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18oct07


Los no demócratas


Estamos asistiendo estos días a una campaña protagonizada por algunas personas, entre ellas dirigentes del Partido Popular, en contra de la Ley de Memoria Histórica y en contra de cualquier análisis, rememoración, juicio político etc.etc de nuestro pasado reciente relacionado con la guerra civil de 1936. Reiteran algunos argumentos, como que ello sólo puede servir para reabrir la viejas heridas, que lo importante es hablar de futuro y no de pasado y mentan mucho que se traiciona el espíritu de la Transición. El señor Rajoy llega a acusar al gobierno de no querer hablar más que de francos y repúblicas, incluso de que por revanchismo se quiere imponer ahora otra versión de lo sucedido

Opino que al señor Rajoy y a una parte de su partido lo que les sucede es que no quieren que se tire del hilo porque son muy conscientes que un análisis objetivo, frío y desapasionado del pasado nos conduce inevitablemente a ver con mayor claridad nuestro presente. Un presente en el que hay un amplio espectro de grupos sociales herederos de unos viejos valores, que no se han adaptado a la democracia, sino que han adaptado la democracia española a sus seculares intereses de siempre, tanto económicos como ideológicos.

Vayamos poco a poco desmenuzando nuestra reflexión. El señor Rajoy reitera que le da igual Franco que la República, y tiene razón. Para no alargarnos en todo el proceso histórico que se desarrolla a lo largo de todo el siglo XIX con continuas tensiones entre las tendencias liberales en lo económico y lo ideológico, y las tendencias más conservadoras y reaccionarias bien encarnadas en la figura de Fernando VII y sucesores, expongamos con muy pocas palabras lo que sucede a partir de la Restauración de 1875, y veremos que efectivamente se instaura un sistema democrático. En los años sucesivos asistimos a la alternancia de dos partidos en el poder, a la vez que el país no supera los viejos problemas y se hunde en la miseria económica de sus habitantes y el subdesarrollo cultural de todo el país. A personajes como Cesar Vidal le gusta incluso señorear que esta democracia era igual que la Inglesa, pero se olvida explicarnos que en los municipios en los que se presentaba una sola candidatura ni siquiera era necesario celebrar las elecciones; y no nos cuenta que la mayoría de la población era campesina, jornalera, agrupada en pequeñas poblaciones. Como consecuencia para trabajar dependían de que les dieran trabajo, precisamente las fuerzas caciquiles que dirigían los partidos políticos de cada población. Se puede resumir que la diferencia entre los dos grandes partidos nacidos de la Restauración era que unos representaban a los caciques del agro y otros a los de la industria.        Estos gobiernos de la Restauración a la vez tienen un interés mínimo en el desarrollo de la educación y la cultura, y por supuesto prácticamente la única escuela que hay es la ofrecida por la iglesia católica, que enseñara muy bien a sus fieles en colegios como en púlpitos lo duro de esta vida, pero lo bien que se lo van a pasar en la Vida Eterna.

A estas gentes les viene muy bien este sistema “democrático” para sus intereses y el rey Alfonso XIII como figura aglutinadora de los españolitos. Pero el sistema no evoluciona, las desigualdades y la miseria se extienden y la iglesia católica habla de doctrina social pero esta iglesia no es más que otro instrumento del sistema. Como consecuencia amplios sectores de población toman cada vez más conciencia de su realidad social y económica.  

Pasados los años asistimos a la muy poca conocida crisis de 1914 a 1917 en la que se producen enormes tensiones entre las fuerzas que podemos definir como reaccionarias y un nuevo y fuerte agrupamiento de ciudadanos, unos, obreros concienciados de que el país necesita evolucionar para superar la hambruna, otros burgueses e intelectuales que saben que el país se dirige por un camino de tensiones peligroso, nefasto, y es necesario no seguir demorando su modernización. Aquella crisis se resuelve a favor de las fuerzas tradicionales reaccionarias, y muchos verán que es una de las últimas oportunidades para que España salga de la secular situación por cauces pacíficos.

