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11ene21


La covid se cobra siete años de contrataciones: en 2020 se hicieron 6,6 millones menos


El coronavirus ha infectado de pleno al empleo y todavía queda por computar los efectos de la tercera ola. Mientras 755.000 trabajadores hibernan en el limbo estadístico de los ERTE (se les considera ocupados y no parados), los nuevos confinamientos están impidiendo que haya ofertas laborales nuevas y las que hay son muy limitadas, en tiempo y salario, aumentando la precariedad. Según los datos del Ministerio de Trabajo, las contrataciones se han despeñado a niveles históricos.

En 2020 se produjeron nada menos que 6,6 millones de contratos menos que en el año anterior que supone 18.000 contrataciones diarias menos. Es decir, si en 2019 se llegó al récord de más de 22,5 millones, en el pasado año la cifra se quedó en 15,9 millones. El descenso es de casi un 30%. Las contrataciones vuelven a los niveles que se registraban de 2013, en plena segunda recesión y en el primer año de la aplicación de la reforma laboral puesta en marcha por el PP. Lo que significa que la pandemia se ha llevado por delante al potencial de siete años de contrataciones.

La caída ha sido espectacular y enero parece poco propicio a cambios de tendencia; al contrario. Nunca se habían perdido en tan poco tiempo 6,6 millones de contratos. Para hacernos una idea del descenso, hay que ver que esos 15,9 millones de contrataciones en todo 2020 se habían conseguido ya en el acumulado hasta agosto de 2019. Es decir, a 2020 le han 'sobrado' cuatro meses de contratos en comparación con el año anterior. Afecta sobre todo a las contrataciones temporales, lo que da una idea de la grave situación actual del mercado laboral, y también a las indefinidas, que siguen representando menos del 10% del conjunto de las contrataciones (el 45% son conversiones de eventuales en fijos al cumplirse los plazos legales).

La precariedad sigue creciendo

En 2020 se formularon casi 14,4 millones de contrataciones temporales frente a los 20,4 millones del año anterior, es decir, se realizaron seis millones menos. Por su parte, las indefinidas (casi el 40% son a tiempo parcial) llegaron a 1,5 millones frente a los 2,2 millones de 2019 (unas 700.000 menos). Por duración de la jornada, casi 11 millones de los contratos se suscribieron a tiempo completo y cinco millones a tiempo parcial. Lo que significa que prácticamente un tercio del empleo que va surgiendo es sólo por unas horas.

La llegada de la tercera ola del virus en diciembre ha incrementado la caída mensual de las contrataciones. Lo que confirma que la situación se ha agravado (en 2020 se hicieron 1,35 millones frente a los 1,74 millones en el mismo mes del año anterior). No hay dónde encontrar un dato positivo en el último mes del año. En diciembre cayó un 22,1% frente al -17,8% en el mes anterior, es decir, ha habido un empeoramiento pese a que este mes es siempre mejor en materia de empleo que noviembre.

La contratación indefinida bajó un 13% en tasa mensual (27.300 menos) y un 29% en el año (613.824 menos). Por su parte, las contrataciones temporales descendieron un 6% en el mes (95.000 menos) y más de un 22% en tasa anual (358.000 menos). Y que la precariedad sigue creciendo se observa en el siguiente dato: esos 1,35 millones de contratos sólo sirvieron para ocupar a 982.653 personas. Es decir, hicieron falta 1,38 contrataciones en ese mes por persona para ocupar un único puesto de trabajo. Esa cifra se eleva a 1,43 en el caso de los hombres.

Mayor destrucción de empleo

Esta ausencia de empleo en el mercado se observa en los datos de afiliación que están sujetos a todo tipo de interpretaciones que no coinciden con las del Gobierno. Ahora se ha aferrado a la estadística desestacionalizada, que considera iguales a todos los meses y que anticipa una cierta tendencia, y a la afiliación media, que le sale positiva, en lugar de la diaria que se computa a fin de mes y que ofrece otro dato preocupante: se incrementa la destrucción de empleo.

De esta forma, el empleo desestacionalizado creció en 7.350 personas por octavo mes consecutivo respecto al mes precedente. Pero, la letra pequeña nos dice que este dato es peor que en los meses anteriores ya que, por ejemplo, los afiliados en el mes anterior crecían a un ritmo de 107.507, es decir, antes de los primeros indicios de la tercera ola. En el año, el trabajo desestacionalizado cae en 360.452 cotizantes, 5.000 más que en el mes precedente. Es el peor resultado anual desde mayo y confirma el deterioro de la estadística.

Al Gobierno le sale también que aumentaron los nuevos afiliados medios en 26.432 respecto a noviembre. Sin embargo, el 30 de noviembre había 18.974.452 afiliados y el día 30 de diciembre (el 31, el peor día de cada mes, no se recogió información) la cifra era de 18.904.852. Es decir, se perdieron en este mes 69.600 ocupaciones frente a esos 26.432 nuevos afiliados medios de la estadística oficial. Hace un mes el Ejecutivo computó 31.638 nuevos cotizantes medios cuando en las cifras diarias salían 11.832 menos. Por tanto, sigue perdiéndose empleo y, lo peor, a mayor ritmo.

En el cómputo anual la pérdida de afiliados medios llega a los 360.105 (354.432 desde el primer decreto de confinamiento de Sánchez). Esta cifra podría ser aún peor, lo ha impedido, como en todas las crisis, que el sector público sigue contratando (fuera incluso del sector sanitario) y ha aumentado su plantilla en más de 160.000 personas en los últimos 12 meses. Si a esta cifra le sumamos los 755.000 trabajadores suspendidos en ERES, sale que hay ahora 1,1 millones de trabajadores menos que hace un año en el sector privado. Hay por tanto menos masa laboral productiva.

Deterioro del mercado laboral

Además, al Gobierno le sale que hay 19,048 millones de afiliados medios en diciembre frente a los 18,904 millones (143.000 menos) que se obtiene si el cómputo se hace con información de altas y bajas diarias. En todo caso, hay ahora casi medio millón de cotizantes menos respecto al récord que se consiguió en julio de 2019 (19,5 millones).

Las cifras del paro también merecen una segunda lectura ya que también confirman el mayor deterioro del mercado laboral. El desempleo oficial subió en 36.825 cuando en el mismo mes de 2019 descendía en 35.000. Se acerca ya a la peligrosa barrera psicológica de los 4 millones. Es el peor dato desde mayo de 2016. En términos desestacionalizados también se observa que la situación ha empeorada ya que el paro subió en diciembre en 76.387 personas frente a los 1.758 de un mes anterior y el descenso de 3.100 de hace un año.

El mercado laboral está ahora inmerso en la tercera ola de la pandemia. Sólo una intensificación de la vacunación puede ayudar. Pero, con este modelo de crecimiento económico (basado en los servicios y en la hostelería) hay que confiar poco porque seguirá el alto grado de exposición a cualquier efecto de crisis y a todo tipo de virus.

[Fuente: Por Francisco Núñez, Vozpópuli, Madrid, 11ene21]

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