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11mar14


El abogado de Urdangarin a Torres: "Yo le puedo solucionar su futuro profesional"


"Yo le podría buscar una solución a su futuro profesional y arreglar su situación económica y fiscal. Pero para eso tendría usted que asumir una mayor cuota de culpa". Después de varios circunloquios y contorsiones dialécticas, Mario Pascual Vives, el abogado de Iñaki Urdangarin, decidió que lo mejor era ir directamente al grano. Sus interlocutores, Diego Torres -el antiguo socio del duque de Palma en el Instituto Nóos- y el abogado de este, Manuel González Peeters, se quedaron boquiabiertos al oír la propuesta: el defensor del yerno del Rey estaba intentando 'comprar' su silencio.

La discreta reunión se celebró una mañana de finales de abril de 2012 en el despacho de González Peeters, uno de tantos edificios señoriales de la calle de Pau Claris, en el Ensanche barcelonés. Era la cuarta vez que el abogado de Urdangarin trasladaba a su colega una oferta similar; sólo que en esta ocasión el propio Torres también estaba presente en el encuentro y la propuesta fue mucho más concreta. "Me han dicho que podría usted trabajar en la órbita de Telefónica, pero tendría que ser en el extranjero. Yo lo sitúo en Sudamérica; no sé, en Argentina o en Brasil...".

Torres y su abogado le dieron carrete. Y Pascual Vives empezó a mostrarse aún más locuaz. "Usted venía desempeñando su actividad en Esade [el exsocio de Urdangarin fue profesor de la escuela de negocios], tenía un reconocimiento profesional... Podría trabajar en Telefónica y al mismo tiempo dar clases en uno de esos países. Y al cabo de cinco años habría recuperado su prestigio profesional y volvería a estar en el mercado". Lo que el letrado de Urdangarin no podía imaginar es que sus palabras estaban siendo grabadas, y que varias copias de esa grabación están guardadas bajo siete llaves. El Confidencial ha tenido acceso a una de ellas.

El 17 de abril de 2012, apenas dos semanas antes de aquel encuentro en Barcelona, González Peeters había entregado al juez José Castro, instructor del caso Nóos, una primera remesa de correos electrónicos que no sólo echaba por tierra la estrategia de Urdangarin de cargar todo el peso del muerto a Torres, sino que apuntaba directamente a la Casa del Rey. Uno de esos emails -luego vendrían muchos más- probaba que Don Juan Carlos y la infanta Cristina de Borbón hicieron gestiones para interceder por el duque de Palma ante políticos y empresarios con los que el Instituto Nóos hacía negocios.

Pascual Vives lanzó una pulla a sus anfitriones por la filtración de aquellos emails. "Yo puedo arreglar su situación económica y fiscal, pero después de esos correos me han dicho: '¡Ni hablar! Torres no es de fiar'. Miren, yo soy una persona demasiado visible, y cualquier movimiento que haga, rodeados de tantos enemigos como estamos... Pero aún podemos buscar alguna solución". El abogado de Torres, interesado en saber hasta dónde estaba dispuesto a llegar su interlocutor, le preguntó entonces: "¿Podría llevarse mi cliente a su familia a Latinoamérica?". A lo que aquél respondió: "Eso no lo sé", dando a entender que debería consultarlo en otras instancias.

El abogado de Urdangarin no prometió a Torres ninguna cantidad en metálico si aceptaba autoinculparse ante el juez Castro, pero sí le ofreció costear los honorarios de su defensa -llega a hablar de 200.000 euros- "siempre que se pacifique el procedimiento judicial"; es decir, si no había nuevas entregas de correos electrónicos explosivos al juez. "Si tenemos la suerte de que no aparece ninguna culebra [sic] en el sumario", prosiguió Pascual Vives, "y de que la policía científica no encuentra nada, entonces yo le puedo ofrecer arreglar su situación económica y fiscal".

En febrero del pasado año, casi 10 meses después de la reunión en el despacho de González Peeters, Torres prestó declaración como imputado. Durante el interrogatorio, el fiscal anticorrupción, Pedro Horrach, le preguntó por una información de El Mundo según la cual había pedido 10 millones de euros a Urdangarin a cambio de su silencio. "Ultrajante, definitivamente no", respondió Torres. "Es mentira, absolutamente mentira. Es más, lo que sí sé es que ha habido personas que se han acercado a mi abogado, incluso a mí, a hacernos ofertas de este tipo", añadió. "A mí se me ha ofrecido trabajo y que se me remuneren los honorarios de mi abogado", prosiguió el ex número dos del Instituto Nóos, "a cambio de asumir mayores cuotas de responsabilidad".

El fiscal le preguntó entonces: "¿Y quién se lo ha ofrecido?". Torres, en presencia de Pascual Vives y el resto de abogados que seguían su declaración sin pestañear, replicó: "No sé si es conveniente decir esto, me siento incómodo...". Pero Horrach insistió, advirtiéndole de que no podía "tirar balones fuera". Y en ese momento se lanzó: "El señor Mario Pascual, aquí presente, es el que me ha hecho personalmente esta propuesta, y yo le he dicho que no, de ninguna manera, por muy desesperado que esté. Ni por un trabajo ni porque me paguen el abogado voy a decir algo que no sea cierto". El exsocio de Urdangarin, sin embargo, no reveló al juez ni al fiscal los detalles de aquella oferta, a los que ahora ha tenido acceso este diario.

Pascual Vives no ha respondido a las llamadas de El Confidencial. Y González Peeters y Torres guardan un hermético silencio. Abogado y cliente, según aseguran fuentes de su entorno más cercano, están convencidos de que sus teléfonos están pinchados y sus comunicaciones son interceptadas habitualmente. Y no albergan ninguna duda de que todos sus movimientos son controlados por agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Recientemente, añaden las citadas fuentes, Torres descubrió alarmado al llegar a su domicilio de Sant Cugat del Vallés, a las afueras de Barcelona, que una lámpara del salón estaba desmontada y los cables colgaban desnudos del techo.

[Fuente: Por José L. Lobo, El Confidencial, Madrid, 11mar14]

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