Curiosamente y como ministro jugo un papel importante para la resolución de esta crisis a favor de las fuerzas caciquiles Santiago Alba, vallisoletano, y fuerte cacique del agro castellano. En fechas recientes hemos asistido a una exaltación de su figura por parte del Norte de Castilla, cuando, reiteramos, como ministro en aquel periodo entre el 14 y el 17 fue una de las figuras claves en la perdida de una oportunidad necesaria para que España evolucionara hacia una mayor justicia social y económica. Insistimos el Norte de Castilla a día de hoy le ensalza como un prohombre de nuestra tierra.

Como el sistema nacido de la Restauración efectivamente esta colapsado y la crisis económica, social, se acentúan y no encuentran una salida conveniente a sus intereses, se darán un autogolpe de estado a través de la figura de Primo de Rivera. Su gobierno será más de lo mismo. Llega la República, y efectivamente obtienen en las elecciones municipales de abril más concejales los representantes monárquicos que los republicanos; lo que no nos cuentan estos personajes empeñados en reafirmar las tesis tan machacadas en la dictadura franquista, es que efectivamente en los lugares de mayor población en los que no se podían amañar los resultados, perdieron en la mayoría por una abultada diferencia, razón por la que Alfonso XIII tiene que reconocer que el sistema nacido con la Restauración es ya inviable y sale del país.

Tras un primer desconcierto las fuerzas reaccionarias y tradicionales fundaran partidos, y llegaran al poder democráticamente en 1933; de inmediato los moderados intentaran adaptar el nuevo estado democrático a sus intereses seculares, pero otros, como la CEDA intentaran hacerse con el poder e imitar lo acontecido en la Italia fascista o en la Alemania nazi. Las elecciones de febrero de 1936 les demostrará que la democracia se esta asentando en el país, que sus enemigos no son los grupos de jóvenes revolucionarios, que los había de todo signo, sino esa generación de personas: trabajadores, profesionales, empresarios o educadores que superan en gran numero la treintena de años, con ideas muy claras de cómo ha de evolucionar un país en términos modernos, al margen de propuestas revolucionarias de uno u otro signo.

En 1936 asistimos a algo más que un golpe de estado y una guerra, asistimos a la decisión clara de eliminar físicamente a un sector de la población que ponía en riesgo en lo económico y en lo ideológico a su tradicional predominio. Asistimos ni más ni menos que a un genocidio. García Quintana, el alcalde de Valladolid, es un ejemplo paradigmático; hombre que en tiempo record duplica el número de escuelas en la ciudad, hombre dialogante, que representa a una democracia de corte moderno y burgués, que es defendido en el juicio militar de 1937 incluso por representantes eclesiásticos, es asesinado como otros miles de vallisoletanos. Catedráticos, profesionales, trabajadores serán asesinados, deportados en su propio país o exiliados, viviendo una autentica diáspora que consiguió por parte de los golpistas devolver a España al pasado ideológico más remoto.

Las fuerzas tradicionales y antidemocráticas han ganado de nuevo la batalla; en su día se sirvieron de Alfonso XIII y de una democracia bien controlada y a partir de 1939 Franco será su nuevo y amable servidor. Es interesante asomarse al primer gobierno de Franco en enero de 1938, donde se encuentran representadas todas las fuerzas tradicionales antidemocráticas; la falange tendrá un solo representante y en un puesto de mínima relevancia. Hedilla jefe de falange con dos condenas de muerte y la vieja organización de falange desmontada, porque en definitiva si en algo estaban de acuerdo todas las fuerzas emergentes en la república, es que los males del país provenían de los mismos sectores tradicionales.

Llegamos a los últimos años de la vida del dictador, es obvio que los sustentadores del régimen saben que a su muerte el país no se puede mantener en los mismos parámetros y que por la propia evolución de los tiempos, y por propio interés de clases dominantes, la integración con Europa es imprescindible. Las nuevas generaciones del franquismo difunden un nuevo discurso, precisamente en el año 1971, teniendo Gabriel Cisneros responsabilidades en el aparato político del Movimiento y posteriormente importante padre de nuestra constitución, al hablar de progreso político en un acto de la OJE fue duramente abucheado por los más reaccionarios.

