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26sep15


Reunión de 30 nobles catalanes y monárquicos


Fue el miércoles pasado por la noche. Treinta personas se reunieron en el espectacular palacio de los condes de Sert rodeado de jardines un tanto sombríos, en la avenida del Tibidabo, la última gran propiedad de la parte alta de Barcelona, para celebrar el santo de Merceditas Arnús, casada con Paco Gaudier.

Treinta nobles de los 300 que hay en Catalunya se dividieron entre el exquisito bufet frío elaborado en las cocinas del castillo y la pantalla de televisión, donde se enfrentaban Junqueras y García Margallo bajo la batuta de Josep Cuní. Treinta nobles que están indefectiblemente al lado del rey y, de forma inquebrantable, por la unidad de España.

¿Todos? Sí, pero con matices. El cuñado de la anfitriona, que también vive en el castillo, el elegante y algo snob Franki Sert, conde de su apellido, con su sombrero jipi blanco, sus chaquetas de hilo desestructuradas y su aire indolente, es una figura popular: habla catalán y es el único de todos ellos al que invitan regularmente a TV3 a hablar de política. Porque el conde de Sert es aristócrata... pero socialista. Y partidario de la Tercera Vía de Miquel Iceta que propugna un estado federal... sin dejar de ser monárquico.

Un rejuvenecido conde de Godó, Grande de España, dueño de La Vanguardia, que también estaba en la fiesta con su mujer, ha manifestado su adhesión al Rey y su españolismo en múltiples ocasiones, aunque su periódico dio un giro pro nacionalista bastante acusado años atrás, algo moderado en la etapa presente aunque sin llegar a una oposición frontal a las tesis del gobierno de la Generalitat con el que no desea romper relaciones. Según me aclara un ex director del diario, "no te equivoques, La Vanguardia no es ni oportunista ni chaquetera, se ha limitado a reflejar el talante de la sociedad catalana en cada momento de la historia, "por eso ha sobrevivido 127 años".

Una enfermedad

Un aristócrata estudioso de temas de la nobleza me explica que "casi todos nosotros consideramos que el nacionalismo es una enfermedad decimonónica de la que se ha curado toda Europa menos Catalunya", y también que, "hacen mal en creer que somos carcundia... hemos contribuido al desarrollo industrial de este país como el primero".

Carlos Montoliu, XXXII barón de Albi, por ejemplo, es un gran empresario y ha dedicado todos sus esfuerzos a mantener viva la relación de los reyes, los de antes y los de ahora, con Catalunya. Paloma de Casanova, duquesa de Maqueda y baronesa de Linyola, descendiente de Rafael de Casanova, está por su parte indignada con la utilización partidista que se hace de su antepasado: "Ni él fue catalanista, ni lo somos nosotros".

Un primo mío, titulado también, abunda en esta opinión: "No somos nacionalistas, en el Consejo del Cuerpo de la Nobleza, donde hablamos con total libertad y confidencialidad, ni un solo miembro se ha manifestado partidario del Procés".

Aunque siempre hay un garbanzo "negro": Armand de Fluviá, nobleza no titulada, genealogista y "rey de armas" (elabora los escudos heráldicos de los nuevos nobles), a raíz del matrimonio de Felipe VI con una plebeya se ha hecho independentista y republicano precisamente por ser excesivamente monárquico, "si ni ellos creen en España ni en la institución ¿por qué voy a hacerlo yo?"

[Fuente: Por Pilar Eyre, El Mundo, Madrid, 26sep15]

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small logoThis document has been published on 28Sep15 by the Equipo Nizkor and Derechos Human Rights. In accordance with Title 17 U.S.C. Section 107, this material is distributed without profit to those who have expressed a prior interest in receiving the included information for research and educational purposes.