardona, los hermanos Badia... No son pocas las ocasiones en las que Torra ha rendido homenaje a antiguos defensores del independentismo en Cataluña. "Su discurso encaja con el nacional socialismo que vivimos en los años 30 del siglo XX. Tiende a reproducir algo que ya hemos escuchado con anterioridad", afirma a este diario el historiador y escritor barcelonés César Alcalá.

El autor de 'Checas de Barcelona' (Belacqua, 2005) considera que "todo lo que hoy se ha puesto de moda con el independentismo en torno a la figura de Puigdemont no dejan de ser símiles del movimiento independentista durante la Segunda República". Según Alcalá, hablan de "nueva política", pero están volviendo al pensamiento de principios del siglo XX: "están anclados sin mirar al futuro".

¿Sentimiento de inferioridad?

Los nacionalismos de aquella época, sigue el historiador, como Adolf Hitler, Benito Mussolini o la Falange, murieron en su momento. "Su discurso está desfasado, han seguido el mismo argumentario desde 1850, así que estamos ante un eterno retorno sin avanzar a planes políticos más actuales", opina. De acuerdo a Alcalá, en Cataluña ha reinado históricamente un "sentimiento de inferioridad muy grande", debido, entre otros factores, al hecho de haber estado rodeados de reinos, cuando la región solo tenía condados.

"Ese sentimiento de inferioridad les ha hecho siempre querer ser más grandes y de ahí surgieron las mentiras de la supuesta corona catalo-aragonesa o la de que lucharon por su independencia en 1714 cuando está demostrado que no", dice. Y asemeja los mensajes de Torra con los de "otros dictadores a lo largo de la historia". "Aunque no les guste la comparación, Nicolás Maduro, Hugo Chávez y otros representantes de repúblicas y dictaduras sudamericanas y de algunos países del Este tienen el mismo discurso: dicen que gobiernan para todos, pero solo lo hacen para ellos y siempre generan una división del país o la región donde gobiernan".

Supremacismo catalán

Antonio Manuel Moral Roncal, historiador y profesor en la Universidad de Alcalá, considera que el discurso de Torra encaja en una ideología independentista, dentro del nacionalismo catalán, plena de populismo. "En una Europa que converge en educación, economía y política exterior; en un mundo que aumenta su interconexión a todos los niveles, en un momento de la historia de la humanidad en que los fenómenos globalizadores tienen mayor importancia, su discurso e ideología se encuentra totalmente desfasada", asegura. Y añade que, por desgracia, converge con otros movimientos políticos que tienden a dividir Europa en microestados, de forma suicida y egoísta, para beneficio de una minoría de privilegiados

Para el profesor de Historia Francisco Oya, los artículos y tuits de Torra encajan plenamente en la tradición del supremacismo catalán, una tradición extensa e ininterrumpida desde la segunda mitad del siglo XIX hasta hoy, en la que, según Oya, podemos situar nombres como Pompeu Gener, Prat de la Riba, Daniel Cardona, Carles Cardó i Sanjoan, Jordi Pujol o Heribert Barrera.

"En cualquier país normal de nuestro entorno, un individuo que se atreviera a fomentar el odio en artículos y redes sociales, así como a reivindicar a personajes supremacistas del pasado, sería un apestado político y, posiblemente, tendría que dar explicaciones ante un tribunal. Eso, si no terminaba dando con sus huesos en la cárcel. En España, en cambio, esa actitud es un mérito para acceder a los más altos cargos políticos del gobierno regional catalán", determina.

De acuerdo al docente, resulta difícil recordar un nombramiento para presidente regional que haya podido concitar semejante alarma, rechazo y desconfianza entre quienes no comparten su ideología: "El futuro de Cataluña se oscurece aún más y la fractura social tiende a estabilizarse. Vamos hacia una situación como la del Ulster, con dos comunidades enfrentadas y que no se consideran compatriotas entre sí".

[Fuente: Por Marina Alías, Vozpópuli, Madrid, 16may18]

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