Muere el dictador y llega la Transición. Transición que es liderada precisamente por un líder del aparato político del régimen dictatorial, y por tanto de las fuerzas tradicionales que dieron vida al franquismo, Adolfo Suarez. La UCD no es más que la unión de representantes del Movimiento en cada una de las provincias. Se alcanzan entre las fuerzas políticas legalizadas tras la muerte del dictador una serie de acuerdos para introducir al país en la democracia. Cada uno realiza concesiones y aúna esfuerzos. El franquismo mantiene un sector importante de apoyos entre sectores sociales por ellos beneficiados: poderes económicos, funcionarios, fuerzas de orden, militares, iglesia etc. Pero ciertamente aunque la Transición estuvo sembrada de muertos, graves tensiones e incidentes, muy semejantes a los vividos en el intento de democratización del país de 1931, los grandes sectores de poder no apoyaron una involución como si hicieron en 1936 y el país alcanza una cierta estabilidad social y económica.

Llegamos a 2007, y uno se pregunta: ¿Porque ese empeño de estos dirigentes políticos en que no se analicen los documentos históricos y quieran que sigan en vigor las argumentaciones de unos sublevados contra un régimen democrático, cuando ellos mismos se autodefinen como demócratas?. ¿Como es posible que estos que se autodefinen como demócratas hagan guiños a una dictadura tanto en sus símbolos, con el mantenimiento de nombres o monumentos, como a las explicaciones dadas por los golpistas en aquel suceso dramático?.

La respuesta es muy clara, el problema de la Transición a fecha de hoy, no es un enfrentamiento o diferenciación entre personas con pensamientos o ideología de derechas o de izquierdas. El problema está en que las fuerzas tradicionales del franquismo y de mucho antes del franquismo, los herederos ideológicos de esa manera de ver España como su cortijo patrimonial e ideológico no se adaptaron a la democracia, sino que día a día siguen adaptando la democracia a sus intereses muy particulares en lo económico y en lo ideológico.

Vemos ejemplos diarios de como hay lo que al final resulta una fachada legal, porque cualquier gobierno sobre todo, local o autonómico con mayoría gobernante tiene potestad o encuentra el resquicio para hacer lo que muy particularmente le interesa, así y como ejemplos más cotidianos y conocidos estamos asistiendo a recalificaciones de suelos protegidos, cambios de normativas para beneficiar un interés empresarial o político puntual etc. etc etc.

En cualquier momento, en cualquier lugar hacen lo que les viene en gana. Las autoridades que más tienen que velar por fomentar comportamientos democráticos, son los primeros en aprovecharse de los resquicios legales para su interés o el de los suyos. Ejemplo reciente el del alcalde de Valladolid y otros altos cargos de la Junta de Castilla y León, aprovechando en beneficio de sus familiares ese resquicio legal, que les ha permitido a ellos particularmente conseguir viviendas protegidas más baratas, cuando hay cientos de españoles que viven una situación angustiosa por el encarecimiento de la vivienda. Además en la dictadura había que preocuparse de mantener una cierta imagen para que la gente no se soliviantara demasiado, ahora en la democracia la especulación, el descaro en las actuaciones llega al paroxismo y no pasa nada….faltaría más…..todo se hace siguiendo normas legales y democráticas.

Lo peor de todo es que las fuerzas democráticas de la derecha y de la izquierda han entrado consciente o inconscientemente en ese juego interesado. Han entrado en el juego de no hacer justicia con nuestro pasado histórico. Han entrado en el juego de que el país siga manteniendo fantasmas que sólo interesan a la derecha antidemocrática como el mito de las dos Españas, los odios o las rencillas. Han entrado en el juego de crear un universo legislativo y judicial que permite que las fuerzas antidemocráticas esquilmen este país sin tope o límite.

Claro que la derecha antidemocrática sólo quiere mirar al futuro, han dominado el pasado, dominan el presente, siempre han encontrado un tonto y un sistema amable a sus intereses, ayer paquito hoy carlitos…..y los españolitos a ver programas de corazón y fútbol que es como estamos más guapos.

Valladolid, octubre de 2007
Julio del Olmo Martín

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