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22dic06
Así comenzó el caso Cavallo.
El 24 de agosto de 2000, el abogado mexicano Juan Miguel Ponce Edmondson leyó la noticia que, bajo el titular de "Acusan de delincuente al director del Renave”, figuraba en la la síntesis de prensa que todas las mañanas, muy temprano, le entregaba su asistente personal.
La información se refería al ex capitán de corbeta argentino Ricardo Ángel Cavallo, alias "Serpico", "Ángel" y "Marcelo", titular del recién creado Registro Nacional de Vehículos (Renave). El artículo describía sus actividades en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en cuyas instalaciones funcionaba una de las más tenebrosas cárceles clandestinas establecidas por el régimen militar que tomó el poder de 1976 a 1983 en Argentina.
Aunque no era policía de carrera, Ponce Edmondson ejercía el cargo de director de Interpol-México desde 1997. Antes, entre 1994 y el año que fue designado al frente del organismo policial, había estado en Suiza como representante de la Procuraduría General de la República (PGR) ante la Unión Europea.
De torturador a empresario.
Con el final de los "años de plomo" y el retorno a la democracia, el capitán Ricardo Cavallo se transformó en empresario y apareció en México a fines de los años 90 como vicepresidente de la firma argentina Talsud S. A., especializada en "tarjetas inteligentes" dotadas de un microchip que almacena datos de los propietarios de vehículos automotores. La empresa poseía subsidiarias en Bolivia, Brasil, El Salvador y Zaire.
La filial de Talsud en El Salvador era Servicios de Transporte Centroamericanos (Sertracen), que maneja la emisión de licencias de conducir y el registro del parque automotor, que entonces era de alrededor de 650 mil vehículos. En combinación con el ejército salvadoreño, además, Sertracen participa en el Registro Nacional de Armas. El gerente general de la empresa era Oscar Eduardo Cavallo, hermano de Ricardo y también ex oficial de la marina de guerra.
El 27 de agosto de 1999, Talsud ganó en México una controvertida licitación para dirigir el recién creado Registro Nacional de Vehículos (Renave), cuyo objetivo era controlar el parque automotor –estimado en 14 millones de unidades– para disminuir el robo de coches, entonces el segundo delito más rentable en México con 160 sustracciones diarias.
Talsud obtuvo la licitación porque ofreció cobrar 43 pesos (unos cinco dólares de la época) por usuario mientras que otras cuatro empresas que competían habían fijado un arancel promedio de 75 pesos, pero al entrar en práctica el Renave la tarifa de la firma argentina saltó a 546 pesos para los vehículos nuevos.
Bajo la dirección de Cavallo y en medio de protestas empresariales, el Renave comenzó a funcionar en febrero de 2000 en los estados de Hidalgo y San Luis Potosí. Tres meses después se había extendido a toda la república, menos en el Distrito Federal. La operación –cuyas ganancias se calculaban en 400 millones de dólares– fue denunciada por varios organismos económicos como "un negocio poco transparente".
Además, algunas organizaciones políticas sostenían que la "tarjeta inteligente" tenía un formato de "ficha de identidad" policial más que de registro vehicular, ya que se exigía una serie de datos que incluían cambios de domicilio y descripción de la vivienda de los conductores.
Aquel 24 de agosto de 2000, después de leer por segunda vez la noticia sobre Ricardo Cavallo, el abogado Juan Miguel Ponce Edmondson, jefe de Interpol-México, llamó a uno de sus jefes de grupo y puso en acción a sus hombres. Para desgracia de Cavallo, Ponce no tenía nada en común con los policías argentinos, más interesados en proteger que apresar a los ex integrantes de las fuerzas armadas acusados de violaciones a los derechos humanos.
Perón, churrasco y bife de lomo
Ponce Edmondson tenía formación diplomática. Antes de llegar a la jefatura de Interpol y de su paso por la PGR en Europa, se desempeñaba en el ámbito de la Secretaría de Relaciones Exteriores. De 1976 a 1979 fue primer secretario de la embajada de México en Perú y en 1992 fue cónsul en Los Ángeles (California).
