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05ago16


La parálisis política amenaza a las constructoras: su facturación en España se desplomó un 40% entre 2012 y 2015


Las alarmas se han encendido en los grandes grupos constructores ante la parálisis política provocada por la demora en la constitución de un nuevo Gobierno, que ya se prolonga durante más de siete meses. La situación genera incertidumbre sobre qué sucederá con las reivindicaciones de una mayor inversión en obra pública realizadas por el sector, que ha visto como su situación en España se ha complicado sobre manera durante la última legislatura, con un descenso acumulado del 40% en la facturación que se ha traducido en algunos recortes de plantillas. Un hipotético escenario de prórroga de los presupuestos provocaría una situación poco menos que insostenible.

La caída en picado de la licitación de obra pública en España ha seguido su curso incluso en los últimos años de la última legislatura, cuando empezaban a observarse síntomas de una cierta recuperación económica. El balance para los grandes grupos del sector ha sido demoledor. En 2015, su facturación en España en lo que al área de construcción se refiere superó levemente los 4.300 millones de euros, algo más de un 40% por debajo de las cifras que se registraron al comienzo de la legislatura.

La comparativa difícilmente se sostiene con los años anteriores a la crisis. Por ejemplo, en 2008 el área de construcción de ACS facturó en España algo más 5.800 millones, es decir, un tercio más que el conjunto de los grandes grupos en 2015. El descenso de la facturación conjunta de las grandes en relación con aquel ejercicio supera el 77%.

Las compañías han profundizado durante los últimos años en sus respectivos procesos de internacionalización con el objetivo de paliar el desplome de la inversión pública en infraestructuras como consecuencia de la crisis. La estrategia ha hecho que las empresas engorden de forma notable sus carteras de pedidos y sus cifras de facturación en el exterior.

Los problemas de la internacionalización

Pero el actual escenario genera dos problemas: en primer lugar, las estructuras de los grupos en España, que sigue siendo el principal o uno de los principales mercados para ellos, ya no son sostenibles dado el volumen de trabajo que se registra, lo que ha provocado ajustes de plantillas; y, en segundo lugar, los márgenes de los proyectos en el exterior no son tan grandes, lo que hace que buena parte de los trabajos que llevan a cabo las grandes del sector en el exterior no sean rentables.

Es decir, crecer en el exterior es un buen recurso pero no solventa el problema de la caída del negocio en España, que arroja cifras más que preocupantes para algunas compañías. No es extraño que tanto Sacyr como FCC hayan llevado a cabo procesos de ajustes de plantilla en sus divisiones de construcción en España. Ambas han sido las mayores perjudicadas por la caída de obra pública de los últimos años. Durante la pasada legislatura, FCC pasó a facturar más de 2.000 millones de euros en España por actividades de construcción y registrar una cifra inferior a 900 millones en 2014. Un descenso del 54% sólo superado por Sacyr, que vio cómo los ingresos procedentes del negocio doméstico de la construcción se recortaban un 57% en los últimos cuatro años.

En el caso de OHL, la caída ha sido superior al 38%, cinco puntos más que para Ferrovial. ACS, con un 25%, ha sido la menos penalizada.

Situación insostenible

Números que ponen de manifiesto que la situación es ya muy complicada. Las compañías tampoco esperan nada distinto en 2016, ejercicio que han dado por perdido por lo que al mercado español se refiere hace ya un tiempo. Sin embargo, si la situación de parálisis política actual se extiende más de la cuenta harán lo propio con 2017. Unas terceras elecciones y su incierto resultado pondrían en peligro ejercicios posteriores.

De ahí que se hayan encendido todas las alarmas en el sector ante la posibilidad de que el Gobierno en funciones tenga que trabajar con unos presupuestos prorrogados, lo que cerraría la puerta a cualquier atisbo de subida de la inversión en obra pública.

La situación en el mercado doméstico se manifiesta también en otras áreas, como el sector cementero, que lleva unos cuantos años registrando cifras de producción y consumo que ya se daban en los años 60. La industria auxiliar de la construcción ha emitido también varios mensajes de SOS. Su situación como uno de los eslabones más débiles de la cadena hace tiempo que es desesperada.

[Fuente: Por Raúl Pozo, Vozpópuli, Madrid, 05ago16]

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