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14ago18


El cónsul de EEUU dio información de la CIA a los Mossos antes de los atentados


Los contactos de los Mossos d’Esquadra con los servicios de los Estados Unidos antes de los atentados de Barcelona y Cambrils del verano pasado eran muy fluidos. Mucho más de lo que los responsables de la Consejería de Interior y de la Generalitat decían. El cuerpo de la Policía autonómica catalana recibía información confidencial desde el consulado de los Estados Unidos en Barcelona. El encargado de canalizar todas las informaciones era Dale K. Palmer, cónsul para asuntos políticos, considerado el hombre de la CIA en Barcelona, un diplomático que llegó a la capital catalana el 16 de abril de 2012 y que fue trasladado hace algunos meses.

El contacto de Palmer en los Mossos era el sargento Daniel Canals, uno de los que viajaron a Washington en junio de 2017, días después de recibir por escrito la alerta de la CIA de que se preparaba un atentado que tendría como escenario la Rambla. Según confirmaron a El Confidencial fuentes internas de los propios Mossos, las relaciones eran tan buenas que los norteamericanos ofrecieron trabajo a Canals. “Le llegaron a plantear que pidiese la excedencia del cuerpo para irse a trabajar con ellos, pero Canals rechazó el ofrecimiento”, subrayan las fuentes. La anécdota da una ida de la fluidez de las relaciones entre los servicios de inteligencia de Estados Unidos y los Mossos. No hay que olvidar que Canals era el jefe de la unidad de Análisis Estratégico, que dependía del área de Información.

Estas buenas relaciones sirvieron para que el sargento Canals fuese incluido en el viaje que la cúpula de la Brigada de Información de los Mossos realizó a Washington del 12 al 16 de junio del año pasado, tras haber recibido la alerta de la CIA sobre un posible atentado en la Rambla. Al viaje asistió el comisario Manuel Castellví, jefe del área de Información, el inspector Lluís Paradell, responsable del Área Central de Análisis, y el sargento Canals, responsable de Análisis Estratégico, una de las dos ramas en las que se divide esta última área. Además, Canals estaba llamado a ser, en un futuro, el máximo responsable de la División de Información.

Entre los agentes ha causado un cierto estupor la actitud de la cúpula policial antes y después de los atentados. “No tiene sentido que estés pataleando diciendo que no tienes información cuando hablabas directamente con la CIA. Además, no tiene lógica que, si no das credibilidad al aviso de un atentado, envíes a tres personas a Washington, con el agravante de que son las tres personas que dirigen, por así decirlo, el análisis de información. Tú no envías a tres personas tan especializadas a los Estados Unidos porque sí, si no es por un motivo muy concreto”.

Otro dato importante que no se había desvelado es que el contacto de los Mossos en el consulado estuvo en el complejo de Egara (donde los Mossos tienen su central policial) examinando la furgoneta inmediatamente después de los atentados, ya que la cúpula policial catalana le facilitó todos los datos de que disponían y le allanó el camino para que los norteamericanos dispusieran de toda la información posible. Para más inri, en aquellos momentos, el Govern que presidía Carles Puigdemont evitaba aportar algún dato al resto de las fuerzas policiales españolas. “Responsables del consulado estadounidense estuvieron en las instalaciones del cuerpo examinando la furgoneta, porque estaban muy interesados en ella”, explican a este diario fuentes de los Mossos.

Un relato con muchas lagunas

A pesar de todo, algunas fuentes consultadas señalan a este diario que la relación de Palmer con la cúpula de los Mossos “tenía que ser conocida por el CNI”, ya que la CIA departe normalmente con los servicios secretos españoles. “Se hace difícil pensar que se la hubiesen jugado pasando exclusivamente información a los Mossos y no lo hiciesen al CNI”, subrayan las fuentes. En los momentos en que se produjeron los contactos y el atentado, sin embargo, la situación interna del CNI en Cataluña era de una cierta tensión: los trabajos operativos fueron encomendados a un suboficial que había estado destinado con anterioridad en el País Vasco y el enfrentamiento con el oficial al mando en la delegación de Barcelona (con rango de coronel) no tardó en aparecer. El trabajo y la estrategia de los agentes desplazados a la capital catalana fueron puestos en entredicho cuando no pudieron confiscar ni una sola urna de las utilizadas en el referéndum ilegal del 1 de octubre.

Con la confirmación de los contactos, sin embargo, se hace más difícil creer el relato construido por Carles Puigdemont, Joaquim Forn y Josep Lluís Trapero (‘president’, consejero de Interior y jefe de los Mossos respectivamente) de que el Gobierno catalán no tuvo nunca relaciones con la CIA o con cualquier otro servicio de información. Según una de las fuentes consultadas por este diario, el viaje a los Estados Unidos después de recibir el aviso de que podría haber atentados yihadistas en Barcelona tuvo como finalidad recopilar más información y, al mismo tiempo, intentar “establecer un enlace permanente con la CIA a espaldas del Gobierno español”. En este sentido, la intención de los Mossos era tantear un curso de formación urgente para sus mandos y agentes. Este curso se centraría, en un primer momento, en las técnicas antiterroristas.

Más adelante, según estas fuentes, la intención era realizar “intercambios de inteligencia en el área de terrorismo y la formación en técnicas Humint [acrónimo de Human Intelligence] y tecnologías informáticas mediante sistemas de control específico a los agentes del área de Información de los Mossos”. Los controles informáticos no serían sobre la inteligencia de fuentes abiertas, conocidas como Osint (Open Source Intelligence). “De esta forma, se lograrían intercambios no oficiales de datos y técnicas”, subrayan las fuentes.

Con los datos que poco a poco se van conociendo sobre los contactos de la cúpula de los Mossos con la CIA, el sentir generalizado es que “la situación se gestionó con muy poca diligencia y lo que está saliendo a la luz afectará a la credibilidad no sólo del 'major' Josep Lluís Trapero, sino incluso a la propia imagen de los Mossos d’Esquadra”.

[Fuente: Por A. Fernández, El Confidencial, Madrid, 14ago18]

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