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12ene21


La luz al final del túnel era otra locomotora que iba por la misma vía


La recuperación de 2021 tendrá que esperar. Al menos, durante algunas semanas. Las nevadas, que reducen la movilidad y, por lo tanto, el consumo, la lentitud en el despliegue de las vacunas y, por último, las incertidumbres a nivel internacional hasta que la nueva Administración Biden concrete su nuevo plan de estímulos ralentizan el crecimiento. De hecho, han aumentado de una forma intensa las probabilidades de que hasta el segundo semestre del año no se pueda observar una recuperación sólida. Es decir, la luz al final del túnel que se pudo divisar en la última semana de diciembre a raíz de la aprobación de las vacunas era, en realidad, otro tren que circulaba por la misma vía.

En particular, en países con reducido espacio fiscal, como España, que además tiene un patrón de crecimiento sesgado hacia las actividades más expuestas a la movilidad --lo que hace la economía más vulnerable--. Entre otras razones, porque el punto de partida en términos de desempleo es peor. Como han estimado los analistas de Arcano, la tasa de paro real, incluyendo a los trabajadores que están en ERTE y a los autónomos que reciben alguna prestación por cese de actividad, se mantiene todavía estable, en torno al 20-21% de la población activa, lo que supone, además de un grave problema social, una enorme presión sobre las arcas públicas desde el lado del gasto.

La recuperación, sin embargo, llegaría a partir del segundo semestre de la mano de las políticas fiscal y monetaria ultraexpansivas, además, por supuesto, de la mejora del escenario sanitario, pero también del exceso de ahorro que han acumulado las familias a causa de las restricciones de la movilidad, y que en el tercer trimestre ha ascendido a cerca de 35.000 millones de euros. Arcano, de hecho, estima que el rebote en 2021 puede llegar al 10%, todavía por debajo del 12,5% que se habrá dejado el PIB en 2020.

No hay que olvidar, sin embargo, que los estímulos fiscales los hacen los gobiernos, pero en última instancia son obra de los bancos centrales, que son quienes suministran la liquidez, y el año 2021 no va a ser una excepción. Como ayer avanzó Luis de Guindos en la Cadena COPE, el año pasado el BCE compró 120.000 millones de euros de deuda española, incluso por encima de las emisiones netas (unos 100.000 millones).

Rebrotes en China

Es probable que si la pandemia se alarga en el tiempo, el BCE, la Reserva Federal o el Banco de Japón tengan que volver a poner a trabajar la fábrica de hacer billetes. También el banco central de China. Entre otras cosas, porque el país vive un rebrote, aunque sea todavía muy pequeño. Por primera vez desde julio, se han superado los 100 casos, principalmente en la provincia de Hebei. Y lo que se teme ahora es un aumento del riesgo por los viajes del Año Nuevo chino, lo que ha obligado a las autoridades a pedir a la población que reduzca la movilidad.

Según datos del FMI hasta septiembre, los estímulos fiscales (incluyendo bajada de impuestos, aumento del gasto o avales públicos) ascienden a 11,7 billones de dólares (unos 9,7 billones de euros) en el conjunto del planeta, lo que representa alrededor del 12% del PIB mundial. Y eso sin tener en cuenta que la nueva Administración Biden anunciará en las próximas semanas --Pimco maneja una horquilla que se sitúa entre uno y dos billones de dólares adicionales-- su propio paquete de estímulos, que incluirá ayudas a los gobiernos estatales y locales para los trabajadores que perdieron su empleo o no están en condiciones de pagar el alquiler. Además de una política de infraestructuras más agresiva enfocada, principalmente, a impulsar la economía verde. El aumento de los impuestos, tanto a las empresas como a las rentas altas, permitiría financiar el mayor gasto.

Esta estrategia, según diversos analistas citados por Bloomberg, apreciaría el dólar, aumentaría los rendimientos de la deuda americana y obligaría a la Reserva Federal a adelantar la retirada de estímulos ante el avance de la inflación a consecuencia del paquete de estímulos.

No hay que olvidar, como han recordado los analistas de CIMD, que EEUU aún tiene que recuperar 9,8 millones de empleos de los 22,2 millones que llegó a llevarse por delante la pandemia. En paralelo, Bruselas debe decidir en algún momento del segundo trimestre de este año si deja desactivada la cláusula de escape durante más tiempo o, por el contrario, si la vuelve a aplicar, algo que parece altamente improbable a la luz del escenario económico y epidemiológico. En este caso, por el lento despliegue de las vacunas. Y España, en este sentido, se encuentra a la cola en porcentaje de vacunados.

Reformas pendientes

Ahora bien, el hecho de que los bancos centrales vayan a seguir actuando no significa, necesariamente, que la solución esté más cerca. Entre otras razones, porque, como ha dicho la economista jefa de la OCDE, Laurence Boone, con tipos de interés cero la eficacia de la política monetaria se resiente, y es aquí donde entran en juego no solo las políticas fiscales, sino, también, las reformas. Y España tiene por delante algunas que duermen el sueño de los justos desde hace años. En particular, la dualidad del mercado de trabajo entre fijos y precarios y la reforma de las pensiones, que acumulan cuantiosos déficits año tras año.

En todo caso, la recuperación será claramente sectorial. Mientras los servicios continuarán lastrados por el turismo y la hostelería, la industria empieza a sacar la cabeza. Como han recordado los economistas de Arcano, el sector industrial "está saliendo de la crisis con mucha mayor intensidad", lo que obviamente favorece a los países con mayor peso en el sector secundario, principalmente China y Alemania. Esta realidad, como sostiene Arcano, se manifiesta en la mayor presión sobre el precio de las materias primas, incluidas las agrícolas. Lo que pesa en contra es el gasto de los consumidores, muy influido por el grado de dureza de los confinamientos.

Ahora bien, como recuerdan los analistas de Bankia Research, la producción industrial cayó en noviembre en España un 0,9% mensual, algo que no sucedía desde abril, cuando la crisis golpeaba con toda su intensidad. Sin embargo, otros datos más recientes apuntan a una vuelta a la senda ascendente: el PMI manufacturero recupera el terreno expansivo en diciembre (51 vs. 49,8 anterior), gracias a una ligera recuperación de la producción, impulsada por la demanda externa, que contrarresta la debilidad del consumo y la inversión; asimismo, los empresarios se muestran algo más optimistas sobre el futuro y su confianza alcanza máximos desde julio de 2018.

La conclusión no deja lugar a dudas: el primer trimestre del año será peor de lo que se pensaba hace pocas semanas.

[Fuente: Por Carlos Sánchez, El Confidencial, Madrid, 12ene21]

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