Los datos personales de Ponce agregan un condimento especial al caso Cavallo: la esposa del abogado es argentina y él es un interesado lector de la historia del país rioplatense, además de que en la década del setenta mantuvo relaciones de amistad con exiliados en México.
Otro rasgo del funcionario que no figura en sus antecedentes laborales es su afición por la carne a la parrilla –especialmente el churrasco y el bife de lomo– que durante muchos mediodías acostumbraba a degustar en el restaurant argentino Quilmes, de la colonia Cuauhtémoc, ubicado atrás de la embajada-bunker de Estados Unidos.
Eso no es todo en la larga relación de este funcionario con el Cono Sur: en 1955, Ponce conoció en Paraguay al ex presidente argentino Juan Perón –quien había sido derrocado por un golpe de estado en septiembre de ese año y durante 49 días residió como asilado político en Asunción– donde se hizo amigo de su padre.
Desde entonces nació una amistad entre Perón y Ponce padre, que se prolongó durante otros dos cortos exilios de Perón en Panamá (1956) y en Venezuela (1956-1960). En el país centroamericano, el ayudante del mandatario derrocado era un joven teniente de la Guardia Nacional llamado Omar Torrijos.
De todo eso fue testigo en su infancia el hombre que cuatro décadas después llegó a ser director de Interpol en México y el 24 de agosto de 2000 ordenó la detención del ex capitán Ricardo Cavallo en el aeropuerto de Cancún, cuando el ex militar se disponía a fugarse a Argentina.
Aunque en ese momento no existía orden de captura contra Cavallo, Ponce decidió actuar inmediatamente. En declaraciones al diario Clarín, de Buenos Aires, una semana después reconoció: "No podíamos perder tiempo. Se estaba evadiendo del país. […] Había demasiadas evidencias como para detenerlo por averiguación de antecedentes".
Regreso al sur
Ponce Edmondson investigó durante varios años al Cartel de Juárez, creado por Amado Carrillo Fuentes, alias "el Señor de los Cielos", quien fue el principal capo hasta su asesinato en 1997. Las indagaciones lo condujeron hacia Argentina: en 1999 presentó un informe a la justicia de ese país en el que denunciaba a Aldo Ducler, dueño de la financiera y casa de cambio Mercado Abierto, como "lavador" de dinero del cartel a través del Citibank de Nueva York.
Ese año, Ducler era asesor económico en la campaña electoral para vicegobernador de Ramón "Palito" Ortega, ex cantante en los años sesenta y setenta y ex gobernador de la norteña provincia de Tucumán de 1991 a 1995. Una de las canciones de Ortega, "Yo tengo fe", fue utilizada en 1996 por el Partido Liberal nicaragüense en la campaña de Arnoldo Alemán a la presidencia.
La asesoría de Ducler a "Palito" Ortega no era la única travesura del financista, quien había sido funcionario de la dictadura militar y secretario de Hacienda en tiempos del general Leopoldo Galtieri. Mercado Abierto había recibido del Citibank una transferencia de fondos considerados sospechosos de 84 millones de dólares.
Durante la breve presidencia de Fernando de la Rúa en Argentina (2000-2001), Ponce se entrevistó con el mandatario y le entregó un informe sobre los aportes económicos del narcotráfico a la campaña del ex candidato presidencial Eduardo Duhalde, compañero de fórmula de Ramón Ortega.
En julio de 2000, el policía regresó a Buenos Aires, presentó pruebas a la Procuraduría General de la Nación de que Ducler había "lavado" 12 millones de dólares entre 1997 y 1998 y solicitó su detención. Todo fue archivado y nunca más se reabrió el tema.
A comienzos de 2001, Juan Miguel Ponce Edmondson solicitó el puesto de embajador en Argentina. Pero, según fuentes de la Secretaría de Relaciones Exteriores consultadas por Bambú Press, a raíz de un "cortocircuito" con el entonces canciller, Jorge Castañeda Gutman –un veleidoso ex izquierdista devenido en neocon– fue designado segundo secretario en la representación diplomática de México en Uruguay. De todas maneras, Montevideo está a pocos minutos en avión de ""su Buenos Aires querido".
[Fuente: Por Roberto Berdini, Bambú Press, 22dic06]
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