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15sep05


Neonazis agreden a un joven comunista e integrante del sindicato de estudiantes.


A. S., la joven de 24 años que en la madrugada del pasado viernes sufrió un brutal ataque en el portal de su casa, donde dos jóvenes le marcaron una cruz gamada en la cara con una cuchilla, contesta tranquila a las preguntas de La nueva España. Afirma sentir temor, pero insiste en que ante este tipo de ataques es necesario denunciar «para que la sociedad despierte y reaccione». La joven milita en las Juventudes Comunistas de Asturias y más recientemente se ha sumado a las filas del Sindicato de Estudiantes, un posicionamiento ideológico que vincula, sin ninguna duda, con el ataque sufrido la pasada semana. Ayer, cuando la noticia de su agresión se hizo pública, su teléfono móvil quemaba, las llamadas de apoyo le llovieron desde numerosos ámbitos de la sociedad asturiana, lo que, afirma, «me da fuerza» para asimilar lo sucedido. Los hechos ocurrieron la noche del jueves al viernes, día 9, en la zona de Buenavista, y la Policía asegura que es el primer caso de una agresión de tinte neonazi que se produce en Asturias.

-¿Relaciona la agresión con los recientes sucesos entre militantes de izquierda y derecha en Cangas de Onís?

-Pienso que puede ser una señal de determinados grupos, aunque yo no estuve en Cangas.

-¿Por qué cree que le tocó a usted?

-No sé, hay mucha gente de izquierdas en Asturias, pero los militantes en Oviedo, Gijón y Avilés nos conocemos todos; quizá me conocían y van a por la gente que empezamos hace poco, para meternos miedo. No lo van a conseguir, yo me siento apoyada por mucha gente, compañeros de grupos de izquierda, pero también muchas instituciones y personas.

-Los jóvenes que la atacaron se hicieron pasar por amigos suyos, la conocían.

-Supongo que sí, no hay otra explicación. Pero yo a ellos no los conocía de nada o, al menos, no los reconocí. Por la calle hay gente con el pelo rapado que cuando no se visten de ultras pasan desapercibidos.

-¿Iban encapuchados?

-No. Iban a cara descubierta, pero en el portal había muy poca luz. Vestían completamente de negro, llevaban botas militares muy grandes.

-¿Qué se le pasó por la cabeza cuando se encontró con dos hombres de negro en vez de con sus amigos?

-Me llevé un susto mortal, piensas que te vas a quedar en el sitio. Pensé: de aquí no salgo. Duró pocos minutos, temiendo lo peor, qué te van a hacer a continuación, qué podrá ser lo siguiente. Al final, creo que tuve una suerte tremenda.

-Y la amenazaron.

-Sí. Me dijeron: «Sabemos dónde vives, con quién te relacionas y esto no se acaba aquí». Claramente, se referían al ámbito político.

-¿Cree que hay un repunte de este tipo de actos violentos?

-Sí, cada vez hay más, en todo el Estado. Hay grupos de ultraderecha, que surgen amparados por algunos poderes, en torno a mundillos como el de los hinchas de fútbol. El fallo está en que la gente no lo denuncia. Cuando te pasa algo así, tus más allegados te infunden temor, por miedo a que se repitan las agresiones. Lo que no hay derecho es que la gente que estamos luchando por nuestras ideas, por un mundo mejor y más justo tenga que andar con miedo, a que te vayan a dar una paliza. Y creo que desde que el PP perdió las elecciones generales en la ultraderecha hay una actitud rabiosa, hay más violencia.

-¿Cómo define su militancia?

-Siempre he sido de izquierdas, me identifico con las Juventudes Comunistas y colaboro con ellos porque creo que hay muchas cosas que cambiar. Lo que me ha pasado a mí le puede pasar a cualquiera, por ser inmigrante o por militar en causas que luchan por la justicia, algo que se hace de forma desinteresada. Si se supone que estamos en un país democrático, alguien debería impedir que estas cosas puedan pasar. La única fuerza que tenemos ante esta violencia es no tener miedo y movilizarnos.

[Fuente: Por L. S. Naveros, La Nueva España, Asturias, 15sep05]

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