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23feb06


Dura pugna entre departamentos del Govern por el control de la acción exterior.


El presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, se reunió ayer en Nueva York con altos cargos de la multinacional IBM para proponerles que ubiquen en Catalunya su base europea para la investigación, el desarrollo y la innovación - lo que se denomina en la jerga industrial I+ D+ i- y utilizó entre otros argumentos que está ubicado en Catalunya, gestionado por la Universitat Politècnica, uno de los ordenadores más potentes del planeta, el MareNostrum, construido por el gigante norteamericano. Otro argumento es la apuesta por incentivar la innovación tecnológica proclamada por el Gobierno español después de que la Unión Europea comprometiera un fondo específico para España superior a los 2.000 millones de euros.

Maragall está convencido de que Catalunya será innovadora o no será y si Jordi Pujol dijo allá por los años ochenta que Catalunya debía convertirse en pista de aterrizaje de las multinacionales, ahora Maragall continúa con la misma pero intenta ser más selectivo porque las inversiones industriales convencionales vienen y se van, mientras que las tecnológicas, incluso cuando se marchan, dejan el terreno abonado para mantener la competitividad. Así pues, se trata de atraer todo lo que genere innovación tecnológica. Desde este punto de vista, IBM es un paradigma, pero también se trata de aprovechar las propias potencialidades y organizar lobbies que favorezcan esa estrategia.

Catalunya siempre ha tenido, por ejemplo, un prestigio mundial en el campo de la medicina y ahí ha visto el Govern la oportunidad de desarrollar iniciativas. Catalunya ha sido sede de importantes laboratorios farmacéuticos y sobre todo ha tenido un nivel científico reconocido con reputados médicos, muchos de los cuales han estudiado en Estados Unidos y a algunos la propia sociedad norteamericana les ha convencido para continuar su tarea en los hospitales de Estados Unidos. Es el caso de Joan Massagué, Valentí Fuster y muchos más, en los que el Govern pretende apoyarse para crear un cluster de investigación biomédica en Catalunya. De ahí que el president tuviera tanto interés en visitar un centro tan avanzado en la investigación contra el cáncer como el Sloane Kettering.

Otro aspecto del viaje del president Maragall a Nueva York es la apuesta por la implicación del Govern en misiones de las Naciones Unidas. De hecho, la Generalitat se ha convertido en el primer gobierno subestatal del mundo en firmar acuerdos de cooperación estables con diversos organismos de la ONU y además va a propiciar la ubicación en Barcelona de una delegación de las Naciones Unidas para implicar a los gobiernos locales y regionales en los Objetivos del Milenio, que empiezan por erradicar la pobreza y el hambre en el mundo.

Sin embargo, los buenos propósitos del president se encuentran con dificultades organizativas motivadas por la batalla entre departamentos por el control de las relaciones exteriores. La secretaria de Relacions Exteriors, que dirige Margarita Obiols, aspira a coordinar toda la acción exterior, pero los organismos que no dependen de Presidència rechazan sistemáticamente sus interferencias, hasta el punto de que procuran llevar a cabo sus iniciativas con la máxima discreción para que Obiols no interfiera o se las apropie, como aseguran que ha ocurrido con la audiencia de Kofi Annan al president. Son numerosos los departamentos y organismos que funcionan a su aire: el Copca (Comerç), el Institut Ramon Llull (Cultura), el Institut Europeu de la Mediterrània y la propia Secretaria de Cooperació (Governació). Las dimisiones de altos cargos en estos organismos han dejado de ser noticia por su frecuencia. Maragall ha viajado a Nueva York recién clausurada la semana catalana; el Institut Ramon Llull pretendía instalar una sede permanente en Nueva York, Cultura se ha desentendido y Relacions Exteriors intenta gubernamentalizarla por su cuenta. Y a todo ello cabe añadir incidentes organizativos con las banderas y, como en el episodio de la corona de espinas en Jerusalén, Margarita Obiols llegó a proponer entonces que el president viajara sin avisar a los periodistas e informara a su regreso de sus actividades. Con todo, Maragall dijo ayer que no se plantea crear un departamento de relaciones exteriores.

[Fuente: La Vanguardia, Barcelona, Esp, 23feb06]

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