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26ago20


No solo el turismo se hunde: el consumo de la metalurgia cae a mínimos históricos


El consumo de electricidad en la industria metalúrgica, uno de los indicadores más fiables para conocer la salud del sector, ha retrocedido a su mínimo histórico en julio después de 26 meses de retrocesos consecutivos, según los datos recopilados por Red Eléctrica.

El elevado gasto de luz de esta actividad, estrechamente relacionado con su nivel de producción, es durante los últimos meses casi un 40% inferior al que tenía en mayo de 2018, momento en que el consumo de electricidad empezó a languidecer --aún sigue a la baja--. Mientras que en mayo de hace dos años el Índice de Red Eléctrica se situaba por encima de 100, en julio de 2020 este dato se quedó en 62,3. Estas cifras, además, vienen ya corregidas de laboralidad y temperatura para que la comparativa de actividad sea más homogénea.

Trimestre a trimestre, las caídas con respecto al mismo periodo del año anterior no han parado de empeorar. Así, en el tercer trimestre de 2018, el consumo de la industria metalúrgica retrocedió un 2,4%. En el último trimestre de ese año, bajó un 4,6%. En los tres primeros meses de 2019, el gasto eléctrico descendió un 9,2%. De abril a junio del año pasado, la caída fue del 14,6%. El verano pasado, el retroceso se quedó en un 13,9%. En otoño de 2019, la caída se elevó hasta el 14%. En el primer trimestre de este año, el consumo bajó un 12%, y en el periodo que va de abril a junio de 2020, este indicador se ha desplomado un 21,6%.

Aunque las caídas vienen de lejos, los retrocesos más fuertes se han producido en los últimos meses, coincidiendo con el estado de alarma decretado por la pandemia, que también ha afectado a la actividad de las fábricas de producción de hierro, acero y otras ferroaleaciones, aunque dichas empresas fueron calificadas como esenciales y pudieron mantener cierta producción incluso en los momentos de confinamiento y restricciones más severas en abril.

Pero más allá de las prohibiciones para frenar la pandemia, hay que tener en cuenta que la producción de metales básicos está estrechamente ligada al ciclo económico. Con lo que a la leve desaceleración de la economía el pasado ejercicio hay que añadir el fuerte bajón económico a nivel mundial que ha provocado la crisis del covid-19, que también tiene su reflejo en la menor demanda de acero y otros metales.

Por si todo lo anterior no fuera poco, la guerra arancelaria desatada por la Administración de Donald Trump en EEUU, fundamentalmente contra China, ha provocado movimientos comerciales a nivel mundial que han podido perjudicar a las empresas españolas a la hora de vender en el exterior la producción metalúrgica nacional.

Y a todo lo anterior hay que sumar las quejas del sector por el elevado coste energético soportado, sobre todo después de que el Gobierno haya reducido a la mínima expresión las ayudas que se pagaban en la factura de la luz gracias a la subasta de interrumpibilidad. La industria metalúrgica es altamente sensible al coste de la electricidad que supone una parte importante de sus gastos de producción. No en vano, este sector acumula alrededor del 25% del gasto de luz total de toda la actividad en España.

De hecho, las empresas del sector focalizan sus quejas en el elevado coste energético y demandan ayudas al Gobierno, que lleva desde finales de 2018 buscando una solución. Desde entonces, tramita el estatuto de los consumidores electrointensivos para tratar de reducir la factura eléctrica, aunque tras diferentes tramitaciones administrativas, este estatuto, que engloba casi toda la industria del metal, no acaba de concretarse. No obstante, en el último año, el precio del mercado mayorista de la electricidad se ha desplomado, algo que no ha servido: las empresas han reducido aún más su consumo.

Y mientras tanto, las grandes compañías del sector están aplicando medidas de reducción de costes para tratar de sobrevivir o incluso han optado por opciones más radicales, como la venta o cierre de sus fábricas.

Grandes empresas con problemas

Este es el caso de Alcoa. La aluminera estadounidense decidió vender el pasado año sus plantas de Avilés y A Coruña tras anunciar que le generaban pérdidas y que en caso de no haber comprador las cerraría. Posteriormente, ya en 2020, también anunció el cierre de una parte de su fábrica de Lugo, que eliminaría más de 500 puestos de trabajo. Sin embargo, actualmente está en negociaciones con el Grupo Liberty House, interesado en la compra, que también están tratando de propiciar las administraciones públicas para evitar despidos.

Otro de los grupos metalúrgicos que han tenido problemas ha sido Grupo Gallardo. El grupo extremeño estaba abocado a la quiebra pero su propietario, el fondo de capital riesgo KKR, y los acreedores propiciaron la venta a la empresa Cristian Lay, también después de la mediación de la Junta de Extremadura y de renegociar las deudas que acumulaba la compañía.

Otra empresa que se está viendo golpeada ahora por el coronavirus pero arrastra problemas de corte financiero es Celsa. La siderúrgica catalana de los Rubiralta ha obtenido un préstamo del Gobierno británico para asegurar sus actividades en las islas. En España, es un firme candidato a las ayudas del fondo estatal que otorga la SEPI a empresas estratégicas en peligro. Aunque aún no ha solicitado la ayuda formalmente, se da por hecho que será una de las que lo pidan, al igual que ya lo han hecho Globalia y Duro Felguera. Además, logró contra todo pronóstico que los tribunales prorrogaran el pago de un vencimiento de deuda a sus acreedores por las dificultades generadas por el covid-19, lo que le da mayor oxígeno en el corto plazo.

También está tomando medidas ArcelorMittal. El gigante del metal ha solicitado un ERTE para sus plantillas en Gijón, Avilés y Aboño hasta el 31 de diciembre. Por su parte, Acerinox, otro de los grandes grupos metalúrgicos en España, ya cerró un ERE para 240 personas a finales de 2019. Posteriormente, ya después de que estallara la crisis del coronavirus, la compañía anunció un ERTE para toda su plantilla de Campo de Gibraltar, en Cádiz. En sus últimos resultados, Acerinox informaba de que había renovado tres operaciones de financiación bajo el aval del ICO con el objetivo de facilitar la liquidez suficiente al grupo para paliar los efectos del covid-19.

[Fuente: Por Juan Cruz Peña, El Confidencial, Madrid, 26ago20]

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