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17may20


Vuelve el hambre a Catalunya


Lo que se gana día a día en la lucha contra la pandemia es inversamente proporcional a lo que se pierde a medida que se acumulan las semanas sin trabajo y sin ingresos.

Se trata de una contradicción explosiva que no tiene precedentes ni tan siquiera en la gran crisis de 2008 cuando, como ahora, se perdieron miles de puestos de trabajo y la economía de hundió.

Hay tres diferencias fundamentales con lo ocurrido hace sólo doce años: en la gran recesión llegamos al desastre financiero tras un periodo de considerable abundancia económica. Ahora la mayoría no tiene ahorros. En segundo lugar, aquel desplome fue gradual. Ahora ha sido fulminante. De vértigo. De un día al otro el cajón se ha quedado vacío.

La otra diferencia es que, sobre el papel, esta crisis no tiene un motivo económico y por lo tanto es posible la recuperación a medio plazo. Pero, ¿y entre tanto?

Emergencia alimentaria

Volver a repartir comida es lo último que deseaba hacer Mercè Darnell, de Cáritas. "Después de la crisis de 2008 dijimos que las colas del hambre eran inaceptables, que había que buscar otras maneras de ayudar. Pero ya ves. Así estamos de nuevo".

Càritas gestiona 73 puntos de distribución de alimentos gratuitos en Catalunya y Creu Roja, por iniciativa propia o por encargo de otras instituciones como la propia Generalitat y también ayuntamientos, 52 más

"En tres semanas. No más. En tres semanas hemos tenido que reprogramarlo todo para empezar a repartir comida" explica Mercè Civit, la portavoz de Treball Social de Catalunya, que representa a los trabajadores de los servicios sociales, esencialmente públicos.

Las necesidades son apremiantes y se acumulan a medida que pasan los días.

Algunas cifras: en los ayuntamientos se han duplicado el número de demandas. Cáritas, centrada esencialmente en los más desfavorecidos que ya no se recuperaron de la crisis de 2008, ha multiplicado las ayudas económicas para alimentos sólo en el mes de abril. De 218.000 euros a 324.000.

Creu Roja ha recibido del orden de 10.000 nuevas peticiones de alimentos cada semana desde que el 14 de marzo se paralizó la actividad. En unas semanas han añadido 60.000 nuevos demandantes. Incluso en su sede central en Barcelona hay largas colas.

"Nuestra planificación es a tres semanas vista -explica Enric Morist, el coordinador de Creu Roja en Catalunya-. Ahora cerraremos una compra de medio millón de euros en alimentos. Pero no creo que podamos aguantar el ritmo de aumento de la demanda mucho tiempo. O aparecen nuevas ayudas públicas o podemos ir al colapso porque no llegaremos a todo".

Prometen que esta vez no habrá recortes

En Catalunya -el territorio en el que se centra este reportaje- la crisis de 2008 cambió el sistema político. Aquel desastre aupó a una nueva generación de gestores públicos. En España gobierna la izquierda y en Catalunya los independentistas, con un programa distinto al plan de recortes de las administraciones de Mariano Rajoy y Artur Mas que debieron gestionar la crisis en los años posteriores.

Ahora esta generación deberá gestionar la nueva crisis. Prometen un "escudo social" en la terminología de Gobierno central y programas de ayudas con nuevos presupuestos...

El problema es si llegarán a tiempo esas políticas. Algunos de los entrevistados para este reportaje creen de antemano que no. Que difícilmente se podrá dar respuesta a todo porque el problema es que todavía no nos habíamos recuperado de la crisis de 2008 y, menos aún, estábamos preparados para afrontar una crisis de estas proporciones.

El secretario general del departamento de Treball, Afers Socials i Familia, Josep Ginesta -el departamento del Govern en el que recaen buena parte de las política paliativas- reconoce que el reto al que se enfrenta esta generación no es menor. "Vamos a sufrir una prueba de estrés en el principio de realidad política".

El dinero no llega

La propia Generalitat está sorprendida por el alud de peticiones de auxilio que recibe. El pasado mes de abril lanzó un programa de ayudas dotado con 20 millones de euros. Eran doscientos euros por persona para afectados por la paralización de la actividad.

"En un solo día, en un solo día, insisto, se presentaron 32.000 peticiones através de nuestro portal de Internet" explica Ginesta. En tres días el fondo se había agotado.

"Vamos a tener que ser muy ágiles y trabajar a corto plazo. La Generalitat debe reordenar sus prioridades hacia lo inmediato. -admite Ginesta-. Esta es una crisis con dos elementos singulares: la celeridad y la severidad. En eso la distingue de la del 2008. De un día para otro muchas personas se han visto en las puertas de la pobreza".

Esto es así fundamentalmente por tres motivos en el que coinciden todas las personas consultadas. En primer lugar: la tramitación de los ERTE está siendo demasiado lenta.

En segundo lugar: las ayudas también están tardando mucho. Esta semana la administración central ha vuelto a aplazar la aplicación del ingreso mínimo vital embarrancado, se supone, en la negociación europea.

En tercer lugar: los ayuntamientos, que son la primera puerta a la que suelen acudir las familias, apenas han podido liberarse de la horma de la estabilidad, a toda costa y pese a quien pese, impuesta en los planes de austeridad tras la crisis de 2008.

Por el momento, gran parte de las medidas económicas públicas que se han adoptado obedecen a la reprogramación de las prioridades presupuestarias de los ayuntamientos.

Y todo ello recae sobre miles de trabajadores que han perdido temporalmente o quizás para mucho tiempo empleos e ingresos precarios y sobre otros miles de empleados de la economía informal, con parte de sus sueldos en negro que ahora no contarán para determinar qué ayudas reciben.

"Aún no sabemos qué está pasando. No tenemos indicadores sobre todo lo que ocurre, pero tendremos mucho trabajo y nuevas necesidades, eso es seguro" vaticina Mercè Civit.

La vivienda, el drama que vendrá

Está por ver qué ocurrirá con el problema de la vivienda cuando termine el estado de alarma, se libere totalmente el confinamiento y se levante el veto a los desahucios: "Si se hubiese hecho vivienda social a partir de 2008 estaríamos mejor, pero sin vivienda social, con un mercado de alquiler a precios inasequibles y con un mercado laboral precario que no permite acumular dinero a las familias… ¡es un cóctel explosivo!" advierte Mercè Darnell.

En 2008 el alquiler de habitaciones todavía no se había generalizado. Ahora es moneda de uso corriente para familias precarias y para jóvenes.

Salvo que cambie la ley, estos realquilados no se podrán beneficiar de las ayudas porque formalmente no existe un contrato. Cáritas ha triplicado las ayudas para el pago del realquiler en estos meses y hace tiempo que viene advirtiendo que este es un problema muy grave.

"Hace cuatro años en el Ayuntamiento de Barcelona estimaban que faltaban 65.000 viviendas sociales. Se han construido unas 10.000. La Generalitat no ha hecho apenas ninguna promoción", alerta Teresa Crespo, portavoz de las Entitats Catalanes d'Acció Social.

La cuestión es, asegura, "cuánta gente cuánto tiempo va a aguantar así".

Una de las preguntas que se impondrán a corto plazo es hasta que punto la sociedad está dispuesta a pagar un grave coste social para acabar con la pandemia.

Cuando se plantee esta pregunta las respuestas pueden ser inquietantes.

[Fuente: Por Ignacio Orovio, Santiago Tarín y Jaume V. Aroca, La Vanguardia, Barcelona, 17may20]

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